Ilustración: Jonathan López

Momento bisagra. Conversación con el Colectivo A.M.

Se aplaude al arte nacional. En sus diversas manifestaciones, parece vivir un buen momento. Cineastas que doman a la bestia hollywoodense; artistas que cotizan por millones. Del extranjero llegan los ecos de vítores y premios, y eso apacigua, enorgullece, tranquiliza. Por fortuna el escenario artístico nacional es mucho más amplio y diverso. Para iniciar el año 2014 pretendimos dar voz a esas expresiones diversas y variadas, dentro de cinco disciplinas. Organizamos cinco conversaciones con un cineasta, un colectivo de danza, un dramaturgo y director de teatro, una artista sonora y un curador. Sus opiniones sobre el estado de las cosas resultan reveladoras y refrescantes: ni todo es tan optimista, ni las críticas fáciles repercuten. Las cinco áreas son tan diversas y resisten a ser sintetizadas o resumidas: sus problemas son complejos y particulares. Entre ellas comparten, si acaso, una preocupación por la vitalidad, por el quehacer y por la crítica a través de la creación que resulta intemporal. ~
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El Colectivo A.M., compuesto por diversos bailarines residentes en México, se ha caracterizado por una producción dancística atípica. Cada uno de los integrantes desarrolla un trabajo individual, a la vez que proyectos de carácter colectivo. Dos de los más recientes son: Arrecife en el muac, el cual ha producido múltiples reflexiones sobre las posibilidades de la danza, y el libro Recetario coreográfico. Un roadbook. Texto en proceso. El Colectivo ha buscado repensar el ejercicio de la disciplina desde un punto de vista crítico y a través de un concepto expandido de coreografía. A varios años de esta iniciativa grupal resulta necesario reflexionar cuál es la situación actual de la danza en México, y cuáles han sido los cambios a nivel institucional y artístico para saber hacia dónde seguir. El Colectivo está compuesto por: Bárbara Foulkes, Nuria Fragoso, Nadia Lartigue, Magdalena Leite, Juan Francisco Maldonado, Leonor Maldonado, Hunab Ku Mata Caro, Anabella Pareja, Esthel Vogrig y algunos otros miembros intermitentes o invitados.

Uno de los principales aspectos y virtudes que han destacado de Arrecife es la puesta en juego de la relación entre danza y afecto. ¿Cómo se está desarrollando esta línea de trabajo en la danza en México?

Juan Francisco Maldonado (JFM): Si el cuerpo ha sido el principal objeto de dominación es en gran medida por su capacidad afectiva, radical y revolucionaria, y justo esto es un gran potencial de la danza. Es una pregunta que la danza se está haciendo ahora.

Esthel Vogrig (EV): Cada vez hay más personas que se están enfocando a ese potencial de la danza, en donde el espectador pueda involucrarse de una manera más afectiva que racional. Sin embargo, en general hay una apuesta más hacia una relación racional. En las escuelas predomina esa manera de pensar la danza.

Nadia Lartigue (NL): Tiene que ver con que las condiciones de presentación de la danza están dadas. Se asume que la duración de las piezas está predefinida. Pocas veces se cuestiona acerca de esta y su efecto artístico, y sobre la posibilidad de que las obras no estén enmarcadas en estas temporalidades. Muy poca gente en México, en coreografía, se está cuestionando sobre cuánto debiera durar su obra.

EV: Mucha gente al ver nuevas propuestas se cuestiona qué es la danza. Muchas de estas obras buscan construir una circunstancia distinta y provocan este cuestionamiento acerca de si algo es danza o no, o si es performance o coreografía. Cuando comenzamos evadimos la pregunta sobre si lo que hacíamos era danza o no, buscábamos generar otros públicos. Sin embargo, yo defiendo mucho que vengo desde la danza y que pienso coreográficamente.

Ustedes comenzaron a trabajar desde hace varios años desde un lugar marginal, ya que les interesaba generar otros públicos y establecer otros diálogos, y no necesariamente tener el reconocimiento de la escena dancística más tradicional. Esto lo hicieron desde una posición crítica hacia la institución de la danza en México. Sin embargo, creo que ese lugar ha cambiado. Hay una nueva generación de públicos y bailarines que busca otro tipo de propuestas. ¿Perciben un cambio al interior de la danza en México?

NL: Claro que sí. En varias giras me he dado cuenta de esto. Por ejemplo, en un lugar como Hermosillo, de donde es el proyecto Quiatora Monorriel, la forma de mirar las piezas era mucho más paciente. Aunque es desigual, ahora estuve en Guadalajara dando un taller, y les costaba mucho trabajo salirse de un enfoque mucho más tradicional. Incluso en la ciudad de México hay muchas diferencias. Sin embargo, hay muchos jóvenes que ya se formaron desde la idea de un movimiento no virtuoso. Tal vez es una herencia. Este impulso podría remontarse a los ochenta, cuando surge una danza contestataria en las calles, la cual sigue siendo muy formal, y que ahora está dando pequeños nietos; o bien, gracias a propuestas como la de Benito González y Evoé Sotelo (Quiatora Monorriel), que han generado una aceptación de otro tipo de danza en diez años de trabajo.

Hunab Ku Mata (HKM): Yo bailé con ellos hace diez años, y sentí un cambio radical. Al principio, había una reacción muy violenta por parte del medio, inmediatamente decían “eso no es danza”, parecía algo malo participar en ese tipo de propuestas. En la escena había una determinación sobre lo que tenía derecho a nombrarse como danza y lo que no.

Magdalena Leite (ML): Las instituciones se han puesto un poco al día; es radical la diferencia. La Coordinación Nacional de Danza (CND-INBA) ha cambiado mucho, ahora es más abierta. Hay un impulso para que las prácticas escénicas se den en espacios alternativos.

NL: Hay también una desmitificación del oficio del bailarín, cada vez se piensa menos en términos del espacio escénico sagrado.

ML: Ha habido un cambio en México. He visto una apertura desde las instituciones, en la CND se han clarificado los procesos de programación. Llegamos en el momento bisagra.

EV: Noto esa apertura también en muchos grupos. Antes, la danza independiente proponía rebelarse ante las instituciones, y después del surgimiento del Fonca el panorama cambió, todo era la competencia por las becas. Actualmente hay muchas iniciativas que se hacen con muy poco apoyo institucional; hay una necesidad de hacer cosas sin forzosamente tener una beca.

NL: Yo creo que mirábamos las cosas desde cierta distancia, no nos sentíamos parte del gremio. Era un punto de vista que permitía hacer crítica, y empezamos riéndonos de la historia institucional de la danza en México. Y más que burlarnos, era reírnos.

Partiendo desde este impulso crítico del Colectivo, ¿cómo ven el futuro de la danza en México?

ML: Depende mucho de los personajes que estén al frente de las instituciones. Yo veo bien el futuro, creo que se están abriendo muchas posibilidades.

HKM: En los últimos años se han generado cambios al interior del gremio que van a tener un efecto importante. Cuando yo comencé a estudiar solo había la licenciatura en danza en Xalapa y en Monterrey; el CNA, la Academia Mexicana de la Danza y Delfos no ofrecían licenciaturas. En estos diez años ya todas son licenciaturas, y hay también en Hermosillo y en otros lugares. Hay nuevos festivales, ya no solo está el festival de San Luis Potosí, el Lila López. También existen compañías nuevas en diferentes estados y ciudades, y hay muchos nuevos bailarines.

Anabella Pareja (AP): Para mí siguen faltando espacios para presentarse. ¿Dónde van a trabajar todos los bailarines que están egresando?

NL: Hay muchos más recursos que antes. La CND está apoyando para que se programe más allá del Teatro de la Danza, incluso en espacios independientes. Se propone una cu- raduría mucho más diversa; le están dando la responsabilidad a la gente para organizar y programar, y que la coordinación solo gestione. Hay una ruptura de la hegemonía institucional. El medio cambió. La institución forma parte y es consecuencia de un cambio al interior de la danza en México, y viceversa. La otras artes están mirando hacia la coreografía y eso está afectando al gremio, lo refresca. El que tantos artistas visuales estén interesados en incluir coreografía en sus piezas tiene muchas repercusiones, y no es gratuito.

EV: En ese intento de apertura, por parte de espacios e instituciones, hay más pluralidad. Aunque me preocupa que genere una tolerancia tal que produzca distancia y desconocimiento del otro, donde cada cual haga lo suyo. Todos están tranquilos, pero no hay nada que discutir o profundizar. Tendría que generarse un espacio para dirimir acuerdos y desacuerdos.

AP: Hay todavía una gran precariedad, pero es un campo donde hay mucho futuro. ~

 

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(Monclova, 1981) es curadora adjunta en el MUAC, socióloga e historiadora del arte.


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