Arjun Appadurai se hizo famoso con su libro anterior: Modernity at Large (1996), donde presentaba una visión francamente optimista de la globalización y sus posibilidades económicas y políticas. Varias críticas, pero sobre todo el análisis del ininterrumpido etnocidio en diferentes partes del mundo y de la reconfiguración del orden mundial pasado el 11 de septiembre de 2001, lo han obligado a reflexionar precisamente sobre las zonas más siniestras de la globalización, la contrafaz que dejó pendiente de analizar hace una década.
Lo que resulta particularmente interesante de El rechazo de las minorías (que no traduce de manera satisfactoria Fear of Small Numbers) es, primero que nada, que no evita la pregunta crucial: ¿por qué en la era en que la globalización es un hecho consumado surgen conflictos raciales que desembocan tantas veces en etnocidios; por qué se da en este contexto la nueva amenaza del terrorismo? Así, en vez de menospreciar estos fenómenos como formaciones residuales que desaparecerán cuando todo el mundo comprenda las ventajas del capitalismo avanzado, Appadurai trata de comprenderlos en tanto productos de los flujos informativos y las presiones simbólicas del nuevo orden mundial.
El primer capítulo del libro propone, desde el neologismo etnos –compuesto de etnia y ethos–, una explicación de la pureza racial, definida aquí como una esencia imaginaria del Estado nación que los procesos de globalización han puesto en crisis y que encuentra en sus minorías a un enemigo idóneo para escenificar la salud de su unidad, de su existencia misma; la violencia, entonces, es uno de los mecanismos, acaso el más importante, de producción de la identidad.
En el segundo capítulo, a partir del nuevo modelo de guerra que representaron el atentado contra las Torres Gemelas y el Pentágono y la venganza de Estados Unidos, Appadurai desarrolla los conceptos cruciales de su esquema teórico: sistema vertebrado y su opuesto suplementario (no antitético), sistema celular. El primero describe a los Estados nación, donde las fronteras políticas imponen unidades discretas y que dependen, aunque existen flujos internacionales, de la regulación de gobiernos centrales estructurados (vertebrados) mediante burocracias formales. El segundo explica los flujos de dinero, armas, información y gente que sortean los controles de las soberanías tradicionales, en gran parte debido a las nuevas lógicas de intercambio creadas por y para permitir la globalización. Lo importante es la manera en que Appadurai logra articular las tensiones que crea la coexistencia de estos dos sistemas: la coexistencia de ambos es necesaria pero al mismo tiempo imposibilita la pureza, transforma la naturaleza de los sistemas vertebrados tradicionales.
La violencia generada por la globalización es el tema del tercer apartado. Subraya el hecho de que tanto las mayorías como las minorías son productos de la modernidad y sus técnicas de conteo y descripción demográfica. Enseguida, precisa que las minorías funcionan como metáforas que recuerdan la crisis del proyecto nacional clásico.
El título del libro coincide con el del cuarto capítulo y por lo tanto comienza con una brevísima historia de las minorías para llegar al concepto de identidades predatorias: las mayorías que de pronto se narran en peligro y que por lo tanto actúan de manera violenta para eliminar a la minoría que representa el riesgo. ¿Qué lleva a la acción violenta? Su teoría es la siguiente: el pensamiento liberal está siempre abierto a confundir la cualidad de las colectividades con su cantidad, lo que desde luego es grave cuando llega al poder un partido cuyo programa es un populismo de índole racial o religioso. La minoría en la imaginación liberal no puede ser esencialmente diferente, sólo representa una diferencia de opinión. Cuando la minoría deja de pertenecer al “nosotros”, se produce la violencia etnocida.
Finalmente los capítulos cinco y seis se ocupan de las dos caras más importantes de las organizaciones celulares: por una parte, el terrorismo y, con él, el estado de guerra permanente que suspende y acaso elimina para siempre las garantías que permiten la existencia del ciudadano que imaginó la modernidad ilustrada; por otra parte, las organizaciones ciudadanas supranacionales que no solamente son capaces de hacer que avancen causas importantes a nivel muy concreto y específico sino que crean un tercer espacio, escindido tanto de la economía como de la política. En estas organizaciones Appadurai ve la posibilidad de una reinvención de la ciudadanía, distinta a la descomposición militarizada de las libertades determinada por el terror perpetuo.
Aunque las tesis que Appadurai sugiere en El rechazo de las minorías son ampliamente discutibles, se agradece su valentía al formularlas y su visión del presente, terrible pero verdadera, terrible por verdadera, que invita a pensar, y eso, finalmente, es el propósito del ensayo. ~