Foto: Paul Hennessy/NurPhoto via ZUMA Press

Los votantes latinos y las campañas de desinformación en Estados Unidos

Durante el proceso electoral de Estados Unidos, la desinformación propagada a través de las redes sociales ha sido constante. Los votantes latinos, un sector cada vez más influyente, son uno de sus blancos preferidos.
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La larga saga de las elecciones estadounidenses de 2020 se puede caracterizar como una batalla constante contra la desinformación. A lo largo del ciclo electoral, gran parte de la población fue expuesta a información falsa o tergiversada en varias plataformas, incluidas la televisión y las redes sociales, desee plataformas como Facebook, YouTube y Twitter hasta aplicaciones de mensajería como WhatsApp.

Si bien los votantes latinos son un sector cada vez más influyente en los comicios en Estados Unidos, las empresas de redes sociales han mostrado incapacidad o desinterés para instituir un monitoreo de contenido efectivo y tomar acciones tendientes a contrarrestar la desinformación dentro de espacios hispanohablantes. En una entrevista con MIT Technology Review, el investigador Jacobo Licona señaló que compañías como Facebook suelen tener un sistema más robusto y preciso para analizar el contenido en inglés. Si bien Facebook puede señalar y neutralizar información errónea en ese idioma, los malos actores “a menudo copian [la desinformación] y la difunden rápidamente en español. Y eso, muchas veces, no se controla de la misma forma en que se hace con el contenido en inglés”, dijo Licona.

Las noticias falsas que rodearon las elecciones se difundieron, en gran parte, a través de Facebook. Más de 70 millones de mexicanos tienen perfiles de Facebook, y su subsidiaria, WhatsApp, es una de las aplicaciones de mensajería más populares del mundo, y es utilizada por hasta un 60% de la población de América Latina. Por medio de esa aplicación de mensajería, la información falsa puede fácilmente cruzar fronteras y comunidades y llegar a ecosistemas de medios locales, como periódicos y estaciones de radio; medios que, a menudo, evitan captar la mirada de las principales organizaciones de verificación de datos.

Conforme la información errónea se filtra entre las comunidades latinas, se entrevera con una dinámica crítica: los vínculos transnacionales entre los países de América Latina y sus diásporas en Estados Unidos. Las políticas y la posición geopolítica de este país afectan al continente en su conjunto, y existe una relación entre los objetivos políticos de ciertos países y las campañas de desinformación dirigidas hacia los latinos que viven y votan en Estados Unidos. Un ejemplo clave en las elecciones de 2020 fueron las campañas de desinformación dirigidas a los votantes venezolanos y colombianos en Florida, un estado crítico para cualquier aspirante a la presidencia estadounidense. La senadora colombiana María Fernanda Cabal y el congresista Juan David Vélez, por ejemplo, fueron identificados como parte de los esfuerzos realizados en Estados Unidos y en el exterior para vincular al presidente electo, Joe Biden, con “la izquierda socialista radical”. La estrategia habría estado motivada por la percepción de que Donald Trump aplicaría una política exterior de “mano dura” contra regímenes como el de Nicolás Maduro.

La estratega demócrata Evelyn Pérez-Verdia le comentó a Politico que ella “nunca había visto este nivel de desinformación, teorías de conspiración y mentiras” en los grupos de WhatsApp dedicados a noticias y actualizaciones para las comunidades venezolanas y colombianas.

Las comunidades latinas comparten valores culturales comunes y, a lo largo del ciclo electoral, ciertos actores explotaron con mala fe temas de religión, política e historias comunes para intentar manipular a los votantes hispanos y sembrar desconfianza en el proceso. La información errónea de la derecha trumpista dirigida a los latinos estadounidenses se centra, comúnmente, en asuntos conflictivos dentro de las comunidades latinas: el aborto, la libertad religiosa, la inmigración y el temor a un gobierno autoritario. En las campañas de desinformación observadas en Florida, una narrativa común fue que la imagen y las políticas de Biden reflejaban las de los dictadores de izquierda de América Latina.

También se ha encontrado que los mexicanos fueron tanto víctimas como participantes en la creación y distribución de desinformación durante las elecciones en Estados Unidos. El New York Times reportó que poco antes de la elección se había descubierto que Rusia contrató personas en México y Venezuela para crear y circular desinformación sobre la elección a través de Facebook e Instagram. En Youtube, canales influyentes transmitieron noticias falsas. Por ejemplo, el canal Campechaneando, que tiene más de 2.3 millones de suscriptores, le advirtió a sus espectadores que no creyeran en los reportes de que Joe Biden había triunfado en el Colegio Electoral. 

En las comunidades latinas hay escepticismo, basado en experiencias históricas, en cuanto a la certeza electoral y los procesos políticos. Este escepticismo las deja especialmente vulnerables ante la desinformación que busca precisamente sembrar desconfianza en la votación y los procesos electorales. El mismo New York Times encontró evidencia de que este tipo de afirmaciones falsas se dirigió, intencionalmente, hacia las comunidades hispanas. La noche de las elecciones, un diluvio de desinformación circuló a través de las redes sociales hispanohablantes con el objetivo de crear duda sobre los resultados de las elecciones y convencer a los latinos de que la elección había sido secuestrada en contra de Donald Trump. El diario neoyorquino descubrió además que, en sólo 24 horas, “la desinformación en español estaba generando un tráfico que eclipsó incluso la campaña de interferencia de la Agencia de Investigación de Internet de Rusia respaldada por el Kremlin hace cuatro años”.

 

Debido a que Estados Unidos es el socio comercial más grande de México y su aliado político más importante, las consecuencias de esta elección podrían moldear la relación entre los países de manera dramática. México no solo enfrenta un problema de desinformación interna, sino también los efectos de las campañas transnacionales de desinformación que han logrado afectar su política interna en temas como la inmigración y el manejo de la covid-19. A pesar de la decisiva victoria de Joe Biden sobre Trump, el presidente Andrés Manuel López Obrador se ha negado a reconocer al presidente electo, apoyándose en las justificaciones del segundo sobre “cuestiones legales” en torno a la elección. AMLO se distanció de otros líderes mundiales, provocando críticas de quienes anticipan que el desaire podría dañar la relación de México con la administración entrante. Es importante destacar que, al aceptar la posición de la derecha trumpista y negarse a reconocer los resultados de una elección justa y libre, López Obrador sienta las bases para que se hagan afirmaciones similares sobre unas elecciones reñidas en México.

México nunca ha sido inmune a la desinformación electoral, sin embargo, en 2018, las redes sociales fueron saturadas con afirmaciones falsas sobre candidatos, incluso se publicaron encuestas falsas.

La elección de 2018 fue un momento crítico en cuanto al manejo de la desinformación electoral en México, y las elecciones estadounidenses de 2020 nos permitieron ser testigos de cómo se puede manifestar la fuerza completa de las campañas coordinadas de desinformación electoral. Los mexicanos y los medios de comunicación mexicanos tienen el tiempo y la oportunidad de abordar las lagunas evidentes que hay en nuestra seguridad de la información.

Los medios de comunicación mexicanos deberían reforzar sus capacidades de verificación de hechos y asociarse con instituciones acreditadas para crear una red firme de informes accesibles y confiables. Una iniciativa de este tipo ya ha sido establecida: a principios de este año, la Red Internacional de Verificación de Datos del Instituto Poynter anunció una alianza única con Univision y Noticias Telemundo, junto con 10 organizaciones reconocidas de verificación de datos en inglés, con el objetivo de combatir la desinformación electoral. También lanzaron FactChat, un bot de verificación de datos destinado a ayudar a los usuarios de WhatsApp a verificar las aseveraciones que encuentran en la aplicación. Además, iniciativas como Verificado, un grupo de verificación de datos que se asoció con más de 70 medios de comunicación mexicanos durante las elecciones de 2018 para contrarrestar la marea de noticias falsas, deben revisarse y fortalecerse en el período previo a nuestras elecciones federales y presidenciales.

No hace falta decir que aquellos interesados en participar en el proceso político, tanto a nivel nacional como en el extranjero, deben tomar medidas para educarse sobre cómo identificar información falsa o manipulada. Los votantes deben asegurarse de que haya presión pública sobre las empresas de redes sociales para reforzar sus capacidades para identificar y abordar rápidamente las campañas de desinformación en español. Además, es un deber democrático de los medios mexicanos asegurarse de que están tomando todas las medidas posibles para protegerse contra la información errónea dirigida a las elecciones mexicanas. En 2021, México enfrentará los comicios más grandes de su historia y, a medida que avanza el calendario electoral , la guerra de información, más que una amenaza, parece ser un hecho inevitable. Hemos podido ver sus efectos en otros países, y tenemos la ventaja del tiempo para encaminarnos en la dirección correcta.

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