Estado y crimen

ยฟCรณmo llegar a un Estado de derecho retrocediendo a donde ni siquiera hay Estado?
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El crimen organizado solo puede existir como estructura polรญtica. Su mรกxima ambiciรณn es convertirse en Estado: tener un territorio donde impere como รบnico dueรฑo de la violencia y cobre impuestos. No acepta la intervenciรณn externa. Los otros grupos criminales tienen que respetar las fronteras negociadas o enfrentarse a la guerra, que es la continuaciรณn por otros medios de sus relaciones exteriores.

Tampoco acepta el crimen independiente. Ofende su soberanรญa. En la tradiciรณn del derecho romano, la verdadera vรญctima de un crimen es el Estado, porque nadie mรกs tiene derecho a matar. Por eso, los Estados tardaron siglos en atender a las vรญctimas: meros daรฑos colaterales de la ofensa capital.

Hobbes arguyรณ que la vida expuesta a todos los que llegan, roban, matan y se van es "solitary, poor, nasty, brutish and short" (Leviathan). Que es mejor someterse a uno solo que nos perdone la vida y nos proteja de los que andan sueltos. Y que eso funda el contrato social. Garantizar la seguridad de la poblaciรณn no es uno de los servicios del Estado: es su razรณn de ser.

En el neolรญtico, en los primeros asentamientos humanos, los pobladores se enfrentaban a bandas nรณmadas de recolectores y cazadores que llegaban a despojarlos. Los lรญderes naturales organizaban la defensa: un Estado que se armaba cuando hacรญa falta y se desarmaba al pasar el peligro. Tanto los lรญderes como los demรกs vecinos volvรญan a sus ocupaciones normales, de las cuales vivรญan. Pero algunos lรญderes disfrutaban tanto la experiencia de mandar que decidieron dedicarse a la protecciรณn a tiempo completo y vivir de eso. No hubo quiรฉn pudiera defenderse de los defensores, y asรญ se estableciรณ finalmente el Estado estable.

Mรฉxico viviรณ situaciones hobbesianas (de inseguridad general y guerra de todos contra todos) en dos procesos histรณricos: la Independencia y la Revoluciรณn. Muy lentamente, fueron superadas por un Capo Mรกximo que integrรณ a los autรณnomos en un monopolio nacional del crimen, y lo administrรณ con prudencia.

La dictadura de Porfirio Dรญaz y la dictablanda de los presidentes del PRI acabaron con las armas fuera del poder central, con la moneda fuera del banco central y con los contactos exteriores sin permiso central. Superaron la violencia por medio de la corrupciรณn, organizada como un mercado nacional de la extorsiรณn con franquicias locales. Las otorgaron bajo el principio constitucional del Estado de chueco: el queso se reparte desde arriba, los aspirantes hacen cola y aceptan sin patalear lo que les toque.

La paz, el orden y el progreso, asรญ como la mansedumbre de la cola aspirante a mรกs, lograron un consenso que favoreciรณ la estabilidad. Con excepciรณn de algunos mรญsticos del voto, el sistema polรญtico mexicano tuvo aceptaciรณn interna y externa. El Supremo Dador era el jefe del Estado, del gobierno y del negocio. Llegรณ a ser como Dios: omnipotente, generoso y sabio; creador de todo y responsable de nada.

El sistema produjo avances, y la poblaciรณn llegรณ a creerse los mitos oficiales hasta el punto de tomarlos en serio y exigirlos. La inocencia llegรณ al extremo de que, en 1968, los jรณvenes que recibรญan educaciรณn superior gratuita exigieron castigo a un abuso de las autoridades. Peor aรบn: exigieron diรกlogo pรบblico. La respuesta criminal del Estado hizo despertar a la conciencia pรบblica. Acabรณ el consenso. El tejido polรญtico empezรณ a destejerse.

Luis Echeverrรญa (1970-1976) quiso restaurarlo a la antigua usanza: con carretadas de dinero a las universidades, mรกs becas y puestos a los jรณvenes universitarios. Ademรกs, inaugurรณ una nueva usanza de apertura progresista. Pero su soluciรณn, en vez de restaurar el consenso, arruinรณ la economรญa.

Miguel de la Madrid (1982-1988) no vio las consecuencias polรญticas de abrir la economรญa: abrirla tambiรฉn a las trasnacionales del crimen, dadoras de queso no sujeto al Supremo Dador. El crimen se descentralizรณ. Las ambiciones polรญticas se desataron: tuvieron recursos independientes del poder central.

Finalmente, el paรญs parece retroceder al mundo hobbesiano que habรญa dejado atrรกs. Como si la Democracia fuese un tercer proceso histรณrico desquiciante, anรกlogo a la Independencia y la Revoluciรณn. Con todo, hay avances. Antes, las autoridades robaban, secuestraban y mataban, aunque no se sabรญa. Hoy se sabe, aunque no se castiga.

Con toda razรณn, los ciudadanos claman por un Estado de derecho que supere al Estado de chueco. Pero ¿cรณmo llegar a un Estado de derecho retrocediendo a donde ni siquiera hay Estado?

 

(Reforma, 31 noviembre 2014)

 

 

 

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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