Las elecciones en el Reino Unido no han dejado un claro vencedor, pero han contribuido notablemente a enrarecer el ambiente de la negociaciรณn del Brexit. Es cierto que el Partido Conservador ha vuelto a ganar las elecciones, y que May ha obtenido el mejor resultado para su formaciรณn desde 1983. Sin embargo, la suya ha sido una victoria exigua, muy alejada del triunfo aplastante que aspiraba a cosechar frente a un rival muy escorado a la izquierda. Corbyn, un candidato cuya continuidad al frente del laborismo ha estado constantemente amenazada por lo suyos desde que resultara ganador de las primarias, ha obtenido un nada despreciable 40% de los votos, legitimando asรญ su liderazgo. El equipo de Corbyn ha planteado una buena estrategia de campaรฑa, entendiendo la importancia de la movilizaciรณn y sabiendo atraerse el voto de los jรณvenes. Nada de eso ha sido suficiente, no obstante, para derrotar al partido que llevรณ a los britรกnicos al callejรณn sin salida del Brexit, ahora encabezado por una primera ministra de discurso autoritario.
En definitiva, Reino Unido no ha superado el impasse de su salida de la Uniรณn Europea y ha protagonizado unos comicios marcados por la polarizaciรณn, asรญ como por la reacciรณn bipartidista. A diferencia de lo que sucediรณ en 2015, donde partidos minoritarios como el UKIP, los LibDem, el SNP escocรฉs o los verdes desempeรฑaron un papel relevante, esta vez las viejas siglas conservadoras y laboristas han acaparado casi toda la atenciรณn.
Sobre las razones de ese resurgimiento bipartidista caben varias hipรณtesis. Una explicaciรณn puede ser el papel que juega el sistema electoral mayoritario, que concede pocas opciones a los partidos de segundo orden. En paรญses con un sistema proporcional hemos visto nacer y consolidarse nuevas formaciones que retan las posiciones de las siglas clรกsicas. En Reino Unido, en cambio, estos partidos tienen escasas posibilidades de prevalecer y este hecho puede haber contribuido a la coordinaciรณn del voto de los electores en torno a las formaciones clรกsicas.
Ademรกs, la disputa polarizada ha barrido del tablero el centro polรญtico, trasladando la competiciรณn a los extremos. Y, al extremar el mensaje, laboristas y conservadores han pisado el discurso de sus competidores mรกs radicales, abocรกndolos a la indiferencia. Es el caso de los verdes y tambiรฉn del UKIP, el gran derrotado de estos comicios, condenado a la irrelevancia desde la culminaciรณn del leave en el referรฉndum sobre el Brexit. Tambiรฉn los nacionalistas escoceses viven horas bajas y su propuesta de reediciรณn de la consulta sobre la independencia de Escocia no despierta gran entusiasmo en un paรญs que ya ha tenido suficientes emociones plebiscitarias.
Asรญ, el momentum populista, que en los paรญses con sistemas proporcionales se traduce en la transformaciรณn del espectro partidista y de los pesos tradicionales, en el modelo mayoritario parece haber sido absorbido por los partidos viejos, con mรกs opciones de victoria. Sin embargo, esta radicalizaciรณn de laboristas y conservadores requiere de explicaciones suficientes, pues pone en entredicho la lรณgica de distribuciรณn del voto planteada en el modelo Hotelling-Downs.
Este modelo sugiere que, en un sistema mayoritario, los dos partidos que protagonizan la elecciรณn tenderรกn a situarse lo mรกs cerca del votante mediano, razรณn por la cual las formaciones suelen aproximarse al centro polรญtico durante las campaรฑas electorales. Esta vez, en cambio, hemos visto a dos partidos alejados del centro y eso merece una aclaraciรณn.
Por un lado, el cambio en el sistema de elecciรณn en las primarias laboristas, con un protagonismo mayor para la militancia, mรกs escorada a la izquierda, encumbrรณ a un lรญder excรฉntrico en todas las acepciones del tรฉrmino. Un candidato, ademรกs, que no estรก dispuesto a sacrificar su ideologรญa y sus esencias para hacer su discurso mรกs atractivo a la mayorรญa. Por el otro, los conservadores han interiorizado muchas de las actitudes que otrora le procuraron รฉxito al UKIP de Nigel Farage.
Cabe preguntarse si laboristas y conservadores han renunciado efectivamente al votante mediano o es el votante mediano quien ha abandonado el centro polรญtico. Una interpretaciรณn podrรญa ser que el votante mediano sigue instalado en la moderaciรณn, de ahรญ que ni unos ni otros hayan cosechado la victoria que perseguรญan. Sin embargo, los elevados porcentajes de voto en los que se han movido los viejos partidos podrรญan sugerir que sรญ se ha producido este movimiento. Esto serรญa coherente con algo que los sondeos de opiniรณn vienen observando desde hace aรฑos: que los europeos han ido adoptando posiciones extremistas o autoritarias en multitud de aspectos que marcan la competiciรณn electoral. En el caso de Reino Unido, YouGov apuntaba que un 48% de britรกnicos presentaba estas actitudes, y ello se refleja en unos candidatos caracterizados por su escaso apego al pluralismo y los valores liberales.
El abandono del centro ideolรณgico por parte de los partidos podrรญa estar seรฑalando una gravitaciรณn hacia un nuevo polo de equilibrio. Esta podrรญa ser una de las razones por las que el modelo de Hotelling-Downs parece no cumplirse: el modelo tiene validez para explicar el comportamiento de dos partidos a lo largo de un eje ideolรณgico. Sin embargo, en los รบltimos aรฑos este eje ha dejado de ser suficiente para explicar las lรณgicas electorales y su observaciรณn a menudo despierta la extraรฑeza de una brรบjula imantada. Ese imรกn que podrรญa estar sesgando el eje ideolรณgico estรก formado por, al menos, dos nuevos ejes, uno generacional y otro representado sobre el clivaje aperturismo-repliegue.
El modelo Hotelling-Downs, ademรกs, se cumple para competiciones entre dos partidos y, aunque el britรกnico es un sistema mayoritario, el recuerdo del peso de formaciones de segundo orden en las elecciones de 2015 puede haber condicionado la estrategia de los partidos clรกsicos. Observando el fuerte retorno del bipartidismo cabe cuestionarse si no habrรญan cosechado un รฉxito mayor candidatos mรกs moderados. Pero nunca sabremos quรฉ habrรญa pasado si May no hubiera pensado que tenรญa que cerrar la puerta al UKIP por la derecha, ni cรณmo habrรญan respondido los jรณvenes a Corbyn si este hubiera adoptado un discurso mรกs mainstream.
Aurora Nacarino-Brabo (Madrid, 1987) ha trabajado como periodista, politรณloga y editora. Es diputada del Partido Popular desde julio de 2023.