El teatro como afirmaciĆ³n

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El teatro argentino se reinventĆ³ a sĆ­ mismo a principios de los noventa, cuando de las cenizas que dejĆ³ la dictadura, que enmudeciĆ³ a varias generaciones de creadores, naciĆ³ una potente corriente de actores, directores y autores. Entonces surgiĆ³ la “nueva producciĆ³n porteƱa”, tĆ©rmino acuƱado por el director RubĆ©n Szumacher, que integra a un plural y diverso grupo de voces cuya primera y mĆ”s importante renovaciĆ³n es la escritura, una dramaturgia fronteriza que busca la deconstrucciĆ³n del lenguaje y que le otorga un nuevo sentido. Esta “nueva escritura” se complementa con una “nueva direcciĆ³n escĆ©nica” que se opone al dogmatismo de la razĆ³n y que juega a la representaciĆ³n como simulacro, lo que confiere a todos los montajes un carĆ”cter fragmentario y complejo. El teatro ya no es un discurso plano, sino una experiencia interdisciplinar y fronteriza. EspaƱa no ha sido ajena a esta renovaciĆ³n: instituciones como la Casa de AmĆ©rica, festivales como el FIT de CĆ”diz o el Grec de Barcelona, y directores como Guillermo Heras, han dado a conocer esta “nueva producciĆ³n porteƱa” en nuestro paĆ­s. Recientemente ha visitado la capital Javier Daulte, uno de los autores y directores claves en Argentina en los aƱos noventa, al que conocemos por obras como Gore, Fuera de cuadro o Criminal. Aprovechando su estancia en Madrid, donde estrenĆ³ Intimidad de Hanif Kureishi, Daulte hablĆ³ con Letras Libres.

Cuestionarse la existencia de una nueva dramaturgia argentina es, hoy por hoy, impensable. ĀæComo respuesta a quĆ© situaciĆ³n surge? ĀæQuĆ© circunstancias escĆ©nicas, sociales y polĆ­ticas favorecieron su apariciĆ³n?
     Terminada la dictadura el panorama teatral se encontraba devastado, porque una generaciĆ³n completa de creadores habĆ­a sido abortada por el sistema represivo y porque no se sabĆ­a de quĆ© debĆ­a hablar el teatro. Se decĆ­a que no habĆ­a nuevos autores, pero lo que sucedĆ­a era ā€”y ahĆ­ entramos en escena los que ahora somos llamados la nueva generaciĆ³n autoral argentinaā€” que los textos, a comienzos de los noventa, no respondĆ­an ideolĆ³gicamente a lo que se suponĆ­a importaba en los tiempos de posdictadura. De nuestros textos se decĆ­a que eran frĆ­volos o “extranjerizantes”. TardĆ³ aƱos en establecerse un nuevo paradigma. Nosotros escribĆ­amos lo que querĆ­amos, pero resultaba que no era esa la premisa heredada. Tardamos en descubrir que tenĆ­amos no sĆ³lo el derecho sino el deber de escribir lo que se nos antojara y que eso se constituyera en la poĆ©tica nueva. Los que se ocupan de la teorĆ­a teatral no podĆ­an encontrar una etiqueta unificadora y nos unificaron con el tĆ­tulo de lo diverso. Lo que se recuperĆ³ es el hecho de que la escritura teatral se volviese a ocupar de lo que no pudo ocuparse durante muchos aƱos: de su propia especificidad. El teatro debe hablar del teatro, no de otra cosa.

A veces se les ha acusado de que no son polĆ­ticos o comprometidos…
     Tengo una convicciĆ³n: los contenidos no pueden escribirse. Creo que el compromiso con la realidad es un hecho que estĆ” dado. No se lo puede forzar. Si mi lugar en el mundo es el que es, tiene que ver con mi conexiĆ³n con la realidad. Soy un ser en el mundo en constante contacto con lo que sucede en este mundo. Mi quehacer es tambiĆ©n parte de este mundo. El diĆ”logo entre mĆŗltiples realidades es constante. Todos somos parte de la realidad. Pero los que nos dedicamos al arte no estamos por encima de nadie como para decirle lo que debe pensar o hacer sobre tal o cual cosa. Tampoco el teatro es un noticiario donde informamos a los desinformados espectadores sobre las injusticias que ocurren en el mundo. Si uno va al teatro a ver una obra sobre la RevoluciĆ³n Francesa y sale entusiasmado, no sale con ganas de hacer la revoluciĆ³n sino con ganas de hacer teatro.

Frente al pasado “teatro realista”, Āæpor quĆ© caminos y con quĆ© resultado transita la escena argentina actual?
     Los nuevos caminos son mĆŗltiples. En el mĆ­o particularmente me dedico a construir argumentos bastante disparatados, pero el tratamiento escĆ©nico y el trabajo de los actores es de un extremo realismo. Yo le llamo hipernaturalismo. El realismo, que estuvo en un momento del lado de los argumentos, yo lo he trasladado a lo visual y al terreno de los comportamientos. Algo que los norteamericanos vienen practicando desde hace aƱos, sobre todo en el cine, con otros objetivos.

Pellitieri define su teatro como “pesimismo intenso” ĀæEstĆ” de acuerdo?
     Yo no creo que mi teatro sea pesimista. QuizĆ” el argumento de las obras lo sea. Pero el hecho de escribir y hacer teatro es una afirmaciĆ³n. Un verdadero pesimismo nos llevarĆ­a a cualquier cosa, pero no a hacer teatro. ~

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