Poema

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Silla, no me engañas,

estás ahí,

me espías.

Conoces mis debilidades,

sabes lo que soy,

que pienso, que camino,

pertenezco a un género de bestia

que necesita a ratos

sentarse,

que soy mortal en suma,

estoy tocado,

que los dioses no requieren de sillas.

Silla, tú también cazas,

tú eres también la muerte,

contigo misma me domas

y te parapetas contra mí

como en el circo se hace con caducos

leones.

Pero yo lo sé, vigilo, duermo de pie,

bebo en la barra, estoy alerta. ~

 

© Vuelta, 33, agosto de 1979

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