Merecido ascenso

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El Lic. López Obrador promulgó la semana pasada que quiere que sus deseos sean entendidos como órdenes. Como tales, quiere que sean obedecidos de inmediato y sin chistar por todos sus súbditos, sobre todo por el presidente Calderón. De este modo el antes “Ciudadano revestido de poderes especiales, ilimitados, extraordinarios y plenipotenciarios” opta por convertirse en Su Alteza Serenísima.

El ascenso que se otorgó Su Alteza Serenísima deriva del llamado “Discurso de Tamazunchale”(1), en el que con juiciosas cuanto viriles palabras enunció las condiciones que regirán en lo sucesivo el trato que quiere que le den el presidente y el resto de sus súbditos:

Ahora que Calderón está de regreso de su viaje turístico por China, ahora que va a regresar a la realidad, a su ruin posición, que escuche que quiero una respuesta y no quiero que me mande decir con sus achichincles que no represento nada.

Así pues, el primer quiero de Su Alteza Serenísima consiste en ordenarle al presidente que debe escuchar lo que Su Alteza Serenísima quiere, y, en segundo lugar, que lo que quiere es respeto total a la alta investidura que le otorgó su propia soberanía. Así las cosas, de aquí en adelante, el presidente Calderón sólo podrá utilizar a sus “achichincles” para tratar con la plebe, pero jamás con Su Alteza Serenísima.

En estos días, Su Alteza Serenísima someterá su decisión de querer ser tratado de “Su Alteza Serenísima” a una consulta popular, organizada por Su Alteza Serenísima.

La consulta será financiada, como siempre, con recursos de los achichincles.

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(1)Algunos analistas prefieren llamarlo el “Discurso de Aclarar Paradas”.

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Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.


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