Hiriart o el incendio petrificado

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Hugo Hiriart

Galaor / รmbar

Ciudad de Mรฉxico, DeBolsillo, 2019, 280 pp.

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Cรณmo leer y escribir poesรญa / El arte de perdurar

Ciudad de Mรฉxico, DeBolsillo, 2019, 216 pp.

El lector sometido a la vorรกgine de la realidad y los torrentes de la literatura cuenta con peculiares islas de paz. Hugo Hiriart (Ciudad de Mรฉxico, 1942) es una de ellas, y de las ejemplares. De manera especial esta reediciรณn de cuatro libros breves, separados en el tomo โ€˜Novelas Iโ€™, que incluyen dos: su primera, Galaor (1972), premio Xavier Villaurrutia de 1973, y รmbar (1990); y un segundo tomo, ensayรญstico, que comprende el aparentemente apacible manual Cรณmo leer y escribir poesรญa (2003) y El arte de perdurar (2010). Se trata de los extremos de un arco temporal que se extiende por 38 aรฑos, templado por un editor que ha dado en el blanco para la difusiรณn de este original e inquietante escritor. Estoy seguro de que lectores de otros รกmbitos de Amรฉrica Latina, seguidores de Hรฉctor Libertella o Luis Chitarroni, de Armonรญa Somers o Joรฃo Gilberto Noll, encontrarรกn afinidades, no similitudes. Hiriart sigue imperturbable, nada ha envejecido porque nada fue sacrificado a la urgencia de las generaciones de turno pero tampoco a un clasicismo de manual. Tengo que retrotraerme a mi primera lectura de este autor, dรฉcadas atrรกs, con un ensayo titulado Sobre la naturaleza de los sueรฑos (1995). No puedo resumir lo que leรญ โ€“perdida lamentablemente esa primera ediciรณnโ€“ sino apenas referir que su ensayo era escurridizo pero la textura de su reflexiรณn se fijaba en mi percepciรณn por una fuerza primigenia para volver sobre un tema agotado por funcionalidades teรณricas. En estas dos novelas el sueรฑo se plasma como el รกmbar que da tรญtulo a una de ellas, sueรฑo narrativo parecido a un โ€œincendio petrificadoโ€, imagen reveladora del mismo autor que resume de manera especular el rango de su prosa y de su creaciรณn. Quizรกs esta sea la mejor manera de acercarse a su estilo, mรกs que parafrasear o resumir las tramas, peripecias, personajes y paisajes onรญricos de Galaor y รmbar. Son novelas escritas por alguien que ha atravesado con pausa el infierno autoconsciente de lo contemporรกneo y que visita, ya sin candor, el perdido mundo de las novelas de caballerรญas y los relatos bizantinos con una luz irรณnica que no las mimetiza con el gรฉnero sino que lo reinventa. En ambas novelas hay un viaje de bรบsqueda pero la convenciรณn se transforma y estalla. O se incendia.

Galaor y รmbar son novelas soรฑadas, y que estรฉn juntas muestra un bien expuesto orden de sofisticaciรณn. Como ocurre con los sueรฑos, no hay que descifrarlos, acaso resumirlos, pero ni eso harรฉ, y menos caer en el reduccionismo de lecturas simbรณlicas o alusivas o en clave, si no fuera porque con cualquier precaria instrumentalizaciรณn, aunque dejarรญa pepitas de oro, se perderรญa la belleza superior por intervenir en la joya. La aventura de Galaor parte de la estructura mรญtica de la princesa suspendida โ€“Brunildaโ€“ por una maldiciรณn que la condena a la espera de su liberador. Sin embargo, lo que parece el relato mรญtico de la Bella Durmiente se convierte en una digresiรณn de aventuras peregrinas que remite a las interminables novelas espaรฑolas e italianas en la que fue protagonista Galaor, prรญncipe de Gaula y hermano del mรญtico Amadรญs. Aquรญ Galaor ha dado muerte al Automedonte, un puerco gigantesco, pero tambiรฉn ha cazado por accidente a la avestruz de Nemoroso, que en restituciรณn le pide un Cameleopardatis, y ademรกs sugiere que su captura le concederรก tambiรฉn el despertar y la entrega de Brunilda. Galaor viajarรก hacia el Hombre de las Pieles, que posee ese animal mรญtico, atravesarรก el jardรญn de las trescientas jornadas y conocerรก a Diomedes el Constructor, quien comete el yerro decisivo: โ€œnegarse a aceptar que puede haber belleza y perfecciรณn en lo que no se entiendeโ€. Capturarรก al Cameleopardatis, pero nada saldrรก como supuso y como se espera de las parejas en las novelas bizantinas.

Entre tanto, los diรกlogos de la novela โ€“la actividad teatral de Hugo Hiriart les da una textura histriรณnica peculiarmente humorรญstica y, al mismo tiempo, una pulsiรณn de diรกlogo socrรกticoโ€“ se convierten en una reflexiรณn puntillosa sobre el sentido de la vida y la โ€œestrafalaria majestad del orden por ellos creadoโ€. A diferencia de Galaor, aunque dentro del mismo orden estrafalario, รmbar es formalmente mรกs compleja como narraciรณn interpuesta. En un jardรญn mediterrรกneo, Eric el Gordo, un hombre de mรกs de sesenta aรฑos, conversa con un interlocutor oculto del que nunca se sabrรก nada, y evocarรก su juventud como joven policรญa en Bogonsor, regiรณn o paรญs rico en รกmbar. Serรก precisamente el codiciado รกmbar lo que desata una persecuciรณn encargada por el Comisionado al cazador George Corbett, quien se llevarรก a Eric y a otros personajes, tras los rastros de un enloquecido Kluski que ha impuesto, al parecer, un rรฉgimen de terror. Cuando el lector empieza a sospechar que ha entrado en una relectura de la bรบsqueda del Kurtz de El corazรณn de las tinieblas, su Kluski aparece a mediados del viaje y la aventura se difumina en una pesadilla todavรญa menos previsible. Como ocurre con la poesรญa, y como acentรบa Hiriart con una claridad que inevitablemente hay que llamar diรกfana y cristalina, no es necesario explicarse ni la poesรญa ni el sueรฑo ni estas dos novelas para disfrutar esa quรชte onรญrica que lo acerca a las novelas surrealistas de Gracq, Savinio, el Italo Calvino de El barรณn rampante o El vizconde demediado, e incluso al chileno Braulio Arenas con su novela gรณtica El castillo de Perth.

Lo anterior revela que la disposiciรณn editorial de esta biblioteca Hugo Hiriart es acertada con estas novelas y con los ensayos sobre cรณmo leer y escribir poesรญa y la teorรญa sobre la perduraciรณn artรญstica en dos casos que parecen cercanos por sus mutuas referencias pero que son antitรฉticos entre sรญ: el de Alfonso Reyes y Borges. Casi sugiero leer primero estos ensayos y lue- go entrar en sus novelas. ยฟInteresa ahora esta prosa de la templanza sobre las peregrinaciones caballerescas o los relatos bizantinos? ยฟEste fresco espesor de agua clara puede ser aprehendido por una mirada contemporรกnea que espera rรกpidas oscuridades? El peatรณn que salta de un enlace a otro de internet, de una calle rugiente a un tiroteo en televisiรณn o en la esquina del barrio, ยฟquiere o necesita esta prosa de pulida petrificaciรณn y esmalte que contiene los incendios soรฑados que la razรณn no puede atrapar? Probablemente no, pero si se arriesga y por una vez acepta con goce que la literatura no da cuenta de la realidad sino que la sabotea, interpela y reinventa, la distancia clรกsica de Hiriart opera y seguirรก operando sin descanso. El autor no escribe versos pero tiene en sus novelas una poesรญa tan precisa como la mรฉtrica que analiza, sobre todo con ese mismo enigma que no se puede resolver y que pide sumergirnos en รฉl sin que la razรณn haga muchos aspavientos.

Que El arte de perdurar proponga la pregunta incรณmoda y hasta cierto punto inรบtil de por quรฉ Reyes no alcanza el rango que tiene Borges tiene una respuesta compleja en sus reflexiones y tambiรฉn en su propia obra. Aplicado el procedimiento hacia sus referentes alfonsinos y borgianos, pero revertido hacia รฉl mismo, ยฟcuรกl es o serรก, en las prรณximas lecturas y relecturas, la obra central de Hiriart? Segรบn รฉl, Reyes no la tuvo por ser โ€œcortรฉs y civilizadoโ€, y puede que Borges tampoco la tenga en su biblioteca descomunal, pero el fulgor borgiano es hiriente en cualquier parte porque es un autor โ€œsentencioso, dacroniano y perfectoโ€, y remarca: โ€œarbitrario, iconoclasta e imperiosoโ€, resumiendo Hiriart que la fama, a fin de cuentas, rechaza toda razonable opacidad. Por supuesto, no estรก justificando cualquier irreverencia gratuita. Borges atempera sus furores con un dominio clรกsico, pero no es su objetivo final, sino la estratagema de un autor que con discreto bombรญn baja a los sรณtanos donde el Universo se contrae en el vertiginoso Aleph. Hiriart sigue por esta senda, sin los arabescos verbales de Borges, pero igual de arbitrario e iconoclasta, solo que con una serena prosodia prรณxima a Augusto Monterroso.

El lector no puede perderse tampoco los breves ensayos finales de El arte de perdurar donde ronda la luz perfecta en Rubens, Hokusai, Giotto, Cervantes, Leonardo y Velรกzquez, y que puntualiza su sentido cuando observa que โ€œla luz, en tanto luz, solo se percibe cabalmente en combate con su opuesto, la oscuridad. Asรญ nacen los dramas de la luzโ€. Y este tambiรฉn podrรญa decirse que es el drama feliz de Hiriart: muestra la oscuridad para que se perciba la luz. Ut pictura poesis una vez mรกs, pero que Hiriart no solo declara sino que cumple porque estas ideas proyectan un brillo casi enceguecedor en una creaciรณn literaria que no se somete ni al trajรญn de la รฉpoca ni a sus tendencias de moda. La prosa de Hiriart tiene la virtud de lo que queda intocable en el embalsamamiento colorido del รกmbar. Quรฉ placer su contemplaciรณn, su tiempo detenido, que sigue incendiando el mundo. Y lo que en principio parecรญa una isla de paz en el torrente de las ruidosas generaciones y conflictos de รฉpocas termina siendo el lugar idรณneo para hablar sobre los delirios de los hombres y mujeres de cualquier รฉpoca. Celebro esta naciente ediciรณn de la biblioteca Hugo Hiriart y lo revelador que puede ser su difusiรณn en el รกmbito de la lengua espaรฑola. ~

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(Ecuador, 1969) es escritor. Su novela mรกs reciente es La escalera de Bramante (Seix Barral, 2019).


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