Hace tiempo que el cine de Woody Allen padece de altibajos, y su empecinamiento en realizar una película al año hace más notorio su desgaste creativo. Aun así, sus cintas suelen estar mucho mejor logradas que la mayoría de las producciones de la cartelera comercial. En Los inquebrantables hace su propia versión del mito de Caín y Abel, y para ello reclutó a dos actores con mucho carisma pero con evidentes limitaciones: Ewan McGregor y Colin Farrell. A ambos les cuesta trabajo estar a la altura de esta tragedia shakespeareana, en la que el dinero, el amor, los lazos familiares y el crimen terminan llevando a la ruina a dos hermanos muy diferentes entre sí: uno apostador y mediocre, el otro ambicioso y sin escrúpulos. Un filme que se deja ver, pero que está muy lejano del mejor Allen. ~
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