Alien: apuntes para una prehistoria

Aprovechando el prรณximo estreno de Prometheus, comenzamos esta serie de cuatro textos dedicados a la saga de Alien.ย 
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Si quisiรฉramos localizar el principio una de las prehistorias de Alien, el octavo pasajero de Ridley Scott podrรญamos proponer esta fecha: 10 de junio de 1957, cuando la Administraciรณn de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos –FDA, que le dicen– aprobรณ el uso de Enovid (10mg) para desรณrdenes menstruales. La pรญldora, fue claro al poco tiempo, podรญa usarse tambiรฉn como anticonceptivo, y en junio de 1960 la FDA la aprobรณ para ser recetada como tal. La tecnologรญa como manipuladora de la reproducciรณn propiciรณ una fiesta, pero tambiรฉn miedo. Ese miedo es visible en El pueblo de los malditos, estrenada –no es casualidad– en diciembre de 1960. En ella, como en la vida entonces, la reproducciรณn y el sexo se bifurcan abismalmente: una fuerza del espacio exterior embaraza a las mujeres de Midwich, un pueblo inglรฉs, y รฉstas terminan por dar a luz a niรฑos gรผeros, de ojos insultantemente claros, con poderes monstruosos de control mental.

David J. Skal (The monster show: A cultural history of horror) apunta que apenas dos aรฑos despuรฉs de la introducciรณn de la pรญldora la imagen de la reproducciรณn humana controlada por quรญmicos recibiรณ una sacudida fuertรญsima. La talidomida, una fรณrmula utilizada para atajar las nรกuseas matutinas de mujeres embarazadas, dio como resultado “algunos de los defectos de nacimiento mรกs profundos de la medicina moderna”. El libro Suffer the children describe asรญ a un niรฑo de la talidomida: “Tenรญa un brazo deforme, acortado, y una mano sin pulgar. La otra mano tenรญa un dedo extra. En su paladar habรญa un hoyo abierto. Un lado de su cara estaba paralizado. Le faltaba una oreja, la otra estaba terriblemente deforme. Los primeros dieciocho meses de su vida, vomitaba su alimento con la fuerza de un proyectil. Pronto estuvo claro que su cerebro estaba daรฑado y que era sordomudo.”

Los periรณdicos de todo el mundo se regodearon, con dolido amarillismo, en las historias de horror de los monstruos de la talidomida. Una madre en Bรฉlgica fue absuelta del asesinato de su bebรฉ deforme con un coctel de barbitรบricos + leche + miel. La actriz Sherri Finkbine, de la mano de la tele y los diarios, emprendiรณ una batalla por obtener el aborto legal en Arizona en 1962 de un feto deformado por el medicamento. (No lo obtuvo, pero se lo practicaron en Suecia.) Etcรฉtera.

Para mediados de los sesenta la pesadilla no era nada extraรฑa: nuestra reproducciรณn podrรญa conducir a la monstruosidad. ¿A quiรฉn podrรญa sorprenderle que en 1967 apareciera El bebรฉ de Rosemary, novela de Ira Levin, y que al aรฑo siguiente Roman Polanski la llevara al cine en una versiรณn literal y casi perfecta? Es la historia de Guy y Rosemary Woodhouse, una joven pareja que se muda al edificio Bramford en Manhattan. Estรกn tratando de embarazarse. Guy es actor y, de pura chiripa, consigue un muy buen papel cuando su rival sufre un accidente. La pareja hace amistad con sus vecinos, ya entrados en aรฑos, los Castavet –un poco ridรญculos, un poco inquietantes. En una de las escenas mรกs terrorรญficas que se han filmado, Rosemary sueรฑa que Satanรกs la viola. De pronto comprende: Esto no es un sueรฑo, estรก pasando en serio. Y sรญ: Guy le ha vendido su vientre a Satanรกs a cambio de la posibilidad de hacerla como actor. Rosemary estรก embarazada del Hijo del Diablo. Cuando รฉste nace, a ella la vence su instinto maternal: decide “quedarse” con el bebรฉ, con todo y que tiene “los ojos de su padre” y acaso pezuรฑitas de chivo:

 

 

El bebรฉ de Rosemary fue la primera cima cinematogrรกfica de esa ambivalencia: el miedo y la fiesta de la reproducciรณn sexual. Otra escena metafรณrica de esta dicotomรญa: Rosemary, embarazada pero enflaquecida, desmejoradรญsima, en el trรกfico de Manhattan: el embarazo destruye.

El feto como un horror que tarda nueve meses en suceder. (A veces menos.) Engendros del diablo, del error, de la tecnologรญa, de la medicina mal aplicada: estos bebรฉs son casi un argumento a favor del aborto. El bebรฉ de El monstruo estรก vivo, que Larry Cohen dirigiรณ con muy buena mano en 1974, pasa por las armas –sus uรฑas y dientes– al equipo del quirรณfano que lo acaba de traer a la vida. El parto comienza por ahรญ del minuto y medio de este clip:

 

http://youtu.be/UWjvdMW-ZJI

 

Eraserhead, primer largo de David Lynch (1976), o la reproducciรณn como un fenรณmeno de circo: el bebรฉ es un monstruo parecido a un feto  de ternera (cada vez que lo veo me parece otra cosa), cuyas entraรฑas se mantienen en su sitio, apenitas, gracias a un vendaje reprobable. Desesperado durante una enfermedad de la criatura, su incompetente padre le desata las vendas y lo manda al infierno, y a nosotros con รฉl en una pesadilla sin igual. Para 1978 la secuela de El monstruo estรก vivo, El monstruo vuelve a nacer (tambiรฉn de Larry Cohen), ya habรญa comprendido el mensaje: la labor de parto es atendida por un SWAT team armado hasta las orejas. (Curiosamente el padre del monstruo de la original intenta en la secuela un alegato contra el aborto.)

En 1979 Cronenberg produjo la que acaso fue su primera gran pelรญcula, The brood, que en Mรฉxico sin sutileza se llamรณ Engendros del diablo. No lo son. Las horribles niรฑas de Nola Carveth son en realidad engendros de su ira. Nola es paciente del doctor Hal Raglan (Oliver Reed), que ha desarrollado el proceso llamado “psicoplasmas” a travรฉs del cual la ira acumulada puede externarse fรญsicamente, como estigmas de la piel, como un cรกncer o, en el caso de Nola, niรฑas gรผeras sin ombligo, sin รณrganos sexuales, con pequeรฑas jorobas de las que extraen sus nutrientes e impulsos asesinos que llevan a la realidad los deseos –los celos, la envidia– reprimidos de su madre.

Alien tambiรฉn es de 1979.

 

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(Hay otras prehistorias de Alien. Por ejemplo, la del slasher film donde un asesino diezma a un pequeรฑo grupo y en el que queda una Final Girl; cf. Masacre en cadena de Tobe Hooper, 1973. Por ejemplo, la de la soledad en el sitio mรกs solo del universo: el espacio; cf. el slogan de Alien, In space no one can hear you scream”, vs Space oddity de David Bowie, 1969. Por ejemplo, la del planeta perdido al que llegan expedicionarios y que convierte una pelรญcula de ciencia ficciรณn en horror clรกsico; cf. Terror en el espacio de Mario Bava, 1965. Alguien mรกs trazarรก esas prehistorias.)

 

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Alien es o puede ser una variaciรณn (“in a black-comedy sort of way” dice Stephen Scobie en The mourning of the Alien) de los temas de horror del slasher y la casa embrujada; su monstruo puede ser tambiรฉn una metรกfora de una enfermedad mortal del cuerpo –al final de los setenta, el candidato obvio serรญa el cรกncer– o acaso de La Bomba (la siniestra Compaรฑรญa lo solicita para su departamento de armas); su tripulaciรณn, un microcosmos de la ansiedad por el ascenso del Tercer Mundo; sus relaciones, una comedia laboral de situaciones. Pero mรกs que todo eso Alien es hija del miedo doble de la tecnologรญa y la reproducciรณn que para 1979 estaba llegando a su cinematogrรกfica culminaciรณn.

Una nave carguera del espacio profundo, la Nostromo, sirve de vientre materno para una camada de “bebรฉs” –el capitรกn Dallas (Tom Skerritt), el oficial Kane (John Hurt), la piloto Lambert (Veronica Cartwright), la oficial Ripley (Sigourney Weaver), el oficial en ciencia Ash (Ian Holm) y los ingenieros mecรกnicos Brett (Harry Dean Stanton) y Parker (Yaphett Kotto)– que deben salir de sus placentas de sueรฑo criogรฉnico para investigar un planetoide por รณrdenes de la computadora central, que para mayores pistas se llama Madre. Todo despertar es un nacimiento.

Y todo nacimiento es una muerte. En el planetoide el grupo encuentra una nave alienรญgena cuya forma recuerda acaso unas piernas abiertas; y dentro de ella, entre otras cosas, un รบtero donde se gestan embriones de una especie desconocida. Uno de estos embriones abandona su huevo y se ayunta a la cabeza de Kane. Nosotros aรบn no lo sabemos pero el monstruo estรก teniendo relaciones sexuales con el oficial: depositando su simiente. De vuelta en la nave, Kane parece mejorar. Hay una cena y durante la cena, esto:

 

http://youtu.be/uuapyExYJBI

 

La escena –junto con la regadera de Psicosis, una de las mรกs comentadas del cine de horror– es traumรกtica: es un nacimiento con todos sus espasmos, sus contracciones; es un nacimiento inverso al que hemos visto 40 minutos atrรกs: un nacimiento salvaje, sanguinario. Scobie nota incluso una parodia del llanto primero de un bebรฉ cuando el alien –un falo dentado– muestra los colmillos y silba o bufa hacia la tripulaciรณn: aquรญ estoy.

La pelรญcula continรบa su descenso hacia la violencia de รญndole sexual y reproductiva –para matar a Lambert el alien la penetra analmente; para intentar matar a Ripley, cuando รฉsta, inconsciente, tiene la boca dispuesta a la felaciรณn:

 

 

el androide Ash la penetra oralmente con una revista porno; Ripley asesina al alien (ya un falo gigante en plena erecciรณn lรบbrica) expulsรกndolo como una madre de la nave/embriรณn: otro mortal dar a luz– pero el inicial nacimiento se queda con nosotros porque es el culmen del horror que he tratado de prehistoriar en esta nota: la idea de que la reproducciรณn humana es una muerte, una forma catastrรณfica de nuestro apetito sexual: que aquello que engendramos nos viene a devastar. Y que la tecnologรญa habรญa llegado para destruir la orden que Dios nos dio en El Principio: “Creced y multiplicaos.”

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Escritor. Autor de los cรณmics Gabriel en su laberinto y Una gran chica (2012)


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