El horror comparece a diario en la vida real, y cuando no hay naufragio, bomba suicida ni tornado, los noticieros destacan morbosamente la desapariciรณn de un industrial o la reyerta en una verbena, sin explotar lo bastante el filรณn de la polรญtica, en que abundan las criaturas de frankenstein del populismo, el vampirismo de las voluntades, los borregos vestidos de licรกntropos. Quizรก por esa razรณn se ha hecho consuetudinario que el cine, que lleva cien aรฑos largos desarrollando popularmente las raรญces del gรฉnero, desde la monstruosa a la hemorrรกgica, ahora lo aborde solapadamente, como un efluvio del aire de los tiempos. Se ven cada vez mรกs pelรญculas que no se presentan sujetas al canon terrorรญfico y luego lo introducen, como de contrabando, en el discurso social o sexual. Asรญ sucede en dos recientes obras fallidas, Abracadabra de Pablo Berger y El amante doble de Franรงois Ozon, aunque como sus autores son consumados artistas al espectador le cuesta un poco darse cuenta del estraperlo de gรฉneros que ambos llevan a cabo. Pero acaban dejando la sensaciรณn, al menos en mรญ, de que el esperpento social de la primera y la psicosis monozigรณtica de la segunda habrรญan dado mรกs juego emocional y un superior dividendo artรญstico eludiendo el chafarrinรณn de las posesiones infernales que Berger se saca de la manga o los desangelados brotes sรกdico-ultraterrenos de Ozon.
En ese sentido, tiene mรกs consistencia y menos pretensiรณn Verรณnica, la nueva pelรญcula de Paco Plaza, coautor de dos de los tรญtulos de la saga [rec] y autor total del mejor de los cuatro, Gรฉnesis, que hace en este caso una fusiรณn entre el cine de barrio (modalidad Ken Loach) y el demonismo ocultista. Aunque soy consciente de la militancia de Plaza en el campo de la fantasรญa, el realista que llevo dentro me hizo suspirar en muchos momentos por un desarrollo mรกs amplio, y casi unรญvoco, de la parte โclaraโ de Verรณnica: la crรณnica social de los primeros aรฑos noventa en Vallecas, que adquiere en esta dislocada historia sobre el poder y el peligro de la gรผija una densidad y una veracidad que ya querrรญan para sรญ los seguidores espaรฑoles de Loach. Cuenta ademรกs el director un gran reparto: la bella naturalidad de la debutante Sandra Escacena, y el lujo de unas secundarias de primera fila, Ana Torrent, Sonia Almarcha, Maru Valdivieso; reconozco que Leticia Dolera estรก tan bien caracterizada en su cameo que no me enterรฉ de que era ella hasta leer el reparto final. He de confesar tambiรฉn que no creo en el mรกs allรก, ninguno, lo que me impide disfrutar con conocimiento de causa de las levitaciones y estremecimientos que el cineasta valenciano rueda con tanta chispa.
La fusiรณn de Plaza no aspira a lo experimental, al contrario que la de Amat Escalante en La regiรณn salvaje, cuya protagonista por cierto se llama, casualidad de las casualidades, Verรณnica. El mexicano nacido en Barcelona y crecido en Guanajuato (aquรญ hablamos en enero del 2014 de su anterior y extraordinaria Heli) tiene ya, con cuatro largometrajes en su haber, una de las personalidades mรกs descollantes del cine actual, volcada en el tratamiento de una violencia sin explicaciones reflejada con extrema crudeza pero sin espectรกculo. La historia de La regiรณn salvaje trascurre, como en otras ocasiones anteriores de su filmografรญa, en Guanajuato, hermosa ciudad en sรญ misma proclive a lo mรณrbido, lo macabro y lo subterrรกneo, y segรบn lo ha contado el propio Escalante, las primeras versiones del guion coescrito con Gibrรกn Portela carecรญan del โelemento fantรกsticoโ. Insatisfecho y paralizado, el director optรณ por rehacer el libreto introduciendo a un extraterrestre en la trama naturalista, con dudas al principio sobre la conveniencia de que la criatura apareciese o no fรญsicamente. Su confesada admiraciรณn por Cronenberg y Dario Argento, por la pelรญcula Robocop, las fotografรญas sadomasoquistas del japonรฉs Nobuyoshi Araki, el cine de visiones exacerbadas de Andrzej ลปuลawski, le llevรณ a incluirlo, y los peligros de hacer caer en el ridรญculo una pelรญcula que elude absolutamente la formalidad, el sonido y la imaginerรญa terrorรญfica, Amat Escalante los conjura formidablemente, articulando con asombrosa coherencia una parรกbola sobre el deseo, sus lรญmites, sus goces, sus condenas, su capacidad de obsesionarnos y hacernos sufrir.
El extraterrestre aparece lateralmente en la primera secuencia de La regiรณn salvaje agitando un tentรกculo aรบn por definir, y acaba siendo, como todos los monstruitos creados con efectos especiales, viscoso y repelente, aunque se trate de un generoso dispensador de favores. Es un tropo de irresistible encanto que el sujeto viviente que mรกs placer da y mรกs รฉxito tiene con mujeres y hombres sea un compuesto gigante de insecto y molusco octรณpodo acogido en una cabaรฑa de ecologistas trasnochados, donde opera sus artes de seducciรณn en una especie de galpรณn o garaje. Sus protectores y en cierto modo empresarios le consideran โla parte primitivaโ de los animales que por el campo pastan, y hay una escena estupenda de un tropel de cรฉrvidos y otros mamรญferos follando a mansalva en una hondonada, como representantes de un instinto selvรกtico incontaminado por la culpa o la convenciรณn social. La pelรญcula no tiene la implacable sanguinolencia de Heli ni la brutalidad serena, en alguna secuencia placentera, de su segundo largometraje Los bastardos (no conozco el primero, Sangre), pero el deslizamiento sutil, incomprensible a veces, entre lo animal y lo humano, entre el dolor y el gusto, se apodera tambiรฉn del espectador de esta pelรญcula tan turbadora como inolvidable. ~
Vicente Molina Foix es escritor. Su libro
mรกs reciente es 'El tercer siglo. 20 aรฑos de
cine contemporรกneo' (Cรกtedra, 2021).