El 26 de abril de este año el consejo que dirige el Observatorio Europeo Austral (eso) eligió el Cerro Armazones, localizado en el desierto chileno de Atacama, como el sitio ideal para construir el telescopio óptico más grande jamás imaginado en detrimento de La Palma, en las islas Canarias. Se trata de una mole cuyo espejo primario tendrá un diámetro de 42 metros, esto es, aproximadamente 1385 m2 de área. Si consideramos que hoy en día el mayor, operando en la isla española de La Palma, el Gran Telescopio de Canarias, tiene un espejo primario de 10 metros (con una área de 78.5 m2), podemos darnos una idea de su magnitud. Se trata, sin duda, de una empresa ambiciosa y espectacular.
No olvidemos que entre más distantes se encuentren los objetos que deseamos observar (estrellas, galaxias, cúmulos de galaxias), menos luz nos llega desde ellos. Además, la atmósfera terrestre actúa como una barrera que impide (por fortuna para la vida) el paso de mucha radiación, lo cual disminuye y distorsiona la visión que tenemos de dichos objetos. Por eso es esencial ampliar el espejo recolector y, al mismo tiempo, encontrar el sitio más limpio, estable y alto.
Los telescopios extremadamente grandes, que oscilan entre los 22 y los 42 metros, representan la nueva generación de ojos que mirarán aún más profundo en nuestro contorno cósmico y significan un reto tecnológico inédito. Estados Unidos ha iniciado ya el desarrollo de uno de 30 metros de diámetro (unos 707 m2 de área), el cual se ubicará en Mauna Kea, Hawaii, mientras que el Telescopio Europeo Extremadamente Grande (e-elt) está proyectado para fines de este año. Ambos entrarán en operación hacia finales de la década si los desafíos tecnológicos son superados. ¿Cuáles son estos?
Como dijimos, es crucial evitar las aberraciones producidas por la atmósfera. En sitios continentales, tal es el caso de Cerro Armazones, la turbulencia es mayor que en sitios ubicados en islas, como Santa Cruz de La Palma y Hawaii, donde el mar actúa a manera de estabilizador pues la capa de turbulencia ligada está muy próxima al suelo. Armazones se halla a 3,060 metros de altura, muy bueno porque está más cerca del cielo pero malo porque incrementa las posibilidades de distorsión. Para ello se ha inventado la óptica adaptativa, técnica refinada en el gtc, mediante la cual se corrigen las aberraciones y puede llegar a ser equivalente a la observación desde el espacio. El e-elt utilizará óptica adaptativa y podrá superar este problema pero a un costo económico elevado.
Otro asunto a considerar es la actividad sísmica. En sitios como La Palma se ha visto que la actividad volcánica es casi nula, dado que esta se ha desplazado a lo largo de los años hacia el sur de la isla, lejos del sitio donde se halla instalado el grupo de observatorios que desde hace largo tiempo se hallan operando ahí. En cambio, en Chile la actividad sísmica es notable. De hecho, en Antofagasta no ha ocurrido un temblor importante en los últimos sesenta años, lo cual aumenta las posibilidades de que pueda suceder uno de magnitud devastadora. Esperemos que no sea así. De cualquier forma, en este caso también existe una solución técnica: construir un sarcófago parecido a los que protegen las centrales nucleares. Pero, de nueva cuenta, el costo de este dispositivo es realmente oneroso. Además, no se sabe qué efectos tendría la microsismicidad en una pupila de 42 metros. Es muy probable que los avezados astrónomos de eso encuentren una solución pero esta no será gratuita.
Otro obstáculo que no debería despreciarse es de índole logística. Cerro Armazones se encuentra a unos 130 kilómetros al sur de Antofagasta y a unos 20 kilómetros de Cerro Paranal, base de operaciones de eso y sitio donde se hallan los cuatro telescopios vlt, cuyo diámetro es de 8.2 metros cada uno (casi 53 m2 de área). Está, literalmente, en medio de la nada. En términos operativos será poco práctico tener un equipo haciendo trabajos diurnos en Santiago, mientras otro descansa en Paranal y uno más trabaja de noche en Armazones. Por su parte, el puerto de La Palma se halla a tres cuartos de hora de los observatorios y los investigadores, ingenieros, proveedores y administradores pueden subir y bajar todos los días. Ese obstáculo también es superable en Chile… con más dinero.
Se ha dicho que en la elección de Armazones influyó la sinergia científica que tendrá el e-elt con otras instalaciones (magníficas, sin duda), como son los mencionados vlt, el gran conjunto de radiotelescopios de Atacama (alma), entre otros. Este es un argumento débil, pues La Palma tiene el gtc, magic y el resto de observatorios del norte de Europa que también podrían haber establecido una sinergia muy productiva de ciencia nueva.
Lo que tampoco resulta creíble es la idea de que tener un observatorio de esta clase en el hemisferio sur hace falta para complementar lo que se observará en el hemisferio norte con el telescopio de Mauna Kea. De acuerdo con los objetivos científicos básicos a los que estará destinado el e-elt, es indiferente si se ubica en una u otra parte del globo, pues de lo que se trata es de escudriñar a lo lejos y no sólo en nuestra vecindad.
Un obstáculo más será el mantenimiento de los segmentos especulares que conforman el área total de este tipo de telescopios, los cuales llevan una fina capa de aluminio. Para dar una idea, el espejo primario del gtc está formado por 36 segmentos hexagonales, los cuales deben estar perfectamente limpios, y para ello se sustituyen regularmente con objeto de realuminizarlos. El e-elt tendrá 906 espejos, de manera que para poder abastecerlo de segmentos puros tendrán que trabajar en tres o cuatro ¡cada día! Eso requerirá tener al lado una instalación totalmente aislada de polvo y con los expertos necesarios. Eso significa más dinero.
En este momento se piensa que el proyecto costará mil millones de euros, sin contar con las adversidades expuestas. Si lo logran (y todos hacemos votos porque así sea) quedará la incógnita de cuántos dolores de cabeza y millones de euros podrían haberse ahorrado, no sólo ahora sino en los años por venir. ~
escritor y divulgador científico. Su libro más reciente es Nuevas ventanas al cosmos (loqueleo, 2020).