Imagen tomada de: entrelibrosopina.blogspot.com

La novedad y la vejez

El problema con la novedad, si es que existe, reside también en la manipulación mediática que la convierte en categoría estética desechable.
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NOVEDAD

1. Cualquier libro que está en la mesa de novedades de la librería

2. Cualquier libro que no sea un clásico

3. Lo mejor que nos puede pasar

4. Lo peor que nos puede pasar

***

De las catorce definiciones que Italo Calvino propuso para explicar el concepto de “clásico”, la única que no explicó fue la número trece:

“Es clásico lo que persiste como ruido de fondo incluso allí donde la actualidad más incompatible se impone”.

Lo clásico, según esto, es lo que permanece sin importar lo qué suceda, lo que siempre está; eso que combate con murmullos lo que se presenta a gritos. Desde este punto de vista, quizá la autopromoción feroz a la que los escritores nos someten todos los días no tenga nada que ver con el mercado, ni con el encumbramiento del escritor por encima de la obra, sino con el hecho de que posiblemente esos gritos se conciban como la única herramienta que hay a mano contra la aparente arbitrariedad e independencia de la historia literaria.

En el lado opuesto está la mesa de novedades como ejemplo perfecto de lo superfluo, lo fugaz y lo procesado. La ansiedad de permanecer ataca indistintamente a uno y a otro lado según convenga: lo clásico como lo petrificado y lo nuevo como algo vacío. Pero esa misma ansiedad también las defiende: lo clásico como lo verdaderamente valioso; lo nuevo como el elemento clave en la renovación de valores estéticos.

La práctica de la literatura actualmente incluye ambas posturas como pilares fundamentales de un mismo punto de vista, sin importar lo incompatibles que parezcan.  Así, las incongruencias que existen al hablar de las prácticas literarias no son únicamente comunes, sino necesarias:

–¿Cuántas novelas se necesitan para organizar cien presentaciones de libros en un año?

–Una.

En todo caso, detrás de lo nuevo está siempre el fantasma de lo valioso. Las cualidades o defectos de las novedades literarias se explican usualmente según su valor artístico, y así tiende a pensarse en las novedad como más inmediata estación anterior a la vejez.

Boris Groys, en su libro Sobre lo nuevo:

"La orientación hacia lo nuevo–ese signo bajo el cual vive la civilización contemporánea– excluye lo único, lo idéntico y lo universalmente válido, pero esta orientación no es arbitraria, caprichosa o carente de sentido. Lo nuevo nunca emerge pasiva y automáticamente del olvido de una cultura pasada ni de una profunda devoción por una realidad escondida, pero tampoco emerge de una actitud contraria, guiada por la inmoralidad, la codicia, o la ambición. En cambio, lo nuevo es el resultado de ciertas estrategias culturales-económicas que reevalúan los valores que presuponen familiaridad con mecanismos culturales y los principios de su operación. Lo nuevo presupone que uno puede adivinar qué tipo de diferencia con respecto a la tradición, lo antiguo y lo preexistente será valioso en un periodo específico, y al hacerlo le otorga a la diferencia la oportunidad de acceder a la memoria cultural." (La traducción es mía)

Así, las objeciones más comunes contra lo nuevo también se traducen en objeciones y miedos hacia lo otro, o hacia el hecho de que sea el otro quien concretice eso que habrá nacido para quedarse, dejando de lado todo lo demás. El problema con la novedad, si es que existe, reside también en la manipulación mediática que la convierte en categoría estética desechable: allí está la concepción vacía de las temporadas literarias, en la que el mercado editorial simula la estructura temporal de los diseñadores de ropa, o de la cada vez más común idea de "lectura dominical"; en ambos casos se trata de emparentar prácticas de lectura con temporalidades ajenas a la literatura. 

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Para leer más sobre la novedad:

-Italo Calvino sobre los clásicos

-Jonathan Lethem sobre la originalidad

 

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Es profesor de literatura en la Universidad de Pennsylvania, en Filadelfia.


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