El 20 de diciembre, Pedro SĂĄnchez y Quim Torra se reunieron en la Moncloa. Tras la reuniĂłn, el gobierno emitiĂł un comunicado superficial que insistĂa en la necesidad del diĂĄlogo, a pesar de que la Generalitat y el Gobierno âmantienen diferencias notables sobre su origen [del conflicto], naturaleza o sus vĂas de resoluciĂłnâ. Para Torra, el diĂĄlogo debĂa tener como base un documento de 21 puntos que entregĂł a Pedro SĂĄnchez. Estos dĂas, la Generalitat lo ha hecho pĂșblico. EstĂĄ lleno de falsedades, condescendencia y moralismo. EstĂĄ destinado a una audiencia privada, esun borrador para las negociaciones y, sin embargo, parece mĂĄs una lista de consejos y deseos o un mĂtin. Para el govern, la idea de negociaciĂłn consiste en âcolaborar en la resoluciĂłn del problema español, porque somos vĂctimas y padecemos las consecuenciasâ. No existe un problema catalĂĄn, sino un problema español, que tiene que ver con la falta de democracia plena, la ausencia de separaciĂłn de poderes y un franquismo sociolĂłgico. El gobierno catalĂĄn se ofrece a ayudar a España a democratizarse, pero para ello exige primero al Estado que acepte que tiene un problema de âcalidad democrĂĄticaâ.
En ocasiones, el texto describe una España autoritaria que recuerda mĂĄs al clima polĂtico catalĂĄn: âEs urgente profundizar en los valores y, sobre todo, las prĂĄcticas democrĂĄticas, y recuperar el compromiso por la Ă©tica polĂtica y el respeto a la discrepancia polĂtica, acabar con la deshumanizaciĂłn del adversario, la falta de separaciĂłn de poderes y las violaciones de los derechos fundamentales que debilitan las bases del sistema democrĂĄticoâ. Son consejos Ăștiles para quienes hablan de un sol poble. El procĂ©s lleva años demostrando que solo tiene de democrĂĄtico la retĂłrica.
El texto estĂĄ lleno de peticiones abstractas y generales, y muchas de ellas el govern sabe que su interlocutor no puede aceptarlas: reconocer el derecho de autodeterminaciĂłn de Cataluña, frenar la vĂa judicial. Pero hay una de ellas que sĂ ha provocado algo de debate, y es la idea de un âmediadorâ para las negociaciones entre el Estado y Cataluña. Esta semana, el gobierno ha aceptado a regañadientes que exista la figura de un ârelatorâ, pero no para mediar entre el govern y el gobierno, sino para hacer de notario en una mesa de negociaciĂłn entre partidos.
La idea de un mediador, relator u observador es atractiva para la propaganda independentista. El independentismo desea plantear cualquier negociaciĂłn sobre Cataluña como una negociaciĂłn bilateral entre dos entidades soberanas e independientes, Cataluña y España. La figura del observador o mediador transmite la sensaciĂłn de que se estĂĄ negociando el futuro de una Cataluña independiente, casi como si se tratara de un proceso de descolonizaciĂłn. Una figura independiente y neutral hace de mediadora en un pleito entre dos unidades soberanas, y la consecuencia es una salida negociada. Es una ilusiĂłn independentista, porque si llega a establecerse, el ârelatorâ, que el govern quiere que sea un âperfil internacionalâ, tomarĂĄ nota de negociaciones mĂĄs prosaicas, que tienen que ver seguro con los presupuestos españoles.
El independentismo ha pedido tambiĂ©n observadores para el juicio a los polĂticos presos. De esta manera, busca desacreditar el sistema judicial español y exige a la comunidad internacional que vigile de cerca el juicio por si no es justo. La respuesta del Tribunal Supremo es elegante: la Sala permitirĂĄ, “superando asĂ restricciones histĂłricas todavĂa vigentes en la mayorĂa de paĂses de nuestro entorno, que las sesiones del juicio sean televisadas en directo y mediante streaming en la web. La consecuencia inmediata es que todo ciudadano que quiera convertirse en observador, nacional o internacional, del desarrollo del juicio podrĂĄ hacerlo.”
La peticiĂłn de mediadores es el Ășltimo cartucho del procĂ©s antes del juicio a los polĂticos presos, aunque la idea de la presiĂłn internacional lleva desde hace años en su agenda y no ha dado resultado. La Ășnica consecuencia real de esta estrategia es un bloqueo de los presupuestos y unas posibles nuevas elecciones.
Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacciĂłn de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemĂĄn' (Libros del Asteroide, 2023).