Tras crear esa franquicia llamada El juego del miedo (actualmente se filma la cuarta parte), que explota el sadismo y lo grotesco como fórmula de mercadeo, el director James Wan concibió en su nueva entrega una de las peores películas de terror que se han realizado en Hollywood en los últimos años. Este breve espacio no es suficiente para albergar los adjetivos negativos que se merece la cinta, que nada aporta al trillado tema del muñeco asesino. Lo que llama la atención, en todo caso, es que un guión tan malo –incluso para los estándares de la meca del cine– haya llegado a producirse. Por si fuera poco, los pésimos actores hacen que, a su lado, las marionetas que los amenazan parezcan salidas del Actor’s Studio. Tras ver este filme, uno siente nostalgia por Chucky y su sonrisa diabólica.
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