Nuevos enemigos

Los peligros que no son causados por una persona en particular, cuando no podemos culpar a nadie especรญficamente, nos alarman menos.
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Al dรญa siguiente de los atentados en Bruselas, Nicholas Kristof publicรณ Terrorists, Bathtubs and Snakes en The New York Times, un artรญculo sobre cรณmo estamos preparados para reaccionar a las “amenazas inminentes”, como un ataque terrorista, y cรณmo nuestros cerebros no han evolucionado lo suficiente para tomar decisiones respecto a los riesgos que enfrentamos como sociedad en el siglo XXI, por ejemplo, la destrucciรณn del planeta a causa del cambio climรกtico.

Lo que me interesa del artรญculo de Kristof no es necesariamente la comparaciรณn entre el terrorismo y el cambio climรกtico, sino la importancia de lo que nuestros cerebros normalmente consideran un peligro: las amenazas “que involucran a un actor deliberado, especialmente uno que transgreda nuestro cรณdigo moral”, y cรณmo lo enmarcan a corto plazo.

Kristof se basa en Buried by Bad Decisions de Daniel Gilbert, psicรณlogo de Harvard, quien informa que “la naturaleza ha instalado en cada uno de nosotros un sistema de detecciรณn de la amenaza que es exquisitamente sensible al tipo de amenazas que nuestros ancestros enfrentaron –una serpiente deslizรกndose, un rival romรกntico, un grupo de hombres con palos– pero eso es notablemente insensible a las posibilidades y consecuencias de las amenazas actuales”.

En estos mismos dรญas, aquรญ en la Ciudad de Mรฉxico, tras un periodo de contingencia ambiental, se puede pensar, entonces, que tal vez esta ciudad se ha contaminado tanto porque no hemos tenido suficiente miedo de las consecuencias de la contaminaciรณn.

Una de las malas razones por las que no nos preocupamos u ocupamos lo suficiente del cambio climรกtico es porque estamos acostumbrados a las soluciones tajantes contra un agresor o culpable. Puesto que el cambio climรกtico “no tiene bigote” no podemos tratarlo como a un enemigo, de acuerdo a Gilbert. No sabemos cรณmo lidiar con una amenaza que no tiene rostro y no nos provoca una reacciรณn visceral. “El cambio climรกtico no estรก tratando de matarnos y eso es una lรกstima”, porque de otra manera reaccionarรญamos, unirรญamos fuerzas hasta militares para defendernos.

Es curioso por quรฉ reaccionamos ante un antagonista: “nuestro cerebro dedica una gran cantidad de tiempo a procesar informaciรณn sobre otras personas, –lo que piensan, lo que saben, lo que quieren y cuรกles son sus intenciones–. Nos especializamos en la comprensiรณn de otras mentes, somos hipersensibles a los daรฑos que otras mentes producen.” Sin embargo, los peligros que no son causados por una persona en particular, cuando no podemos culpar a nadie especรญficamente, nos alarman menos.

Por un lado, pensamos en tรฉrminos de “amigos o enemigos, hรฉroes y villanos, alianza y traiciones” y no alcanzamos a percibir otro tipo de daรฑos, “estamos obsesionados con la moralidad”. Por otro lado, no estamos acostumbrados a pensar a largo plazo. No aprovechamos nuestra capacidad de barajar posibilidades y tomar decisiones prรกcticas de acuerdo a un futuro no tan lejano sino al inmediato.

Si los peligros aparentemente lejanos y sin rostro, como la contaminaciรณn en la Ciudad de Mรฉxico, se adaptaran a la forma en la que naturalmente reaccionamos ante las amenazas, si los percibiรฉramos como “violaciones morales”, estimularรญan nuestro cerebro y se podrรญa esperar acciones consecuentes. El ejemplo de Gilbert es una campaรฑa texana que redujo en un 75% que las personas tiraran basura en la calle a partir del eslogan Don’t mess with Texas.

Si la contaminaciรณn fuera el Ecoloco sabrรญamos de quiรฉn y en quรฉ momento defendernos. Si fuera un predador concreto como al que se enfrentaron nuestros ancestros, si causara una invasiรณn de araรฑas o serpientes en las calles de la ciudad, si adoptara la forma de un Godzilla o de un grupo terrorista, nos asustarรญamos y, entonces, evitarรญamos el riesgo. Como no es asรญ, tendremos que aprender a entrenar nuestros cerebros a hacer nuevos enemigos para protegernos de aquello a lo que tambiรฉn debemos de tener mucho, mucho miedo.

 

 

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