Hace unos meses murió Mogens Herman Hansen, eminencia en el estudio de la democracia griega.
Vivió toda su vida en Dinamarca, donde nació. Estudió filología clásica en la Universidad de Copenhague, y se quedó a enseñar e investigar. Fundó y dirigió el Centro Polis de Copenhague.
No confundirlo con el Círculo Lingüístico de Copenhague de Louis Hjelmslev, en el polo opuesto: la teoría del lenguaje. El Centro Polis de Copenhague es de temple empírico. Su proyecto básico ha sido inventariar y describir el millar de polis que existieron en el mundo griego, arcaico y clásico.
Para construir esa ambiciosa base de datos, empezó por definir el concepto de polis (ciudad-Estado) y el de cada característica significativa de una polis (geográfica, histórica, demográfica, lingüística, política). Así estableció el cuestionario que le permitió hacer una descripción detallada y uniforme de cada polis. Con esa base, publicó docenas de libros. Por ejemplo: A comparative study of 30 city-state cultures (2000).
Para el lector común, hay uno de especial interés: The Athenian democracy in the age of Demosthenes. Structure, principles, and ideology. Se publicó en danés hacia 1984. En inglés, ha habido tres ediciones: 1987, 1991 y 1999. La última, actualizada, reescrita y reorganizada como un compendio. No usa el alfabeto griego (escribe polis, no πóλıς). Añade un capítulo de 160 tesis, que resumen su posición sobre la democracia en Atenas, un glosario de temas, algunos mapas, bibliografía y tres índices: contenido, de pasajes griegos citados y un índice pormenorizado de nombres y temas. La obra está editada por la Universidad de Oklahoma, en 464 páginas.
Hay versión española, con una presentación del traductor, de venta en Amazon Kindle: La democracia ateniense en la época de Demóstenes, Madrid: Capitán Swing Libros, 2022, 734 páginas.
Se habla de “la” democracia griega, pero ni todas las polis fueron democráticas, ni lo fueron siempre; ni siquiera Atenas.
La Atenas clásica tenía unos 250 mil habitantes, de los cuales solo unos 30 mil eran ciudadanos. Las mujeres, los menores de edad, los esclavos y los metecos (extranjeros residentes en Atenas) no tenían derechos cívicos. Además, los usos y costumbres reservaban la calidad de ciudadano a los eupátridas (bien nacidos), como un privilegio hereditario. La situación política era inestable, y más cuando algunas conductas de la aristocracia provocaban descontento.
Solón fue precursor de la democracia. Abolió la esclavitud por deudas (no toda la esclavitud) y la ciudadanía hereditaria. Introdujo el derecho de cuestionar a los gobernantes, aunque no el de elegirlos ni impugnar legalmente sus decisiones. El poder pasó de los aristócratas a los ricos.
Sócrates, Platón y Aristóteles desconfiaban de la democracia. Entre la tiranía (el poder concentrado en un ciudadano), la oligarquía (fragmentado entre varios) y la democracia (pulverizado en todos), preferían la oligarquía, porque la democracia puede degenerar en asambleísmo y abrir la oportunidad de que un demagogo, disfrazado de demócrata, ofrezca maravillas y logre concentrar el poder hasta convertirse en tirano.
Pero la oligarquía también tenía peligros. Todo ciudadano ateniense estaba obligado a gobernar, si era elegido. La elección la hacían los oligarcas, poniéndose de acuerdo. Pero no siempre llegaban a un consenso, lo cual paralizaba la administración pública.
De hecho, la democracia fue inventada en Atenas, pero no tras una insurrección popular contra la oligarquía, sino por un oligarca: Clístenes, que el año 508 a. C., viendo que ningún oligarca quería ceder, propuso algo así como decidir “echando un volado”: Si no hay manera de ponernos de acuerdo, dejemos la decisión a la votación de todos los ciudadanos. La propuesta fue aceptada. Los oligarcas pudieron retroceder sin perder fachada.
El sistema funcionó casi un siglo, del año 508 al 413. Atenas llegó a ser la polis dominante del mundo griego, por su desarrollo económico, social, cultural y militar. Pero se dejó llevar por la hubris (desmesura) conquistadora y en 415 se embarcó en una desastrosa aventura: una grandiosa expedición para someter a la polis de Siracusa, que terminó en derrota en 413. Fue humillante, deprimente y costosa en vidas, fachada y toda su flota.
La derrota fue aprovechada por treinta oligarcas para culpar a la democracia, tomar el poder y liquidarla. Pero la gloria de la Atenas de Pericles seguía en la memoria y estaba a la vista en el Partenón. También estuvieron a la vista los errores, abusos y asesinatos de los Treinta Tiranos, que facilitaron el surgimiento de una nueva democracia, no idéntica (había pasado un siglo), pero sí democracia, en 403.
La segunda democracia sucumbió en 322 ante los bárbaros del norte: las tropas de Alejandro Magno, rey de Macedonia, más el deterioro de las instituciones atenienses.
Véase When democracy breaks. Studies in democratic erosion and collapse, from Ancient Athens to the present day, Oxford University Press, 2024. El capítulo sobre Atenas está en la web: Federica Carugati, Josiah Ober, “Democratic collapse and recovery in Ancient Athens (413-403)”.
Aprovecho ese capítulo y el libro de Hansen para construir la siguiente tabla auxiliar. ~
