Con tres exitosas películas al hombro, Jason Bourne se ha convertido en uno de los antihéroes más rentables de Hollywood. Encarnado por Matt Damon, este ex marine –convertido en asesino por el gobierno de Estados Unidos mediante un proceso experimental que borró su identidad– encuentra al cierre de la trilogía las respuestas que buscaba. En esta ocasión no existe el elemento amoroso de las cintas anteriores, por lo que el guión se centra en la adrenalina. El director Paul Greengrass se luce con persecuciones impecablemente filmadas, además de que dota la película con un estilo de cámara en mano y falso documental, lo que la vuelve aún más electrizante. El mérito de la saga Bourne es que, aparte de entretener, ha sabido poner al día el cine de espías. ~
Realpolitik poselectoral
Tras las elecciones generales del 20D, PSOE y Podemos han situado unas líneas rojas que prometen no traspasar pero que finalmente tendrán que traspasar.
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