Se necesita feminismo. Municiones contra Trump

Las medidas que Trump ha anunciado y la actitud que ha mostrado desde la campaña y durante su tiempo en el cargo suponen un desafío cuyas dimensiones y consecuencias resultan difíciles de calcular. La respuesta debe ser inteligente, firme y serena. Aquí ofrecemos algunas propuestas en áreas como la diplomacia, la legalización de las drogas, el comercio, el periodismo, la defensa de los derechos de las mujeres y la cultura.
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La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca se ha vivido como una potencial amenaza para la mujer. El discurso soez y cosificador respecto del género femenino que caracteriza al nuevo presidente de Estados Unidos no solamente tiene un impacto simbólico sobre la percepción de las mujeres. Nada más tomar posesión de su cargo, Trump anunció la recuperación de la global gag rule –también llamada Política de la Ciudad de México–, que fue originalmente propugnada por Ronald Reagan en 1984. La norma impide la financiación de organizaciones no gubernamentales que proporcionen asesoramiento o ayudas económicas en relación con el aborto, y que promocionen su despenalización o la ampliación de sus supuestos.

De este modo, la medida de Trump podría acarrear un retroceso en las políticas relacionadas con la salud sexual y reproductiva, no solo dentro sino también fuera de Estados Unidos. A esta decisión se une la creciente presión del Partido Republicano para asfixiar financieramente a Planned Parenthood, una organización que, desde hace un siglo, trabaja en la salud reproductiva, ofrece educación sexual y proporciona información a hombres, mujeres y jóvenes en todo el mundo.

Las consecuencias de este tipo de políticas se hacen sentir especialmente entre los colectivos más vulnerables: los estratos sociales económicamente más bajos, las clases menos educadas y los inmigrantes, que deben hacer frente a un incremento de las enfermedades de transmisión sexual, de los abortos no seguros y de las muertes que a ellos van aparejadas.

Para un demócrata, resulta difícil hablar de cómo resistir a quien fue designado por la democracia. Porque, aunque no nos guste, debemos admitir que Trump ha llegado a la Casa Blanca por medio de una votación limpia. No cabe, por tanto, una resistencia a Trump, pero sí una oposición responsable y férrea. Cabe un compromiso cívico en defensa de los derechos de las mujeres allá donde sea posible. Desde Estados Unidos, presionando a los representantes, en las calles y en las instituciones. Y también fuera, contribuyendo en la difusión y la financiación de las organizaciones que promueven la salud sexual y reproductiva.

Hoy quiero las calles de América, y también las de Europa, llenas de hombres y mujeres feministas. Quiero que las columnas de opinión rebosen feminismo. Y también los libros, las canciones, las películas. Quiero una cultura feminista porque quiero una cultura comprometida con la salud y con la igualdad. Hace mucho tiempo que los occidentales no tenemos la ocasión de demostrar grandes proezas. Pues bien, el presente nos brinda ahora una oportunidad: podemos ser héroes, al menos por una legislatura. ~

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Aurora Nacarino-Brabo (Madrid, 1987) ha trabajado como periodista, politóloga y editora. Es diputada del Partido Popular desde julio de 2023.


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