Fue probablemente el รบltimo de los grandes intelectuales venezolanos que, en la mejor tradiciรณn del humanismo moderno, albergรณ la ilusiรณn de ser un homo universalis. Y tambiรฉn fue probablemente el รบltimo que vio en Venezuela un acuciante enigma e hizo de su afรกn por resolverlo una pasiรณn y un destino. Creo que, por muy dispares que resulten, estas dos facetas deberรญan figurar desde un comienzo en cualquier retrato que se esboce de Arturo Uslar Pietri (1906-2001). Pero casi enseguida tenemos que aรฑadir una tercera: la del pensador americanista, discรญpulo de Rodรณ y de Vasconcelos. Instancia mediadora, sin ella no se entienden las otras ni la equilibrada trinidad que acaban formando todas en un solo y mismo personaje. Y es que las tres fueron en verdad tan suyas y las cultivรณ con tanto esmero que, como muchos aรบn recordamos, se le sentรญa igualmente cรณmodo hablando de James Joyce, del mestizaje en el Caribe o de los ritos funerarios tibetanos. A veces, al calor de una charla, o en el transcurso de uno de sus programas divulgativos, llegaba incluso a pasar de un tema a otro, arrastrado por su entusiasmo y su vasta erudiciรณn. Faire du coq-ร -lโรขne llama la preceptiva francesa a este tipo de saltos. No he olvidado que, con ellos, Uslar Pietri hizo a menudo las delicias de aquellos estudiantes venezolanos que, allรก por los aรฑos setenta, solรญamos convertirlo en blanco de nuestra irreverencia. Hoy pienso que, en realidad, como el gran maestro que era, quizรกs nos estaba mostrando algo mรกs que entonces ni siquiera vislumbramos: el peso de esos varios siglos de aislamiento colonial que, al separarnos de los otros y, por ende, de nosotros mismos, nos seguรญan impidiendo concebir una cultura donde el amor por Venezuela, el interรฉs por los vecinos y las cosas del ancho mundo no fueran tรฉrminos contradictorios o necesariamente disonantes.
Hombre de sumas y no de restas, integrador y mรกs bien conciliante, creo que tampoco vio incompatibilidad alguna entre su temprana participaciรณn en la vida pรบblica y su no menos temprana vocaciรณn literaria, tal vez porque, en el mundo del que procedรญa, ni siquiera se planteaba la idea de una alternativa entre el foro y las letras. Su padre, el coronel Arturo Uslar Santamarรญa, hijo y nieto de prรณceres y liberales, habรญa llegado a ser gobernador y, durante varias dรฉcadas, gozรณ del favor de dos de nuestros mรกs feroces dictadores: el general Cipriano Castro y su compadre Juan Vicente Gรณmez. Por el lado materno descendรญa igualmente de una familia de doctores y notables que nunca vio en su origen corso una excusa para eximirse del deber de โhacer patriaโ. Obedeciendo a esta vieja exigencia de nuestra รฉtica romรกntica, y como muchos otros jรณvenes de su generaciรณn, Uslar Pietri ni pudo ni quiso, pues, escapar al llamado del foro. Es mรกs, no sรณlo acudiรณ a รฉl muy solรญcito sino que lo hizo con un entusiasmo que no habrรญa de menguar ni con los errores ni con los reveses ni con los aรฑos. Su primera hoja de servicios sigue siendo, hoy por hoy, el testimonio de una carrera precoz y fulgurante: fue diplomรกtico acreditado ante la Sociedad de Naciones a los veintitrรฉs aรฑos, presidente de la Corte Suprema del Estado Aragua a los veintiocho, director de Economรญa del Ministerio de Hacienda a los treinta, ministro de Educaciรณn a los 33, secretario de la Presidencia de la Repรบblica a los 36 y ministro del Interior a los 39. Muchos aรบn piensan que tendrรญa que haber sido presidente, pero el golpe de estado de 1945 contra el gobierno de Medina Angarita le torciรณ el camino y luego los consabidos avatares de la historia polรญtica hispanoamericana โdictaduras, cรกrceles, exiliosโ postergaron su candidatura durante casi tres dรฉcadas. Cuando por fin se presentรณ ante los electores, en 1963, como candidato independiente de centro derecha, era demasiado tarde. El paรญs habรญa cambiado y la eficaz maquinaria de Acciรณn Democrรกtica, el partido de masas creado por Rรณmulo Betancourt, no tuvo mayores dificultades para infligirle una sonada derrota.
Esto no fue obstรกculo para que siguiera desempeรฑando durante muchos aรฑos todavรญa un papel destacadรญsimo en nuestra vida pรบblica. En la dรฉcada de los sesenta, fundรณ el partido Frente Nacional Democrรกtico y fue senador. Mรกs tarde, en los setenta, dirigiรณ el diario El Nacional y animรณ varios programas culturales en la televisiรณn y la radio venezolanas. Ademรกs, fue Acadรฉmico Correspondiente de la Real Academia Espaรฑola, tambiรฉn Embajador Permanente de Venezuela ante la Unesco, miembro del Consejo Directivo de dicha instituciรณn y, hasta por un perรญodo, primer vicepresidente del mismo. Entre las numerosas distinciones y premios que recibiรณ dentro y fuera del paรญs, cabe mencionar la Orden al Mรฉrito de Italia en 1965, la Orden de Rubรฉn Darรญo en 1966, los doctorados honoris causa de la Universidad de Parรญs en 1979 y de la Universidad Simรณn Bolรญvar en 1984, el homenaje del Instituto de Cooperaciรณn Iberoamericana en 1986 y los premios Josรฉ Vasconcelos en 1988, Prรญncipe de Asturias de las Letras en 1990, Rรณmulo Gallegos en 1991 y Alfonso Reyes en 1998.
Como se habrรก entendido, Arturo Uslar Pietri fue uno de los mayores prohombres del siglo XX venezolano y en vida llegรณ a alcanzar tal estatura institucional que hoy todavรญa nos sigue impidiendo apreciar en su justa medida la obra del escritor y, en especial, del cuentista. Siete novelas, cinco piezas de teatro, tres libros de poemas, cinco de cuentos y mรกs de veinte de ensayos forman actualmente el corpus principal de su legado. Si pido para el cuentista un tratamiento aparte โy no soy el primero ni el รบnicoโ no lo hago sรณlo en virtud de sus muchos mรฉritos ni por traer agua a mi molino. Tambiรฉn porque me parece que el autor de cuentos estรก llamado a desempeรฑar un papel decisivo precisamente en esa valoraciรณn futura de Uslar Pietri que permita releerlo de otra manera, ya al margen de lo que pudo haber representado, para unos y otros, con su imponente figura. Entiรฉndaseme bien: no quiero decir con esto que las novelas o la importante producciรณn ensayรญstica de mi compatriota no merezcan que se las relea con idรฉntica atenciรณn. Lo que digo es que sus cuentos constituyen hoy el mejor punto de partida para una evaluaciรณn mรกs ecuรกnime de su obra, ya que, por haber sido escritos como piezas cortas y menores, no pesรณ sobre ellos el mismo tributo que el hombre pรบblico les hizo pagar con demasiada frecuencia a sus ensayos y a sus novelas. Recordemos que, si bien en su juventud Uslar Pietri fue uno de los introductores de las vanguardias en Venezuela, en el fondo, y como conservador al fin, tuvo una visiรณn bastante jerรกrquica de los gรฉneros literarios que lo condujo a concebir la novela como un trasunto de la epopeya y la mรกs alta narraciรณn histรณrica, y el ensayo, como un ejercicio de erudiciรณn o el lugar de un elevado debate de ideas. Por el contrario, la cuentรญstica constituyรณ, desde un comienzo, un espacio mรกs privado y mรกs libre donde Uslar Pietri, lejos del foro, y como a la sombra de sรญ mismo, fue dando rienda suelta a sus fantasรญas, memorias y obsesiones.
Porque en el principio estรก el cuento o, mejor, los cuentos: una larga veintena que va apareciendo entre 1923 y 1926 en las revistas caraqueรฑas Billiken, Helios y Elite. Algunos tratan de pastores y de bacantes, otros de cortesanas y de artistas incomprendidos; pero todos, en realidad, nos hablan bรกsicamente de los sueรฑos de un adolescente venezolano que ha leรญdo bien a los modernistas y, a travรฉs de ellos, se ha acercado a las corrientes dominantes de la poesรญa francesa finisecular: parnasianismo, decadentismo y simbolismo. No en vano la mayorรญa de estos textos se parece mรกs a un medallรณn lรญrico, o a un poema en prosa a la Marcel Schwob, que a un cuento propiamente dicho. Fiel a sus modelos, nuestro aprendiz de brujo pensaba que los personajes debรญan ser siempre enigmรกticos, los ambientes exรณticos y las tramas tan delgadas como ampulosa la retรณrica y el afรกn de destacar. Leyรฉndolo uno no puede menos que comprobar cuรกn viva y honda era la influencia del retrato simbolista en la Venezuela de la รฉpoca, ya que estas prosas presentan clarรญsimas afinidades con la estรฉtica de la semblanza hierรกtica y misteriosa que un contemporรกneo de Uslar Pietri, el malogrado Josรฉ Antonio Ramos Sucre (1899-1930), llevarรก a su realizaciรณn plena en nuestra poesรญa. Se sabe que ambos hacรญan tertulia en Caracas por aquellos aรฑos y, a pesar de la diferencia de edades, no es difรญcil imaginar que hayan compartido lecturas y hallazgos. Pero lo que en Ramos Sucre serรก obra acabada, en Uslar Pietri quedarรก en balbuceos y esbozos. La verdad es que hay que agradecerle que ni se haya engaรฑado ni nos haya engaรฑado con el valor de esos cuentos primerizos, tal y como ocurre con tantos escritores a quienes la celebridad les hace creer que hasta sus composiciones escolares merecen recogerse en un libro. Con buen juicio, Uslar Pietri jamรกs quiso que se recopilaran ni que se volvieran a editar, y no los incluyรณ en las antologรญas ni en las selecciones de sus cuentos.
Pero hay mรกs: si es cierto que esos aรฑos iniciales de tentativas y ensayos no nos dejan un libro, no lo es menos que muchos de ellos ha de sobrevivir en los libros que vienen y, en particular, en el que inaugura la trayectoria del Uslar Pietri cuentista: Barrabรกs y otros relatos (1928). En efecto, allรญ siguen muy presentes las lecturas modernistas de la adolescencia en cuentos como โApรณlogo del buen vinoโ, โZumurrudโ o โEl gato con botasโ; pero, sobre todo, se hace evidente la persistencia de un proyecto estรฉtico fundado en la voluntad de romper con el pasado costumbrista y criollista de nuestra narrativa. Y es que, aun en cuentos con tanto color local como โMiralejosโ, Uslar Pietri busca algo mรกs que esa pintura de nuestros paisajes, nuestra lengua y nuestras gentes que dibuje el mapa idosincrรกtico de Venezuela. En este sentido, su oposiciรณn en aquel momento al Rรณmulo Gallegos que preparaba Doรฑa Bรกrbara (1929) era tan clara y abierta como lo serรกn luego sus diferencias polรญticas. Unas y otras se hacen ya patentes cuando Uslar Pietri redacta y publica, ese mismo aรฑo de 1928, el manifiesto del grupo de la revista vรกlvula (asรญ, con minรบscula), la avanzadilla de las vanguardias que difunde entre nosotros aquella consigna de los aรฑos veinte: โrenovar y crearโ.
Hombres de su tiempo, los jรณvenes de Caracas, como los de Buenos Aires, Santiago o Mรฉxico, quieren respirar ahora el รบltimo aire de Parรญs y, para estar ร la page, endosan los mรกs lucientes hรกbitos de un cosmopolitismo que se asoma en varios cuentos de Barrabรกs y otros relatos, empezando por el que le da tรญtulo al volumen: un ceรฑido texto de inspiraciรณn evangรฉlica escrito a la manera del Judas Escariote de Leรณnidas Andreyev. A mi modo de ver, nuestro novรญsimo asienta en esas pรกginas el mejor testimonio de su inmenso talento mostrando un dominio sorprendente de la composiciรณn escรฉnica y del diรกlogo, que ya nunca lo abandonarรก. Otras fuentes evidentes, o mรกs o menos discernibles, son el Barbuse de โLa bestiaโ, el Quiroga de โLa vozโ y โEl idiotaโ, y el surrealismo y su fascinaciรณn por el discurso de los enfermos mentales, tan presente en el delirio del capitรกn del โS.S. San Juan de la Cruzโ. Para completar nuestro panorama, seรฑalemos que no menos caracterรญsticos del espรญritu de la รฉpoca son la mezcla de anticlericalismo y erotismo que llenan de provocadores sueรฑos buรฑuelescos las noches de la monja en โEl caminoโ, o la irรณnica y escandalosa moraleja de โLa tarde en el campoโ. Lo esencial, sin embargo, no son estas varias y dispersas influencias sino la posibilidad de asimilarlas y trascenderlas que se trasluce en el libro Barrabรกs y otros relatos. Releerlo hoy es comprobar que Uslar Pietri debuta en el cuento armado de la indispensable capacidad de hacer propio lo ajeno, muy joven seรฑor de un poder de sรญntesis y trasformaciรณn que ha de permitirle innovar y renovarse dentro de este gรฉnero como quizรก no podrรก ni sabrรก hacerlo en otros.
Pero no nos adelantemos. Para 1928, Barrabรกs y otros relatos marca un hito en la literatura venezolana y en nuestra tardรญa recepciรณn de las vanguardias. Su autor no verรก, sin embargo, gloria suficiente en ello, pues su verdadero sueรฑo, como el de muchos de sus compaรฑeros de generaciรณn, no es triunfar en Caracas sino, evidentemente, en Parรญs. De ahรญ que, un aรฑo mรกs tarde, y casi como cumpliendo con un rito necesario, Arturo Uslar Pietri baja de un tren en la estaciรณn de Saint-Lazare y se instala en la capital francesa como el flamante Agregado Civil de la Legaciรณn Venezolana.
Lo que sigue es uno de los momentos determinantes de su trayectoria intelectual y literaria. En los cinco aรฑos que pasa en Parรญs, se hace un contemporรกneo de sus contemporรกneos y aprende a leer a Gide y a Joyce, y a departir con Desnos, Buรฑuel o Paul Valรฉry. Se dice que los sรกbados asistรญa a la tertulia de Ramรณn en La Consigne y que, durante la semana, se dejaba ver en La Rotonde o Le Dรดme. Lo seguro es que vive intensamente sus dรญas y sus noches parisinas y, como otros jรณvenes hispanoamericanos, descubre cuรกl es la verdadera alternativa que se le plantea con el triunfo de las vanguardias. Porque una cosa era leer a los surrealistas o a los expresionistas en Caracas, y otra muy distinta respirar directamente el ambiente de crisis histรณrica de donde procedรญan esos movimientos. Uslar Pietri, que habรญa llegado a la Ciudad Luz para vivir mรกs libremente su vanguardismo y empaparse de modernidad, va entendiendo que dicho proyecto es, en buena medida, cosa del pasado. Inesperadamente, el poco mundonovismo que habรญa traรญdo en sus maletas desde Venezuela, empieza a crecer y se le agiganta ante el espectรกculo del malestar de una cultura que, para los propios intelectuales europeos, habรญa dejado de ser la representaciรณn mรกs alta de lo humano. La Primera Guerra Mundial ya lo habรญa demostrado: el Viejo Mundo no podรญa seguir sirviendo de paradigma. Nuestro venezolano lo capta sin demora y los artรญculos que escribe en 1930 sobre La decadencia de Occidente son el testimonio veraz de un cambio de actitud y de proyecto. Signo suplementario de este gran viraje, con sus dos amigos mรกs cercanos, el joven periodista guatemalteco Miguel รngel Asturias y el exiliado cubano Alejo Carpentier, pasa ahora tardes enteras en las terrazas de Montparnasse hablando no ya de Andreyev sino de las historias nacionales de los tres paรญses latinoamericanos. Junto a sus dos camaradas, Arturo Uslar Pietri se lanza asรญ en el Parรญs de los treinta a una aventura muy distinta a la de los cenรกculos vanguardistas: reinventarnos una identidad venezolana y descubrir el nuevo lugar que le correspondรญa a la cultura de Latinoamรฉrica en un contexto de crisis y disoluciรณn de la hegemonรญa europea.
Creo que, de los tres, era el que lo tenรญa entonces mรกs difรญcil, ya que, para buscar una alternativa mundonovista a Europa, no podรญa apelar ni al pasado maya, como lo hizo Asturias, ni al referente afrocubano, como lo hizo Carpentier. ยฟDรณnde podรญa encontrar, pues, esa esencia de lo que era Venezuela al margen de todos los paradigmas que ya se habรญan sucedido en el tiempo? La respuesta de Uslar Pietri serรก doble y, aunque recogerรก aspectos de la poรฉtica asturiasiana y tambiรฉn de la carpentieriana, tendrรก un claro perfil propio. Por un lado, ha de buscar en la historia, en los momentos en que el espรญritu de la naciรณn brillรณ con una fuerza รบnica y diferente; por otro, ha de buscar en la memoria, en los relatos familiares y los recuerdos de una infancia rural que habรญa trascurrido en la regiรณn de los valles de Aragua, en la zona central de Venezuela. La primera pista conduce en breve a Las lanzas coloradas (1931), la novela histรณrica en la que narra un episodio de nuestra gesta independentista; la segunda, unos aรฑos despuรฉs, desemboca en los trece cuentos de Red (1936).
โUna pequeรฑa obra maestra de emociรณn y finura lรญricaโ, escribe uno de sus primeros lectores, el chileno Ricardo Latcham. Y no le falta razรณn: Uslar Pietri consigue imprimirle a estas ficciones un intenso contenido poรฉtico a travรฉs de una estilรญstica por entero renovada, que se aleja definitivamente de la vieja retรณrica modernista y se inspira en nuevas tรฉcnicas de expresiรณn, como la escritura cinematogrรกfica, ya empleada precedentemente en Las lanzas coloradas. Asรญ, el primer cuento de Red, el celebรฉrrimo โLa lluviaโ, uno de los mรกs antologados de la literatura hispanoamericana, estรก dividido en seis precisas secuencias donde la alternancia de planos y diรกlogos pareciera seguir el riguroso orden de un texto concebido para ser llevado a la pantalla. El talento de Uslar Pietri para la composiciรณn dramรกtica se hace patente aquรญ, en unas muy cuidadas escenas de la vida rural venezolana. Ademรกs, se acompaรฑa de unas descripciones donde el lirismo de la imagen responde a menudo a las reglas visuales de un encuadre. No en vano varios directores de cine se han interesado en este cuento. El crรญtico argentino Enrique Anderson Imbert solรญa citarlo como el mejor ejemplo avant la lettre del realismo mรกgico, y probablemente lo sea, aunque la emociรณn que aรบn produce su lectura estรก muy por encima de รฉsa o de cualquier otra categorizaciรณn. Pienso que es mรกs simple y mรกs justo decir hoy que โLa lluviaโ es un clรกsico de nuestra lengua, una pequeรฑa y exquisita joya de arte mayor.
La influencia del cine tambiรฉn se hace palpable en otros cuentos, como, por ejemplo, โEl fuego fatuoโ. Allรญ una doble secuencia narra varias escenas de la sangrienta odisea del Tirano Aguirre, evocadas por un coro de brujas que hacen pensar en las de Macbeth. Sin embargo, โEl fuego fatuoโ representa mรกs una excepciรณn que una regla dentro del libro, ya que, junto a โGavilรกn Coloraoโ y โLa negramentaโ, es uno de los pocos que se inspira en hechos histรณricos y escapa del asunto dominante: la pintura de la vida en los pueblos y campos de Venezuela. En efecto, como escribiรณ alguna vez el crรญtico Orlando Araujo: โa partir de Red, Uslar Pietri va a rescatar de manos del criollismo la temรกtica rural para tratarla mรกs adentro, en la almendra misma del hombre del Nuevo Mundo.โ Retorno y transformaciรณn: nuestro autor vuelve a aquella literatura de la que originalmente habรญa huido, pero para detenerse ahora en los signos no de lo tรญpico sino de lo singular. Su viaje hacia el interior del paรญs y hacia el pasado se vuelve asรญ un viaje dentro de nuestra conciencia mestiza. De ahรญ que Uslar Pietri no se preocupe ya tanto por reproducir nuestras peculiaridades lingรผรญsticas, los famosos venezolanismos tan caros a los viejos criollistas, y sรญ se interese en dotar a sus personajes de una fuerte densidad psicolรณgica a travรฉs del monรณlogo interior y la focalizaciรณn interna de la perspectiva. De hecho, mucha de la alta poesรญa de Red procede de este esfuerzo deliberado por hacer que las palabras sean siempre algo mรกs que ellas mismas y traigan los ecos de un paraje lejano: el lugar donde se esconde la irreductible otredad de Venezuela. Para llegar a ella, Uslar Pietri aprende a callarse y nos hace escuchar las voces de los otros que hablan por รฉl, como el loco de โEl patio del manicomioโ, o con รฉl, como el vaquero que muere de fiebres en โEl dรญa sรฉptimoโ.
Su libro siguiente, Treinta hombres y sus sombras (1949), se inscribe en la continuidad de esta poรฉtica y la lleva hasta sus รบltimas consecuencias, con una coherencia que pareciera enteramente ajena a los cambios radicales que se han producido en la vida del autor. Y es que el hombre que vive exiliado en Nueva York desde el golpe civicomilitar de 1945 es muy distinto de aquel que habรญa regresado de Parรญs en 1934 y, en las columnas del diario Ahora, habรญa lanzado una consigna polรญtica que habrรญa de convertirse con el tiempo en el sรญmbolo de todas las promesas incumplidas del siglo XX venezolano: โSembrar el petrรณleoโ. Uslar Pietri sabe que ha fracasado y ese fracaso le muestra los lรญmites de la comprensiรณn que entonces podรญa tener del paรญs. Obra de esos aรฑos amargos, no es difรญcil ver en su novela El camino de El Dorado (1947) el intento por profundizar la reflexiรณn histรณrica sobre la figura del caudillo que ya se habรญa esbozado anteriormente en su literatura. Pero los cuentos, una vez mรกs, llevan un rumbo propio y diferente. Si el Uslar Pietri de Red dejaba hablar a los otros, el de Treinta hombres y sus sombras, consecuente, da un paso mรกs en la misma direcciรณn y sencillamente les cede la palabra.
En efecto, junto a cuentos que habrรญan podido figurar en la recopilaciรณn anterior, como โLa noche del rabopeladoโ, ahora encontramos otros tomados directamente de la tradiciรณn oral venezolana. Sirvan de ejemplo โEl conuco de Tรญo Conejoโ, โLa fiesta de Juan Boboโ y โMaichakโ, fรกbulas, consejas y leyendas que el escritor pareciera limitarse a trasplantar o a transcribir, y de las cuales conserva incluso el estilo anafรณrico y formulรญstico, lleno de insistencias y repeticiones. Situados en la frontera entre antropologรญa, folclore y literatura, estos textos seรฑalan uno de los puntos mรกs avanzados de las bรบsquedas del cuentista: la instancia en que el discurso de la poรฉtica criollista empieza a disolverse en sus propias fuentes mรญticas y populares. Con Treinta hombres y sus sombras, Uslar Pietri se acerca peligrosamente a ellas y, cuando no las reproduce o imita, puede utilizarlas para construir un cuento de Navidad, como โLa Misa del Galloโ, o para recrear a algรบn personaje de nuestra cultura popular, como ese Josรฉ Gabino cuyo nombre rima con ladrรณn de camino. รste no sรณlo es el protagonista de dos de los mejores cuentos del libro, โLa mosca azulโ y โEl galloโ, sino ademรกs una de las criaturas mรกs divertidas, complejas y entraรฑables imaginadas por Arturo Uslar Pietri en su afรกn por cernir los rostros posibles de Venezuela.
Treinta hombres y sus sombras incluye tambiรฉn cuentos que ya responden abiertamente a la corriente realista mรกgica defendida y propugnada por nuestro autor en aquellos aรฑos. Es un hecho bien conocido que le debemos la primera utilizaciรณn del concepto en el campo de la crรญtica literaria. Fue en 1948 y justamente en un ensayo intitulado โEl cuento venezolanoโ. Allรญ escribiรณ refiriรฉndose a las รบltimas generaciones: โLo que vino a predominar en el cuento y a marcar su huella de una manera perdurable fue la consideraciรณn del hombre como misterio en medio de los datos realistas. Una adivinaciรณn poรฉtica o una negaciรณn poรฉtica de la realidad. Lo que a falta de otra palabra podrรญa llamarse un realismo mรกgico.โ Historias como las que nos narra en โEl encuentroโ, โEl venadoโ o โLa cara de la muerteโ parecen obedecer con bastante exactitud a esta definiciรณn, que marca el otro punto extremo de las bรบsquedas de Uslar Pietri: la encrucijada donde el criollismo se encuentra con la indeterminaciรณn y la duda fantรกstica, y produce un hรญbrido categorial llamado el realismo mรกgico.
โTreinta hombres y sus sombras โha escrito con razรณn Jorge Marbรกnโ representa una culminaciรณn en el desarrollo de la literatura criollista moderna.โ El proyecto de nuestro cuentista llega a una estaciรณn terminal. Lรบcido, รฉl asรญ lo entiende y, cuando diecisiete aรฑos mรกs tarde vuelve a publicar un nuevo libro de cuentos, sorprenderรก a mรกs de uno de sus viejos lectores al dar muestras de una formidable voluntad de renovaciรณn.
Pasos y pasajeros (1966) parece, ciertamente, obra de otro autor y, en cierto modo, lo es, ya que, con el regreso de la democracia, el Uslar Pietri de los aรฑos sesenta no sรณlo ha recobrado el intenso protagonismo polรญtico de antaรฑo sino que se presenta, ademรกs, como un intelectual y un escritor mรกs maduro, que ha sabido deshacerse del lastre idealista de su mundonovismo juvenil. Por eso, en vez de seguir persiguiendo el fantasma de una esencia de lo venezolano que se esconderรญa en nuestra cultura mรกs vernรกcula, ahora nos hace oรญr las mil voces diversas y mestizas de una Venezuela que cambia con el tiempo. Es verdad que el viejo mundo rural no desaparece del todo de estas pรกginas y โEl prรณjimoโ es un brillante ejemplo de ello; pero el nuevo libro de cuentos es, como el propio paรญs, fundamentalmente urbano, heterogรฉneo y contemporรกneo. En รฉl se pinta a una Caracas ruidosa y conflictiva por la que circulan antiguos coroneles que la necesidad convierte en agentes de seguros (โYo soy Martรญnโ), peligrosas guerrilleras que se hacen pasar por violinistas (โCaรญn y Nuestra Seรฑora de la Buena Muerteโ), inmigrantes que mueren solos en sus cuartuchos (โSimeรณn Calamarisโ) o aun fracasados y marginales que sobreviven rebuscando en los vertederos de basura (โUn mundo de humoโ).
Varias de las novelas que no se escribieron en la Venezuela de los aรฑos sesenta โni tampoco despuรฉsโ estรกn en este libro, a la manera de una serie de instantรกneas de nuestra historia inmediata. Pero quizรก es mucho mรกs importante destacar cรณmo entre los distintos cuentos se va tejiendo una callada meditaciรณn que, asociando pasado y presente, y en plena restauraciรณn democrรกtica, viene a recordarnos de quรฉ estรก hecha nuestra herencia polรญtica. Asรญ, caudillos y caudillitos, temibles dictadores militares, doctores y generales golpistas, guerrilleros y guerrilleras, espalderos, violencia y muchos hombres y mujeres con miedo cruzan por textos como โEl rey zamuroโ, โLa mulaโ, โEl novillo amarrado al botalรณnโ, โEl enemigoโ y otros dos ya mencionados, โCaรญn y Nuestra Seรฑora de la Buena Muerteโ y โUn mundo de humoโ. Uslar Pietri se muestra en todos ellos como un cuentista en plena posesiรณn de sus medios expresivos y como un escritor comprometido a la vez con sus propios abismos y con nuestra memoria comรบn.
Su รบltimo libro, Los ganadores (1980), aporta algunos elementos mรกs a este cuadro, alternando cuentos sobre la represiรณn y la tortura en los aรฑos cincuenta, bajo la dictadura de Marcos Pรฉrez Jimรฉnez, con narraciones fantรกsticas e incluso algรบn gracioso relato sobre las andanzas de un telegrafista de provincia en tiempos de Juan Vicente Gรณmez: โLa pluma del arcรกngelโ. Pero Los ganadores es sobre todo un florilegio de adioses: nuestro autor asienta las รบltimas correrรญas de un Josรฉ Gabino moribundo en โEl camino desandadoโ y โLa fosa abiertaโ, tambiรฉn describe la solitaria vejez de una anciana en โEl espejo rotoโ y la agonรญa de un humanista en โLas aventuras de Telรฉmacoโ. Separรกndose de sus criaturas y tambiรฉn de sus breves mundos, Uslar Pietri se despide de los lectores de sus cuentos con la gratitud y la serenidad de aquel que sabe que ya ha dicho todo lo que tenรญa que decir en un gรฉnero.
En los veinte aรฑos que le quedan de vida, darรก a la estampa todavรญa dos de sus novelas mรกs importantes, La isla de Robinson (1981) y La visita en el tiempo (1990), y un sinnรบmero de libros de ensayos sobre asuntos venezolanos y americanos. Asimismo, se erigirรก en una de las conciencias crรญticas de nuestra vida pรบblica y, desde esta posiciรณn privilegiada, como el sabio de la tribu, intervendrรก regularmente en los medios, seรฑalando errores, carencias y peligros. Muchos aรบn le reclaman que, en febrero de 1992, se mostrara demasiado comprensivo con el grupo de militares golpistas que, liderados por el teniente coronel Hugo Chรกvez Frรญas, intentaron derrocar al presidente electo Carlos Andrรฉs Pรฉrez. Pero no habrรญa que olvidar que, en 2001, apenas unas semanas antes de morir, alzรณ su voz por รบltima vez para advertirle al paรญs del destino aciago que le esperaba en manos de su nuevo caudillo.
Es difรญcil saber cรณmo se ha de leer en un futuro su vasta producciรณn literaria, pero insisto en que ninguno de los varios autores que fue nos resulta hoy tan lรบcido, versรกtil y cercano como el cuentista. Con รฉl se tomรณ libertades que nunca le concediรณ a los otros y, siguiรฉndolo, supo ir mรกs allรก de sรญ mismo, hasta esas fronteras de donde proceden sus mejores pรกginas. Por eso y por mucho mรกs, el cuentista fue en รฉl la realizaciรณn mรกs cabal del escritor moderno que no puede ni quiere ser un hombre ejemplar, pues, como dijo Camus, ya tiene bastante trabajo con tener que ser. ~