La gratitud y la posibilidad

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En el 2003, Arwen Curry tuvo la idea de hacer un documental sobre la vida y la obra de Ursula K. Le Guin, una autora cuyos libros amaba y a la que siempre admiró por su imaginación, su buen humor y sus sensatas pero feroces opiniones en contra de la violencia, las desigualdades y el régimen capitalista. Sin embargo, Arwen no tenía experiencia alguna en hacer documentales. Le quedaba, entonces, aprender. Y así lo hizo: se graduó de periodismo y desde el 2008 fue especializándose con la idea de, algún día, realizar ese proyecto.

Diez años después, el resultado es Worlds of Ursula K. Le Guin, un documental de apenas 68 minutos en donde la pericia que Curry adquirió hace palpable, por así decirlo, el proceso de conocer a una persona como Ursula, y de descubrir, poco a poco, la multiplicidad de matices que tiene su obra literaria, la profundidad y el alcance de sus ideas. No deja de ser curioso que en varias entrevistas la directora tenga que responder por qué le llevó tanto tiempo: vivimos días frenéticos en los que pareciera que si se dedican diez años a una sola cosa es porque tuvo que ocurrir algo, tuvo que haber obstáculos. Y sí, los hubo, y sucedieron varias cosas: “[En] parte pasó lo que con muchos documentales: encontrar financiamiento siempre es difícil”, dice Curry en entrevista con Motherboard. “La otra parte fueron acontecimientos en mi vida: me casé, tuve dos niños. Lo bueno de que haya tardado tanto es que durante esa década conocí a Ursula, pasé tiempo con ella y establecí la relación que, me parece, se puede ver en el documental.”

Quizá estas circunstancias también hayan propiciado un proceso más acorde a la filosofía que Le Guin deja ver en su obra: quizá sostener una conversación durante diez años era la mejor manera de mostrar la trayectoria de la autora de Un mago de Terramar y La mano izquierda de la oscuridad, como si hubiera seguido el camino del agua del que hablaba Lao Tzu y que ella recuperó en una de las últimas entradas de su blog: “El agua elige el camino más bajo, no el camino principal. Da paso a cualquier cosa más difícil que sí misma, no ofrece resistencia, fluye alrededor de los obstáculos, acepta lo que le ocurre, se deja usar y, dividida y contaminada, no deja de ser la misma y de ir siempre en la dirección hacia la que debe ir.”

El documental no presenta la vida de la escritora a partir de una rigurosa cronología, sino de la evolución de su obra: comienza con la convicción literaria que Le Guin tenía desde muy joven (“Yo no quería ser escritora: yo escribía y ya”) y cómo esta ayudó a que sus escritos, peculiares e inclasificables, entraran en el reducido Club de Tobi de la literatura fantástica y la ciencia ficción de mediados de los años cincuenta en Estados Unidos. Alternados con el recuento de la manera en que urdió novelas como Los desposeídos, cuentos como “Los que se van de Omelas” u obras multimedia experimentales como El eterno regreso a casa, se suceden viajes hacia el desierto en el sureste de Oregón, escenario que inspiró Las tumbas de Atuan, o a la costa, que inspiró Un mago de Terramar, fotografías familiares, grabaciones y entrevistas con ella y con los autores del subgénero más destacados en la actualidad (Neil Gaiman y Margaret Atwood, entre otros). Pero son las dedicadas animaciones realizadas por Em Cooper y Molly Schwartz, llenas de color y textura, las que al irrumpir en la narrativa de esa vida con una temporalidad distinta y una atmósfera fantástica (a ratos oscura, a ratos luminosa, siempre cargada de misterio) dotan al documental de personalidad propia.

Sí, quizá sea esa amistad entre Arwen y Ursula, y el hecho de que el filme sea una larga conversación entre dos creadoras, lo que permite comprender cabalmente otro legado de Le Guin: ¿qué hay de la vida doméstica, que Ursula defendió con firmeza incluso dentro de la segunda ola del feminismo? ¿Qué hay de la vida en pareja, de construir un hogar? ¿Qué pasa si una se equivoca, y no alcanza a ver que su obra sigue partiendo de una posición patriarcal? ¿Cómo lidiar con la crítica, no solo con la de los hombres que menosprecian la escritura y la vida de las mujeres, sino la de las compañeras de ideas, de resistencia? En ese sentido, Worlds of Ursula K. Le Guin es una afectuosa y serena ventana a las posibilidades no solo de la obra vasta y magnífica de una autora, sino de las posibilidades de vida que hay para las mujeres creadoras (en todo caso, para las que tienen más suerte, o ciertas oportunidades): es posible construir un hogar, una vida y un arte propio a partir de la solidaridad y el apoyo de una comunidad; es posible equivocarse e incorporar ese aprendizaje, el que solo podemos obtener a través de la conversación con las otras, para redirigir nuestros pasos y crecer. Es posible oponerse a los discursos de opresión con valentía y con otra clase de fortaleza: una que favorece el humor y la sabiduría en lugar de la violencia.

El documental, sin embargo, está lejos de santificar la vida de Ursula K. Le Guin, de caer en la trampa de la ciega adoración de los ídolos literarios hipermasculinos a la que estamos acostumbrados; habría sido traicionar su persistente idea de que las utopías son por fuerza ambiguas, y que debemos tener cautela ante las ilusiones. Vemos a Le Guin reconocer la paradoja de escribir, desde su posición, acerca del despojo, la violencia y la explotación (y la influencia de sus padres, quienes ejercieron la antropología desde perspectivas diferentes, en su obra; sus historias son un permanente encuentro con el otro, acontecimiento siempre complejo, arduo, conmovedor). La vemos fumar pipa y ser un poquito esnob y hacer payasadas en la Worldcon y, de repente, gritar en un salón lleno de mujeres, como una travesura pero también como un claro desafío: “¡Hemingway era injusto y estaba lleno de mierda!”, y carcajearse enseguida.

“Mujeres como Ursula abrieron el camino para mujeres como yo”, dice Arwen Curry, y la muerte de Le Guin, ocurrida este año, ha llevado a que más mujeres reconozcan y agradezcan esa deuda, esa relación no solo con ella, sino con otras mujeres que labraron la tierra para que este presente pudiera fructificar. El documental va encontrando su lugar en distintos festivales alrededor del mundo, pero es importante decir que, como una manifestación de ese espíritu comunitario que es una de las apuestas filosóficas de Le Guin, solo pudo terminarse gracias a una campaña de Kickstarter. Los subtítulos en español fueron realizados por autoras españolas que quisieron proyectar el documental en la convención de ciencia ficción feminista AnsibleFest. Worlds of Ursula K. Le Guin ha tenido, hasta el momento, una sola proyección en México, organizada también por autoras, auspiciada por ellas y por un pequeño pero nutrido grupo de gente que la ha leído, o que deseaba conocerla más.

“Tenemos la mala costumbre […] de considerar que la felicidad es algo estúpido. Solo el sufrimiento es intelectual, solo la maldad parece interesante. Ésta es la traición del artista: rehusarse a admitir que la maldad es banal y el dolor terriblemente aburrido”, escribió Ursula K. Le Guin. A pesar del dolor y la injusticia que hay en todo el orbe, de la violencia que es especialmente sufrida por las mujeres en nuestros días, es grato y necesario pensar a través de trabajos como este que de pronto hay espacio para la esperanza: pensar que podremos vivir y crear y dejar más puertas abiertas a todas aquellas que llegarán y habitarán ese futuro incierto. ~

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(Ciudad de México, 1979). Narradora y ensayista, periodista de cine y literatura. Pertenece al colectivo de arte y ciencia Cúmulo de Tesla.


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