Comedia romántica: últimos modelos (I)

Un recorrido por las convenciones que conforman a las comedias románticas, un género que, pese a toda crítica, sigue gozando de buena salud.
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No millennials: milenaristas. Mensajeros del fin de los tiempos. Cuando se estrenó They came together(2014), dirigida por David Wain, algunos quisieron ver en esta parodia de comedia romántica una suerte de acta de defunción de la comedia romántica. El género está muerto, dijeron, porque el material parodiado en esta película tiene “al menos quince años de edad”, es decir, no hay material “nuevo” que se haya inoculado suficiente a la mente del espectador para merecer parodia. (They came together es parodia casi directa de Tienes un e-mail, 1998, de Norah Ephron. Curiosamente, cuando la propia Tienes un e-mail se estrenó nadie pensó que el hecho de que fuera refactura de El bazar de las sorpresas, de Lubitsch, una película que entonces tenía 58 años de edad, indicaba la muerte de la comedia romántica.) El género está muerto, dijeron, no sólo por un declive de “calidad” –o lo que ellos consideran calidad– sino de cantidad. Cada vez hay menos comedias románticas, según. Como siempre ha sucedido, los trompetistas del Apocalipsis se adelantaron. No hay menos comedias románticas: hay más comedias románticas oblicuas o lindantes con otros géneros o en las cuales el equilibrio entre comedia y tragedia o entre romance y trabajo se ha desbalanceado. Tres ejemplos aparecidos en 2015 indican que el paciente Comedia Romántica goza de excelente salud. Los veremos en la segunda parte de este texto.

Antes: un repaso.

Primero que nada: en toda comedia romántica el desarrollo de una relación amorosa debe llevar a situaciones cómicas. La formación de la pareja es su centro. Fuera de ahí, escritores y directores tienen a la mano una enorme paleta de herramientas, tópicos y lugares comunes.

Protagonistas: la maquinaria genérica casi exige que la pareja central de la comedia romántica sea heterosexual. Casi. Jessica, la protagonista de Besando a Jessica Stein(2001), se descubre a sí misma en una relación amorosa con Helen, aunque el final las encontrará separadas pero amigas y con Jessica con un renovado interés en su jefe, Josh; Steven, el protagonista de Una pareja disparejao I love you Phillip Morris (2009), tiene una pulsión homosexual casi desde el principio, aunque cuando lo conocemos está casado en un matrimonio heterosexual.

Es común que uno de los dos protagonistas sea responsable, precavido, “triunfador” (o sea, sexualmente apretado); el otro, poco convencional, rebelde, libre, irresponsable (o sea, sexualmente liberal). En tiempos de la comedia romántica screwball la norma era que el hombre fuera el responsable y la mujer la liberal, como en La adorable revoltosa (1938) o Bola de fuego (1940), ambas de Howard Hawks, pero los papeles pueden revertirse actualmente, como en el caso de la chef workaholic de Sin reservas(2007), o no, como en el caso del ‘analista de riesgos’ Reuben y la glotona aventurera y salsera Polly en Mi novia Polly (2004). También es común que uno de los protagonistas acabe de pasar por una separación. Puede tratarse de un rompimiento por infidelidad, como en Cansada de besar sapos (2006), o por incompatibilidad (Tienes un e-mail) o por la muerte de una pareja (Sintonía de amor, 1993, es el ejemplo canónico). Es posible que uno de los protagonistas venga de una larga serie de relaciones superficiales o inconsecuentes, como en Un gran chico (2002). Suele ser un contraste importante entre las parejas que uno de los dos padezca “miedo al compromiso”, generalmente después de un divorcio. No es lo más común pero, a veces, ambos protagonistas vienen saliendo de relaciones frustradas y ambos temen al compromiso, como en Amigos con beneficios (2011).

El flawed protagonist, o protagonista con una gran falla, es común a casi todo el cine actual de género. En comedia romántica se exacerba. Aquí las fallas recurrentes de los protagonistas incluyen ser demasiado trabajadora (La propuesta, 2009), demasiado cínica (El amor cuesta caro, 2003), demasiado coscolino (Don Jon, 2013), demasiado teto (Loco y estúpido amor, 2011). Que cualquiera de los protagonistas fume excesivamente está mal visto en la comedia romántica de unos veinte años a la fecha (10 cosas que odio de ti, 1999). Y por supuesto está ese gran lugar común de la ‘manic pixie dream girl’, una chica rara, difícil y bella que “existe solo para enseñarle al joven a aceptar la vida y sus infinitos misterios”. Penelope en Buscando un amigo para el fin del mundo (2012) es un ejemplo a prueba de balas; Clem en Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (2004) es un revés intencional de este cliché.

(Entre paréntesis, hay un grupo de comedias románticas más o menos recientes, muchas de ellas relacionadas de alguna forma con el productor y director Judd Apatow, que extreman las fallas de los protagonistas y básicamente las extienden a casi todo el resto del elenco. Están pobladas por personajes desagradables para el espectador y muy especialmente para el resto de los personajes. Los protagonistas de Bienvenido a los 40 (2012) parecen hacer todo lo que pueden para enervar a su compañero –y “crecer” o cumplir 40 es resignarse a que ese desagrado es parte de la vida–, los amigos pachecos de Ligeramente embarazada (2007) basan su rutina en el bullying, varios personajes de Cómo sobrevivir a mi ex (2008) están tratando de lastimarse, de chantajearse o, al final, de soportarse. En Esa chica es un desastre (2015) Amy, la protagonista, detesta a medio mundo; su reacción cuando un tipo está tratando de tener una conversación seria es reírse en su cara; es bully contra el esposo de su hermana, contra su hijo, contra sus amigas; las amigas, a su vez, no la soportan a ella; los elogios de su jefa vienen con jiribilla; trata a su interno con la punta del pie, y éste la trata también sin ningún interés salvo su propio gozo cuando se la va a coger. En las películas de este grupo, los personajes son definidos para nosotros por otros personajes con unos cuantos rasgos pero esos rasgos son de desagrado: “es el que huele horrible”, “es el codo”, “es el gordo con tetas”, “es la vieja histérica”, “mi papá era un borracho racista”. El sexo, que suele ser muy explícito en estas películas, es paradójicamente visto o expresado como algo desagradable: Amy finge que se queda dormida para que su encuentro amoroso termine ya y trata a su pareja más o menos oficial como un empleado en la cama; la ex novia de Cómo sobrevivir a mi ex parece más interesada en hacer ruido para lastimar al vecino de cuarto que en gritar por placer; en Bienvenido a los 40 el sexo se reduce a 1. cuarentones babeantes sobre una chica hermosa y altamente sexual o 2. intercambios de insultos o recordatorios de incompetencias. Fin del paréntesis.)

Luego están las convenciones de los encuentros, las citas, los desencuentros. Los protagonistas pueden conocerse en un ‘meet cute’, una forma de encuentro encantador o supuestamente encantador que acentúa la sensación de destino cumplido. Will y Anna se conocen porque él derrama un vaso de jugo en la camisa de ella, caminando más o menos distraídamente en las calles londinenses de Un lugar llamado Notting Hill (1999). Es posible también que la pareja ya esté formada pero se encuentre en conflicto, y la película se encargará de separarlos y reunirlos, por ejemplo en Bienvenido a los 40. El asunto es que rara vez el amor pega a primera vista, pues una de las fuentes de la comedia en el género es ver a los protagonistas luchar contra su propia atracción. Conviene que sean parecidos (blancos, en general; de clase media o alta, en general), pero no demasiado. La chef hiperestricta tiene su contraparte en un chef desmadroso y cantarín en Sin reservas. Conviene también que su jerarquía social o económica no esté exactamente a la misma altura, como en el caso del patrón/empleada de El diario de Bridget Jones (2001) o El retrato perfecto (1997), tal vez la primera instancia hecha y derecha del subgénero de comedia romántica llamado Jennifer Aniston. A veces son personajes pertenecientes a clases sociales en conflicto, hay ejemplos de Vivir para gozar (1938) a Sueño de amor (2002) y más recientes; a veces pertenecen a generaciones distintas, como en el caso de Mi segunda vez (2009).

Existen las ‘malas citas’ y las citas desastrosas, como la cena en el restaurante indio en Mi novia Polly o la cita repetida interminablemente, cada vez con peores resultados, en Hechizo del tiempo (1993); existen las citas ‘dobles’, donde los ejemplos clásicos son Manhattan (1979) y Harry y Sally (1989), y las citas que “no son citas”, según la pareja, pero bajo las cuales pasa una corriente de interés sexual o amoroso, como en Jerry Maguire (1996) o Los juegos del destino (2012). Existen también las citas a ciegas, generalmente servidas en secuencias de montajes, como en Sintonía de amor, Un lugar llamado Notting Hill, Besando a Jessica Stein o Mi segunda vez.

Hablando de secuencias montajes, la comedia romántica hace uso insistente de ellas. Los más comunes son el montaje de ‘cambios de ropa’ (Lo que ellas quieren, 2000; 27 bodas, 2008), el del ‘enamoramiento’ (Definitivamente, tal vez, 2008; Cuestión de tiempo, 2013) y el de la separación (en Notting hill éste tiene la particularidad de ser un montaje disfrazado de una sola larga toma a través de las estaciones del año). Un despertar glorioso (2010) tiene al menos cuatro secuencias de montaje. Más cuestiones estilísticas: cada vez es más común la narración en voice-over, que puede ser “sincera”, como en Una historia casi divertida (2010), o irónica, como en (500) días con ella (2009). A veces la voz narradora se le otorga a un protagonista, acaso el de mayor peso específico o estructural, como a Cher en Ni idea (1995) o a Rob en Alta fidelidad (2000), o, en estructuras duales, a ambos protagonistas (Un gran chico). Es normal que las canciones adopten una suerte de narración o comentario respecto de los hechos o los personajes de la película, como la canción ‘Via con me’ en Beso francés (1995) o ‘One fine day’ en Un día muy especial (1996). Por último, un asunto estructural: la comedia romántica se ha adaptado bien a la ‘narrativa en red’ o network narrative, con ejemplos como Me and you and everyone we know (2005), A él no le gustas tanto (2009) o Día de san Valentín (2010).

La pareja se enamora –pero entonces algo saldrá mal. El protagonista ha ocultado una relación (Si yo hubiera…, 1998), regresa una antigua pareja (Roland en Loco por ella, 2010), uno de los protagonistas comprende que debe sacrificar la relación en nombre del amor de la familia (La propuesta) o que ha estado engañándose a sí mismo (Jerry Maguire). Muchas veces se trata de un malentendido: en Realmente amor (2003), otra comedia romántica de narrativa en red, el primer ministro inglés David malentiende que Natialie, empleada de su oficina de la que él está enamorado, ha estado coqueteando con el presidente de Estados Unidos. Algunas de esas veces el malentendido es intencionalmente provocado por la envidia o los celos de un tercero, como en Mucho ruido y pocas nueces, tanto en la divertidísima versión de 1993 como en la menos divertida de 2012. (También en la versión ‘Shakespeare ReTold’ de la BBC de 2005.) Entonces la pareja protagonista se separa. Es un tiempo de reflexión más o menos solitaria (The rewrite, 2014) o de soledad brutal (Novia se alquila, 1987) o con los amigos, que a veces da espacio para explorar otras convenciones como la ‘token black person’ (Ella es así, 1999) o el ‘mejor amigo gay’ (llevado al colmo en El objeto de mi afecto, 1998) o un tiempo para la exploración de nuevos encuentros sexuales (Eternamente comprometidos, 2012).Más pronto que tarde, la separación les enseñará lo verdaderamente importante: que estaban hechos el uno para el otro. El uno persigue y alcanza a la otra (Hitch: especialista en seducción, 2005) o a la inversa (Kate & Leopold, 2001). Se reencuentran tras una disculpa que hace llorar (Notting Hill), un discurso bajo la lluvia (parodiado en Community, en serio en Les doy un año, 2013), una declaración de amor pública (Esa chica es un desastre)o una aparición de último minuto (Mujer bonita, 1990). A veces alcanzamos a ver el compromiso (Mientras dormías, 1995), una boda caprichosa (Eternamente comprometidos), una boda convencional (Quiero robarme a la novia, 2008) o varias (Cásese quien pueda, 2014).

Fin.

 

En la segunda parte, tres comedias románticas inesperadas de 2015: Catastrophe, Master of none, Ant-Man.

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Escritor. Autor de los cómics Gabriel en su laberinto y Una gran chica (2012)


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