Una cuestión de distancia

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Recientemente hemos atestiguado imágenes insólitas en donde las plantas han suplantado el lugar de los espectadores en un concierto, se puede tener por compañero de asiento a un maniquí o a un oso de peluche, los actores no pueden tocarse, los bailarines usan un vestuario que parece tomado de la estética dadaísta para evitar el contacto y hay públicos mirando obras en estacionamientos desde sus automóviles. Todas ellas conforman un catálogo de escenas del porvenir, ya que la contingencia sanitaria impuesta por la covid-19 ha planteado una compleja ecuación a nivel mundial en la que el riesgo inminente, la cantidad de personas permitidas dentro de un espacio cerrado y la ganancia económica son factores determinantes que han hecho a los teatreros trazar soluciones creativas o los han obligado a replegarse, como pasó con el gigante de Broadway, que ha optado por reanudar sus actividades hasta 2021.

En el caso de México, en donde esperamos el fin de la contingencia como aquellos dos vagabundos a Godot, productores, gestores y artistas de la escena independiente han lidiado ya con cancelaciones, falta de empleo, pagos atrasados, posibles cierres de foros y ahora buscan mantenerse económica y creativamente para paliar también la zozobra de este tiempo incierto. Los creadores han cedido ante la desconfianza hacia los medios virtuales en una interesante apropiación de la relación y ritmo que propone una plataforma como Zoom, en un acto loable de resistencia que replantea una posibilidad para realizar un auténtico teatro a distancia.

“Estamos aprendiendo juntos esta nueva forma de relación entre creadores y espectadores. El teatro en vivo online es una forma de tecnovivio potente del que no se puede esperar que produzca la misma experiencia que el teatro de cuerpo presente, pero el medio audiovisual tiene su propio lenguaje y ahora tenemos la oportunidad de ampliar y proponer desde el teatro otras formas de relacionarnos”, comenta Raquel Araujo, creadora emérita y fundadora del Teatro de la Rendija, hoy ubicado en Mérida, Yucatán. Araujo forma parte de la recién creada Asociación Nacional de Teatros Independientes (anti), en la que 37 espacios escénicos independientes de la república se confabularon como una auténtica “Resistencia teatral ante la distancia”, título con el cual tuvieron a bien celebrar un festival en el mes de junio, en donde por medio de funciones en vivo de teatro y danza, talleres y mesas de discusión ampliaron el panorama de lo que podemos esperar para los espacios escénicos del país en la llamada “nueva normalidad”.

Para Boris Schoemann, director escénico y artístico del Teatro La Capilla de la Ciudad de México y fundador de anti, la experiencia de dar funciones por Zoom ha resultado positiva en tanto que es un ejercicio creativo, interesante y potencialmente poderoso en sus posibilidades artísticas, pero también por el acercamiento que le permite tener con los que se encuentran del otro lado de la pantalla, ya que al estar en vivo se convierte en una experiencia única e irrepetible en la que se establece una relación completamente horizontal, pues se invita en todas las funciones a que el público pueda dar su opinión y conozca el proceso creativo de la “puesta en pantalla”. Es gracias a esta experiencia que Schoemann vislumbra para el futuro inmediato de su espacio un funcionamiento híbrido, en el cual las funciones en vivo puedan ser transmitidas a distancia o bien contar con obras destinadas únicamente para el medio virtual porque reconoce que el tiempo de vuelta a sus espacios físicos será lento por las medidas sanitarias impuestas y por la confianza de los espectadores en ocupar estos lugares. Como iniciativa de emergencia, el festival anti permitió una módica reactivación de la economía de estos teatros y foros y la posibilidad de acceder a un público situado en latitudes distantes, y fue a la vez un afortunado encuentro entre creadores, algo rara vez visto fuera de ciertos eventos organizados por instituciones gubernamentales como la Muestra Nacional de Teatro.

Esta exposición permitió ver abordajes por parte de artistas de teatro y danza al medio audiovisual y dio la pauta para exponer trabajos que se encontraban en proceso de montaje, como la obra destinada al público infantil Tú eres tú de Amaranta Leyva, dirigida por Claudio Hochman, que cuenta la historia del descubrimiento de la identidad sexual de un niño y el consecuente rechazo de su madre y la sociedad que lo rodea. La interesante apuesta de validar y añadir este relato de vida al repertorio del imaginario infantil fue abordada por el equipo de Marionetas de la Esquina como un juego afortunado entre objetos, movimientos de cámara y recursos interesantes que hicieron de la función en vivo una novedad en sí. Leyva, quien se encontraba nerviosa antes de estrenar una obra por este medio, opina al respecto: “Los ritmos del medio audiovisual y del cuerpo son completamente distintos por el retraso temporal de la transmisión, por esto había que adecuarlos para que se sintieran como naturales y hacer que el actor comprendiera el desfase entre su voz y el movimiento de sus manos. Si logramos un punto de equilibrio es porque había un fuerte sentimiento de equipo en el que la paciencia y el cuidado estuvieron presentes en todo momento.” Dentro del espacio independiente La Titería, esta creadora realiza un trabajo a distancia con niños, quienes en eventos en los que dialogan con un títere han manifestado su necesidad de ser escuchados en esta etapa de encierro obligatorio. Este modo de funcionamiento emergente también puede tener un beneficio potencial, pues Leyva asegura que el infantil es un público

desatendido durante esta pandemia.

Esta “nueva normalidad” de las funciones por Zoom ha probado ser también un reto para el espectador en su contrato con la ficción escénica, ya que ha tenido que adecuar sus ideas preconcebidas y acceder a los mismos desafíos que los creadores, aunque el inusual hecho de estar en la misma sala virtual con personas que se encuentran en el norte del país, el sur de Francia o en la Patagonia ha probado que el compromiso y la complicidad de grupo están completamente presentes. Es complicado decir qué es lo que sigue a estos esfuerzos por mantener esa luz que se deja por tradición encendida en un teatro vacío para asegurar la vuelta, pero resulta interesante atestiguar cómo es que el apego al origen ritual del teatro conserva aún en la distancia el acto de comunión, pero también el de la fe que permite a espectadores y creativos permanecer en la función a pesar de todo. ~

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es dramaturga, docente y crítica de teatro. Actualmente pertenece al Sistema Nacional de Creadores-Fonca.


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