Crueldades mexicanas

Aร‘ADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

El diablo entre las piernas, llegada a nuestras pantallas grandes con mรกs de un aรฑo de retraso por las consabidas crisis sanitarias, es la obra de un maestro en sus late seventies que sigue siendo capaz de lo mรกs atrevido, lo inquietante, lo inesperado, dentro de lo que uno espera de รฉl, que es todo. Aunque cineasta de muy extensa obra, y como cualquier otro gran prolรญfico un desigual, Arturo Ripstein, que debutรณ en la direcciรณn a los veintidรณs aรฑos, ha hecho brillantes adaptaciones de grandes narradores contemporรกneos (Rulfo, Garcรญa Mรกrquez, Donoso, Silvina Ocampo, Naguib Mahfuz), sin dejar de adentrarse esporรกdicamente en los clรกsicos, Maupassant, Flaubert, y el mismรญsimo Sรฉneca, en uno de sus mejores tรญtulos, Asรญ es la vida… (2000), que tomรณ como base la Medea del escritor cordobรฉs. Conviene seรฑalar que desde 1985 Ripstein cuenta de guionista con la siempre excelente Paz Alicia Garciadiego, que en El diablo entre las piernas confecciona diรกlogos y situaciones de memorable ocurrencia, desarrolladas en unos pocos escenarios, la casa amontonada, la peluquerรญa, el salรณn de baile, el tรฉtrico hotel de paso, todos ellos dotados, en una bellรญsima fotografรญa en blanco y negro, del genio del lugar.

Ripstein empieza con uno de sus caracterรญsticos planos-secuencia, dominio en el que es un virtuoso, presentando a los tres protagonistas, la sirvienta joven y el matrimonio viejo que se ama con un odio enraizado en el deseo, pues se trata de una pelรญcula que, mรกs allรก de su tan expresivo tรญtulo, explora, sin agotarlos ni atenuarlos, los vericuetos de la sexualidad, mostrada con gran franqueza y esa crueldad mordiente que nunca falta en la filmografรญa de Ripstein. Garciadiego, por su parte, resalta en la exquisitamente popular poesรญa de sus palabras cualquier peripecia, cualquier giro del relato, como cuando hace decir a uno de sus personajes, sentenciosamente, que โ€œlos hijos son una trampa de la biologรญa, esa cabronaโ€, o, en tono mรกs festivo, por no decir sarcรกstico, el esposo anciano afirma que la esposa infiel gustaba de ser poseรญda a veces por tres hombres en un mismo dรญa, acabando asรญ con โ€œel coรฑo floreadoโ€. Claro que la infidelidad es general en el cuadrilรกtero que forma el matrimonio, la criada brusca y la amante del marido, la peluquera de seรฑoras que interpreta con su habitual resplandor una actriz-fetiche ripsteiniana, Patricia Reyes Spรญndola. De hecho, la fidelidad conyugal estรก tratada en el filme como un sucedรกneo, un pobre negociado del amor, y eso se subraya en un par de escenas en las que la esposa-instructora trata de seducir a un seรฑor que toma con ella lecciones de tango; el salรณn de baile nunca se ve en su localizaciรณn, sino al trasluz de unos oropeles que dejan entrever a los bailarines y oรญr los parlamentos de otro grandรญsimo intรฉrprete, Daniel Gimรฉnez Cacho, que hace del hombre casado huidizo de la tentaciรณn.

Despuรฉs de dos horas de colisiรณn e improperios, El diablo entre las piernas tiene dos finales, a cual mejor. En los 120 primeros minutos, la esposa ha sido la imagen de lo que el gran poeta mexicano Josรฉ Juan Tablada definรญa como โ€œMujeres fire-proof, a la pasiรณn inertes, / Llenas de fortaleza, como las cajas fuertesโ€. En los 25 minutos restantes esa mujer de Ripstein a prueba de fuego va sin maleta a un hotel deslucido y toma una habitaciรณn individual: va allรญ a seducir, no a morir, que es lo que teme el encargado de la recepciรณn, quien en un monรณlogo de dimensiรณn shakesperiana se queja de su destino de recepcionista de mujeres suicidas, aunque sucumbe, รฉl sรญ, a las llamadas carnales de la transitoria huรฉsped entrada en aรฑos. Pero pasan tres meses de esos hechos, como advierte un rรณtulo a modo de epรญlogo, y la cรกmara fija y rรกpida de Ripstein hace un largo recorrido secuencial en steadycam por todo el decorado de la casa de la pareja, que vemos en su integridad, y acaba en la salita donde el viejo marido espera a la esposa con su rencor de siempre. Mientras la criadita, no menos infiel, se sitรบa en un extremo del encuadre, el marido le lee a la mujer los diarios de ella, donde se contiene todo un memorial de agravios que la lujuria mutua no ha podido evitar, o tal vez exigรญa. La escena, el decorado y ciertos elementos de la historia me hicieron recordar otra de las obras maestras de Ripstein, El castillo de la pureza, de 1972, que bajo su tรญtulo de resonancias u homenaje al Octavio Paz comentarista de Duchamp escondรญa un cuento cruel sobre la intransigencia y las iluminaciones perversas.

Me resultรณ elocuente ver, en los mismos dรญas que El diablo entre las piernas, Nuevo orden de Michel Franco, estupendo director mexicano de una generaciรณn que yo dirรญa filial de Ripstein. Ya en su debut premiado en Cannes, Despuรฉs de Lucรญa (2012), vi en Franco la impronta, cuando menos formal, de Ripstein, en su inicial y muy largo plano de arranque desde el interior de un automรณvil hasta el รบltimo y lacerante, en una lancha motora. Y para ambos cineastas la violencia, รญntima o institucional, es un trasfondo esencial, por mucho que a veces, sobre todo en el caso del mรกs veterano, la comedia y aun el esperpento asomen. En su crudelรญsima parรกbola distรณpica, Franco hace mรกs pirotecnia, una artesanรญa que no es ripsteiniana, dirรญa yo. Lo que sรญ es de Ripstein y estรก en Michel Franco es la exasperaciรณn de la frialdad, que de ese modo extremo alcanza altos grados de incandescencia. Tal vez sea esa la marca de una cierta tendencia actual del cine mexicano que cuenta, a mi juicio, con Arturo Ripstein como fรฉrtil inspirador y chef de file indiscutible, teniendo รฉl a su vez por encima el hรกlito tutelar, casi paternal aunque burlรณn, de Luis Buรฑuel. ~

+ posts

Vicente Molina Foix es escritor. Su libro
mรกs reciente es 'El tercer siglo. 20 aรฑos de
cine contemporรกneo' (Cรกtedra, 2021).


    ×

    Selecciona el paรญs o regiรณn donde quieres recibir tu revista: