Debรญa ser culpa de Poe,
que engendrรณ a Baudelaire y รฉste resuena
en la voz cavernosa de Nick Cave.
Pero tiene que ver con la manera
en que la imagen de Ramรณn Lรณpez Velarde,
reciรฉn salido del burdel,
languideciendo en la penumbra de la iglesia,
se imprimiรณ en la cabeza del oscuro.
El desahogo de la culpa es solitario
y a la sombra.
Y la culpa es catรณlica
(en toda falta sostenida
hay ya una devociรณn
y un dogma en blanco y negro).
La operaciรณn de pecar y flagelarse
para volver a pecar
es imposible bajo el rayo
de un esplendente sol ateo.
La palidez de un rostro trasnochado
se encubre bien con la incipiente barba,
unos lentes oscuros gigantescos
y gorra de trailero.
Esa es la mรกscara primera pero hay mรกs:
el crรกneo como un claustro
cerrado a piedra y lodo
para entonar el soliloquio egรณtico,
la placentera letanรญa
de un cultivado spleen,
de una sumisa depresiรณn.
Asรญ el oscuro se pasea
para ser visto pero no franqueado.
Es la ventana
(con hierro y garigoles)
tapiada desde adentro en un performance
un tanto afectadรณn.
– Julio Trujillo