Julio Scherer García –quizá el mejor periodista mexicano del siglo XX– nació en la Ciudad de México el 7 de abril de 1926. De joven, durante el periodo alemanista, fue testigo del maltrato a su padre a cargo de un funcionario prepotente. Cursó estudios de derecho y filosofía en la UNAM, sin mucho entusiasmo. “Sin orden en los estudios, debes iniciarte en algún trabajo”, le dijo Pablo Scherer, su padre (J. Scherer, La terca memoria). Fue así que se inició en el periodismo, como reportero de Excélsior a los 21 años.
Comenzó como reportero en La Extra. Publicó su primer texto el 26 de marzo de 1948. Pasó luego a las planas de Excélsior, diario del cual llegó a ser director. Luego del golpe que el presidente Echeverría ejecutó en su contra, salió de Excélsior y fundó Proceso, uno de los medios más influyentes en la incipiente transición democrática. En Proceso escribió reportajes, entrevistas y artículos. El 11 de enero de 2015 publicó su último texto. Narra en él sus últimos días en el hospital: “Me había prohibido pensar en el trabajo a largo plazo. Considerando que habría sido como girar sobre mí mismo para terminar en el punto de partida. Acariciaba una frase: morir a tiempo” (Scherer, Periodismo para la historia).
Entre 1948 y 2015 pasaron muchas cosas en México y en el mundo. La guerra de Corea, la Guerra Fría, la guerra de Vietnam, el apartheid y el fin del apartheid, el ascenso y la caída de Salvador Allende, el golpe orquestado por la CIA en contra de Jacobo Árbenz en Guatemala, la llegada de los militares en Brasil, Perú, Chile, Argentina, Paraguay y Uruguay, la construcción del Muro de Berlín, la esperanza que despertó Fidel Castro y luego su feroz dictadura, la invasión de Bahía de Cochinos, la muerte del Che Guevara, la matanza de Tlatelolco, el Premio Nobel concedido a Gabriel García Márquez y luego a Octavio Paz, la llegada del hombre a la Luna, y muchísimos acontecimientos más. Todos ellos merecieron el asombro, la indignación o la admiración de Julio Scherer como periodista. Escribió alrededor de veinte libros, entre los que se cuentan Siqueiros. La piel y la entraña, Los presidentes, La terca memoria, La reina del Pacífico: es la hora de contar, Calderón de cuerpo entero. “Soy una persona que existe a partir de los sentidos, no de mi inteligencia”, escribió en Vivir.
Un mes antes de la matanza de estudiantes en Tlatelolco, Julio Scherer fue nombrado director de Excélsior. La edición vespertina de ese diario, Últimas Noticias, cubrió la represión. Varios editorialistas criticaron la salvaje acción del gobierno. Este hecho marcaría el destino periodístico de Scherer. Excélsior se convirtió en la tribuna de la clase media en contra del autoritarismo de Luis Echeverría, disfrazado de “apertura democrática”. Alojó en sus páginas a varias de las inteligencias más lúcidas de México, como Daniel Cosío Villegas, Hugo Hiriart, Miguel Ángel Granados Chapa, Jorge Ibargüengoitia; dio también espacio a Plural, dirigida por Octavio Paz, extraordinaria revista cultural.
A nueve años de su fallecimiento, Rafael Rodríguez Castañeda y Rogelio Flores Morales reunieron en un grueso tomo un conjunto de reportajes y entrevistas de Julio Scherer bajo el título de Periodismo para la historia. Más que una antología se trata de una reunión de textos. Una antología discrimina, busca ofrecer lo mejor de un autor. No es el caso. Este libro, un volumen de casi setecientas páginas, no reunió lo mejor de Scherer (prefirió, por ejemplo, incluir una entrevista con María Félix que la gran entrevista que le hizo a Octavio Paz); su interés, y esto me parece muy loable, es servir de ejemplo, con notables piezas periodísticas, a los jóvenes que estudian periodismo. Es un libro de periodismo en acción con fines pedagógicos. La antología no incluye tampoco fragmentos de sus libros, solo lo publicado en Excélsior y Proceso. Extraña decisión, ya que en sus libros se encuentran varias de las piezas periodísticas más notables de Scherer.
Como material de lectura, o volumen pedagógico para futuros periodistas, Periodismo para la historia ofrece un amplísimo conjunto de reportajes de primer orden, como son los dedicados al golpe de Estado en Guatemala en 1954, el despertar de Japón como potencia en 1961, el resurgimiento del peronismo en Argentina en 1962, el recrudecimiento de la guerra de Vietnam en 1966, la Primavera de Praga en 1968, la lucha por el poder en China en 1971, el apartheid en Sudáfrica en 1974, las hambrunas en Bangladesh ese mismo año, Chile bajo la bota militar en 1975. El libro cierra con un breve conjunto de textos de Scherer sobre el oficio de periodista.
Julio Scherer fue un hombre apasionado, un periodista de gran intuición, de prosa afectada. Moralista y católico, intransigente tratándose de la verdad, fue un crítico pertinaz y valiente del sistema político mexicano. Un hombre íntegro. Que en estos días vivamos el ocaso de la democracia mexicana y que el periodismo trabaje bajo acecho permite ver la labor de Julio Scherer en su justa dimensión: una vida y obra ejemplares. Modelo del periodismo en acción. ~