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Álvaro Colomer

Aunque caminen por el valle de la muerte

Barcelona, Literatura Random House, 2017, 256 pp.

El 4 de abril de 2004, soldados de los ejércitos salvadoreño, español y estadounidense, junto con mercenarios de la empresa Blackwater, sufrieron un ataque en la base Al-Andalus, en Najaf. Los atacantes eran milicianos chiitas del Ejército del Mahdi, uno de los grupos insurgentes más importantes en la guerra de Iraq. El mando de la base Al-Andalus era español. Estamos poco después de la victoria de José Luis Rodríguez Zapatero, que prometió retirar las tropas del país. Pero todavía no ha tomado posesión. Esto provocó un vacío: los soldados españoles tenían órdenes de no involucrarse en ninguna acción que pudiera comprometer a su ejército, lo que provocó enormes discusiones entre aliados. En ocasiones, ni siquiera tenían órdenes de qué hacer, y el Ministerio de Defensa desconocía la gravedad de la batalla de Najaf. En un momento dado, en el clímax del combate, los soldados estadounidenses junto a los mercenarios de Blackwater deciden robar las municiones del ejército español, que no ha intervenido aún por falta de órdenes. Algunos soldados españoles lo permiten, hartos de la pasividad.

En Aunque caminen por el valle de la muerte, Álvaro Colomer (Barcelona, 1973) narra las peleas y los malentendidos desde la perspectiva española, estadounidense, salvadoreña e incluso iraquí, en una obra llena de tensión, épica y absurdo: “John DeWitt lee y relee y requetelee el comunicado sin dilucidar cómo puede ser que el gobierno permanezca ajeno a la noticia del asalto a uno de los dos cuarteles que gestiona en el país, y como sospecha que el hecho de que sea domingo guarda cierta relación con la inoperancia de esa administración, verbaliza un pensamiento que incluso a los intérpretes hace estremecer: Que Dios nos coja confesados.”

Colomer no se centra en las cuestiones burocráticas, en el vacío de poder y la transición de Aznar a Zapatero, en la polémica social y política de la guerra. Aparece el 11m, pero no la victoria de Zapatero. No hay ninguna escena en Madrid, ningún diplomático español. El escritor barcelonés prefiere la tensión de la batalla. Crea escenas cinematográficas, épicas y hollywoodenses. Es fácil reconocer secuencias de películas bélicas, recursos y situaciones ya vistas y usadas. Recoge la ortodoxia del cine bélico estadounidense comercial y sus clichés para darle un toque diferente, con verismos locales más allá de las palabrotas americanas. Los salvadoreños se autodenominan indios y dicen carajo, los españoles llaman a los salvadoreños machupichus y sudakas. Pero hay un tono general muy español que a veces recuerda a Pérez-Reverte: “la ley castrense es la única ética que rige en la guerra, no traicionaría ese código ni por treinta monedas de plata”, “así se presentará ante el tribunal del cielo, con el fusil en ristre y los cojones puestos, dispuesto a escupir en el rostro del ángel custodio que le pregunte si quiere pedir clemencia al Ser Supremo”. En momentos así, la novela parece un texto motivacional para futuros militares y patriotas. Rebosa testosterona, épica y alaridos de masculinidad. En otros momentos, en cambio, narra tan bien la situación surrealista en la que se encuentran los soldados españoles que podría no solo considerarse una novela antimilitarista, sino antipatriótica en el buen sentido. España no sale bien parada.

Aunque caminen por el valle de la muerte tiene grandes virtudes: un ritmo trepidante, una estructura milimétrica, y detrás de ella hay una exhaustiva documentación. Colomer no hace periodismo al escribir (no aporta contexto, no explica la situación del país ni lo que llevó a la intervención española o salvadoreña en Iraq; ni siquiera sabemos cómo encaja el ejército que ataca la base en la imagen general de la insurgencia iraquí) pero sí lo hizo antes de empezar a redactar: entrevistó a más de doscientas personas para poder, a la hora de inventar y ficcionar la batalla, hacerlo sobre una rigurosa base factual. Esto no impide que a uno le quede la sensación de que con más contexto y menos monólogos interiores de soldados sobre el bien y el mal, la vida y la muerte (los valores que se discuten en la novela no son especialmente profundos), el amor a la mujer que se despierta de una pesadilla en Estados Unidos ante el presentimiento de que su marido está en peligro en Iraq (y, casualmente, lo está), la historia podría haber abierto un debate público. El ejército español fue despedido de Iraq bajo una lluvia de huevos de sus aliados de la coalición. Este deshonor y humillación no es lo más grave; las malas decisiones, o la falta de ellas, y la ineptitud pusieron muchas vidas en peligro. ~

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Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacción de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemán' (Libros del Asteroide, 2023).


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