Putin sin camisa: dos visiones

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1. IMAGEN DE UN TITÁN EN VACACIONES

En una de sus últimas entrevistas, Ernst Jünger vislumbraba el ocaso de la poesía y el pensamiento y se refería al siglo XXI como la edad de los titanes venideros. Seguro que no estaba pensando en el presidente ruso Vladimir Putin, fotografiado por la Agencia EFE durante sus más recientes vacaciones en las montañas sujetando un poderoso rifle de caza y mostrando a los cuatro vientos su nítido e impecable torso de gimnasta, con lo cual queda completa su infantiloide imagen de hombre de acción —una especie de siniestro GI-Joe calvo y sin barba. La foto es distribuida por la Agencia EFE. Véanla, vale la pena y el horror.

Algo tendrán qué decir el feminismo, el post-estructuralismo y los estudios culturales ante este desplante de machismo barato; otros se asustarán a la hora de pensar que semejante tipo es el responsable del botón rojo con que se accionan las armas nucleares de la Rusia eterna —seguramente un montón de trastos viejos y mal cuidados por los pocos científicos formados en la ciencia soviética que todavía no están manejando un taxi en las calles de Nueva York.

En mi imaginario, la cacería está vinculada a distintas formas de vida y a toda una serie de actividades humanas, todo un universo temático. Así por ejemplo caza y nomadismo; caza y desarrollo de las artes culinarias; caza y política; caza y meditación; así hasta llegar a caza y literatura, que ya es adentrarse en una galaxia aparte. Que Guillermo Arriaga practique la cacería me parece excepcional. No se puede estar todo el día encerrado escribiendo guiones sin volverse loco. Pero, todos lo hemos atestiguado al ver sus películas, cuando se pone su chamarra de borrega y su texana, Guillermo Arriaga parece más un vaquero filosófico que un depredador a la caza de los animalitos que viven en el campo. Ni qué decir de Hemingway. Si la memoria no me falla, las fotos de la época lo muestran echado de patas sobre unos maderos, borracho y cansado, cargando en el hombro su fiel escopeta —demasiado fiel diría yo, tan fiel que se la puso en la boca para ya saben qué.

A mí lo que me sorprende en realidad es la rapidez con que los políticos han abrazado (entender no es su fuerte) los mecanismos y tics de la publicidad, su fe inquebrantable en los resultados de una imagen consistente, reiterativa en sus lamentables pero atractivos tópicos: Bush de jeans desbrozando la milpa en su rancho de Crawford; un hiperventilado Fox montando a caballo; Sarkozy arriba de una lancha con motor fuera de borda haciendo gala de la combinación perfecta entre su bronceado, su blanca sonrisa y los lentecitos Ray Van tipo “poncharelo” que, todo parece indicar, no se quitará ni cuando le llegue su noche oscura del alma. De una u otra manera, todas estas son citas directas e indirectas de imágenes publicitarias que hemos visto en todas partes y a todas horas —sin publicidad, la aldea global no sería más que eso: aldea.

Como ya demostró que incluso con 53 años encima se puede estar mamey y correocito, es casi un hecho que en sus próximas vacaciones venecianas veremos al autócrata encaramado en una góndola, sudando unos ceñidos calzoncillos Calvin Klein y haciendo alarde de ya saben qué.

– Bruno H. Piché

2. UN SONETO PARA PUTIN

Salió a pescar el presidente ruso

como un Rambo del Cáucaso (y enano).

Tensó los bíceps, de perfil se puso

y apretó fuerte el palo en cada mano.

¿Qué afirma con su pose? ¿Está confuso

y saca el pecho por cerrar el ano?

Son sólo interrogantes, no lo acuso

de ser más putin que viril tirano.

Lo cierto es que ya cansa su calaña

de líder belicoso, necio y macho

que suple el intelecto con la maña,

que le secuestra a la epopeya un cacho

con pura chulería, pero se engaña:

la Historia sólo le depara el tacho.

– Julio Trujillo

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