Lo personal y lo colectivo

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Odette Alonso

Old Music Island

Zacatecas, Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde”/Etal Contenidos, 2018, 55 pp.

El amor lésbico es un tema central en la obra de Odette Alonso (Santiago de Cuba, 1964). Está presente en la novela Espejo de tres cuerpos (2009) y en los libros de relatos Hotel pánico (2013) y Con la boca abierta (reeditado en 2017). Es también un tópico relevante, aunque no el único, en su extensa obra poética, recopilada en 2011 bajo el título de Manuscrito hallado en Altamar, y a la que se han agregado Bailando a oscuras (2015), Los días sin fe (2017) y el más reciente, Old Music Island, aparecido el año pasado.

Old Music Island tiene cuatro apartados: “Pórtico”, “El baile”, “Días de Géminis” y “Old Music Island”. Un hilo conductor cimenta la unidad del libro: el amor en su naturaleza onírica e imaginaria, capaz de poner nuestra experiencia en relación con una larga tradición poética, que habla del amor como si de un paraíso perdido se tratara. Se encuentra en la poesía de distintas épocas y en la lírica popular. El amor es la música con la que el deseo danza y que significa también el regreso a un pasado personal y colectivo: “Toda música es ayer / nos antecede el canto de la cítara / se impregna en las paredes / en medio de la nada.”

El amor se piensa, se vive, se imagina, se sueña. Así queda patente desde el “Pórtico”: “Los pájaros que salen de tu boca / llenan el día de reverberaciones. / La luz que dejan / se enreda entre los hilos de la rueca / de la que surge un tejido transparente. / La pared te sostiene / cuando te abres el pecho / y brota el canto. / Yo / sentada a tus pies / lo sueño todo.” Desde sus primeras páginas, Old Music Island enmarca el amor lésbico en el deseo universal. Lograr esta conexión requiere oficio. Hoy día no es extraño encontrarse textos testimoniales sobre el lesbianismo, cuyo valor fundamental es probar la superación de temores ancestrales. Sin embargo, la poesía de Odette Alonso sobresale en ese conjunto. No solo es que estemos ante una pionera de la literatura lésbica en lengua española, particularmente en Cuba, sino que, a diferencia de tantas otras voces valientes pero sin vuelo, Alonso escribe con el convencimiento de que el poema es también conciencia estética y no solo declaración de un deseo condenado. Su cuidadoso manejo del lenguaje la aleja del coloquialismo testimonial de tanta poesía lésbica al uso, lo que no significa que apueste por una escritura oscura, que dificulte la comprensión.

De este modo, aunque el poema nombre los encantos de la amada o el placer de la caricia, su acento se encuentra en los matices: “Éramos rumor de telas / y lavanda”, dice en su poema “El miedo”. Alonso retrata el deseo en lo que tiene de seducción, alegría y vulnerabilidad; desear, piensa Alonso, es conocer a quien se ama en su vibración más íntima, más allá del placer. El libro alude al carácter metafórico de la danza, que exige saber oír, entregarse al arbitrio de la música, sentir al otro cuerpo como propio y en esa cercanía calibrar el poder mismo del deseo (“El vuelo de tu falda / era el tiempo del insomnio”, dice en “La orquesta”). Tal poder implica simultáneamente el riesgo del dolor y las dulzuras de la seducción, la posibilidad de ser vista con desprecio y la fortuna del amor como promesa. A la vez que el aura mítica de los amores en su esplendor, Alonso retrata el desengaño y la crueldad. Así, en “Versión de los hechos” la desesperanza brota en dos de sus versos: “Animal de oscura estirpe / la tristeza.”

Uno de los epígrafes, el de Michel Houellebecq, define otro de los temas de Old Music Island: “Existe en mitad del tiempo la posibilidad de una isla.” La isla es una metáfora del amor en su mejor momento: representa la soledad de los amantes y también hace pensar en un paréntesis que reta al inevitable transcurrir del tiempo y a las imposiciones cotidianas, desde las políticas y económicas hasta las culturales. Esta pausa del tiempo y la historia revela una característica persistente en la poesía amorosa: el movimiento pendular entre la experiencia única del amor y su gramática estética y cultural. Entre lo personal y lo colectivo.

En Alonso –al igual que en otros poetas de su generación como Norge Espinosa, Sigfrido Ariel, Víctor Fowler, Damaris Calderón– el magisterio de José Lezama Lima no fue tanto una estética a seguir como un desafío, que obligaba a encontrar una expresión radicalmente personal, más allá de movimientos o grupos. Si el hermetismo lezamiano ha tenido una influencia fecunda en Cuba, ha sido también la de permitir a los poetas posteriores una libertad de conciencia que no necesita de estridencia política alguna, una libertad vertida en poemas que sacuden la lengua adormecida del autoritarismo. Poetas como Odette Alonso sacaron a la luz el tema del homoerotismo reelaborando las poéticas de la isla, pues la política en literatura significa también trascender los temas sociales cuando son impuestos por el Estado. Se trata de interpelar a los individuos para que miren el mundo de otra manera, iluminado por una lengua poderosa y pensada. Old Music Island manifiesta esta cualidad iluminadora, propia de los poetas de verdad. ~

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Escritora y profesora universitaria venezolana. Su último libro es Casa Ciudad (cuentos). Reside en la Ciudad de México.


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