Foto: Levan Ramishvili / Public domain / flickr.com/photos/levanrami/29345892200/

Escrituras del yo

Aunque tanto la idea del yo como la fiabilidad de la memoria personal han sido puestas bajo sospecha, las escrituras del yo continรบan teniendo vigencia como proyecto autoral en su calidad de huellas compartidas de vida.
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A Ricardo Ramรญrez.

Las escrituras del yo, tรญtulo de un texto de George Gusdorf, suponen que nuestra conciencia dicta la escritura para interpelar a quien lee desde el lenguaje, la razรณn y la emociรณn. De un texto memorioso, un diario o una autobiografรญa se espera una verdad, basada en la coincidencia entre el autor, el narrador y el personaje del texto, todos referidos a una vida. Con el establecimiento de este pacto autobiogrรกfico, nombre de un libro de  Philippe Lejeune, quien pone su nombre en la portada importa, su manera de ver el mundo es significativa y su existencia cuenta para los demรกs, sea ejemplar, escandalosa o al menos singular.

Mรกs allรก del pacto, son escrituras sospechosas. El yo serรญa una invenciรณn moderna, una ficciรณn, un cruce del inconsciente, el lenguaje, la ideologรญa. Pensemos en Freud, Marx, Foucault o Deleuze. Me inclino por las neurociencias: la conciencia, ese poderoso magma humano relacionado con el cerebro pero irreductible a รฉl, no es todopoderosa. De aquรญ las implacables contradicciones de cada individuo, que incomodan tanto a las iglesias y regรญmenes autoritarios como a las personalidades e identidades de grupo amantes de la coherencia absoluta (incluso cuando son lacanianos o foucaultianos). En lugar de individuos deberรญamos hablar de โ€œdividuosโ€,de seres divididos, de subjetividades cambiantes, condiciรณn de la especie sapiens en todas las รฉpocas y contextos, no solo en la modernidad capitalista (Yuval Noah Harari. 21 lecciones para el siglo XXI).

Respecto al tema, nos dice Jorge Luis Borges:

Yo he de quedar en Borges, no en mรญ (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace aรฑos yo tratรฉ de librarme de รฉl y pasรฉ de las mitologรญas del arrabal a los juegos con el tiempo y lo infinito, pero esos juegos son de Borges y ahora tendrรฉ que idear otras cosas. Asรญ mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro. No sรฉ cual de los dos escribe esta pรกgina (โ€œBorges y yoโ€).

Igual las escrituras del yo apelan a la efectiva ficciรณn del yo unificado desde la  conciencia (individual e incluso identitaria) de la propia existencia, que sรญ es muy real. Las contradicciones y transformaciones a lo largo del tiempo se sostienen en mi nombre, la marca de mi cuerpo finito que cambia al paso de los aรฑos, definiendo el espacio de mi existir. La multitud dentro de mรญ se llama Gisela Kozak Rovero. Cuando escribo sobre Gisela he de escoger las huellas en mi consciencia y las tรฉcnicas adecuadas para expresarlas. Lo que deja huellas tal vez no sea mi decisiรณn, pero quรฉ hacer con ellas significa libertad, palabra relativa y dudosa pero siempre fundamental.

No es lo mismo presentarse como testigo de un acontecimiento  que  protagonizar una acciรณn. Diario en ruinas, de Ana Teresa Torres, combina ambas opciones en su tratamiento de la revoluciรณn bolivariana. Este hรญbrido entre diario y memoria cita textos propios y ajenos, apenas roza la vida personal y subraya su calidad de testigo. En una orientaciรณn muy distinta, la irรณnica autobiografรญa de Charles Darwin cuenta su trayectoria como hombre de ciencias, destinado a serlo desde su infancia. La autobiografรญa de hombres ilustres puede constituirse en camino para obtener una estatua en la posteridad (Silvya Molloy, Acto de presencia. La escritura autobiogrรกfica en Hispanoamรฉrica). En cambio, Confieso que he vivido, de Pablo Neruda, se trata de una narraciรณn en primera persona con un protagonista alrededor del cual gira el mundo, una tรฉcnica novelesca insuperable para escribir el yo de colosos culturales, sexuales y polรญticos del siglo XX. Neruda ahora no es solo el coloso sino un violador, amรฉn de comunista adulador de Iosif Stalin. El pacto autobiogrรกfico se cumple entonces al pie de la letra: le creemos a Neruda todo lo que cuenta.

Las crรณnicas memoriosas apelan a acontecimientos compartidos.  El mundo de ayer. Memorias de un europeo, de Stefan Zweig, habla de la vida en el imperio austrohรบngaro antes de la primera guerra mundial, con tintes nostรกlgicos. Es un libro perfecto para estos tiempos convulsos y ominosos, por cierto. Desde luego, como seรฑala  Bruno Groppo (โ€œLas polรญticas de la memoriaโ€) se  pueden cuestionar estos ejercicios ya que los hechos comunes se perciben desde perspectivas distintas. George Orwell en Homenaje a Cataluรฑa puso en duda al bando republicano, en especial a los comunistas, en la guerra civil espaรฑola. La crรณnica muta en denuncia y constituye un riesgo para quien escribe; no cabe duda, la admiraciรณn hacia las escrituras del yo que se enfrentan a la opiniรณn hegemรณnica ha sido muy potente en la lucha por la libertad de expresiรณn. Pensemos en Orwell o en dos si se quiere escandalosos ejemplos opuestos entre sรญ, tan opuestos que colocarlos en una frase es un exabrupto: Ecce Homo. Cรณmo se llega a ser lo que se es, de Friedrich Nietszche, y el hรญbrido Borderlands / La Frontera: The New Mestiza, de Gloria Anzaldรบa.

Aunque han sido puestos bajo sospecha tanto el โ€œyoโ€ โ€“como lugar desde el que habla la verdad de cada individuoโ€“ como la fiabilidad de la memoria personal โ€“capaz de fallas, perversiones y olvidosโ€“, las escrituras del yo continรบan teniendo vigencia como proyecto autoral en su calidad de huellas compartidas de vida. Por supuesto, en el siglo XXI estas huellas son sometidas a escrutinios no solo de la religiรณn o de regรญmenes autoritarios. ยฟQuรฉ pasa si se ofende a la patria, a la propia parentela o se tocan temas espinosos sobre creencias, polรญtica, sexualidad o gรฉnero que contravienen  la tradiciรณn? ยฟEl yo debe ser escrito desde una identidad o identidades de grupo? ยฟPuedo contar mi perspectiva sobre el mundo sin temor a ofender a gente en desventaja, como yo? ยฟSi dirijo la mirada a otras culturas puede considerarse apropiaciรณn indebida? ยฟLas escrituras del yo son documentos inculpatorios? ยฟEs mรกs creรญble el testimonio del dolor vivido como parte de un grupo vulnerable โ€“pienso en el ya clรกsico Me llamo Rigoberta Menchรบ y asรญ me naciรณ la conciencia, redactado por Elizabeth Burgosโ€“ que Memorias de una joven formal, de Simone de Beauvoir, escrita con la tรฉcnica de la llamada novela de formaciรณn?

Estas interrogantes implican temas nada triviales: la libertad de expresiรณn y la valoraciรณn estรฉtica. No hay que sorprenderse, pues desde que se inventaron las escrituras del yo su recepciรณn ha oscilado entre la censura, la reverencia, la sospecha y la sacralizaciรณn, pero tampoco hay que bajar la guardia. Las escrituras del yo, hay que decirlo, son actos de libertad, sobre todo  cuando deliberadamente no se someten a los deseos ajenos.

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Escritora y profesora universitaria venezolana. Su รบltimo libro es Casa Ciudad (cuentos). Reside en la Ciudad de Mรฉxico.


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