El imposible control de lo real

La vida espectral. Pensar la era del metaverso y las inteligencias artificiales generativas

Éric Sadin

Traducción por Traducción de Margarita Martínez

Caja Negra

Buenos Aires, 2024, 240 pp.

AÑADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

La vida espectral, del filósofo francés Éric Sadin, es una crítica radical a la inteligencia artificial generativa (IAG) y una invitación a la rebelión de la sociedad para rechazar las tecnologías de la abolición de lo humano; estas, asegura, provocan la condición fantasmagórica e incorpórea de los hombres en un mundo con una realidad alterna hecha de pixeles.

Sadin (París, 1973), heredero de la escuela de Frankfurt, insiste en que debemos oponernos a esta penúltima etapa del neoliberalismo tecnológico, que tiene como premisa administrar la totalidad de los asuntos humanos para la máxima eficiencia de los sistemas de producción, en los que el cuerpo actúa como un programa en relación de circulación con la red. El filósofo advierte que la siguiente etapa consistirá en la implantación de chips en los cerebros. Esta condición, que llama psiquiátrica de la sociedad, propicia también la falsa creencia de que estos sistemas computacionales salvarán al mundo y a las personas del azar e incluso de la muerte al colocar los cerebros en cuerpos artificiales.

Hubo varios momentos que configuraron la actual inteligencia artificial generativa, dice Sadin; el primero fue la aparición del iPhone que, con la pantalla táctil y las numerosas aplicaciones (Waze, Uber) que contiene, se instaló al lado de los cuerpos para establecer un cambio radical: antes el individuo iba en busca de las cosas del mundo; hoy el mundo va a él. El segundo momento fue la pandemia de covid-19 que aceleró la creciente pixelización del individuo y dejó clara la primacía de lo retiniano, y así la posibilidad creciente de manejar nuestra vida a control remoto, presentándonos al mundo como imagen y texto. Este cambio operó en nuestra concepción del tiempo y el espacio, y en los cuerpos que se quedaron fijos hipnotizados frente a las pantallas. El tercer momento fue la aparición del ChatGPT que causará una crisis civilizatoria sin precedentes; concuerdo con Sadin, debido a que por primera vez en la historia una inteligencia no humana puede generar texto e imagen. La presentación del robot de Tesla es un cuarto momento, del que ya no habla Sadin y que plantea la pregunta: ¿qué pasará cuando los robots tengan archivadas suficientes formas de lo real?

El nuevo mundo, administrado por sistemas computacionales, establece un análisis continuo de las huellas que dejamos en la red para, supuestamente, mejorar los sistemas biológicos, cuando de hecho está en contra de la vida. Sadin dice que la realidad está calcada por la red de comunicación, lo que crea “una capa real sobre lo real”. Estas dos realidades están conectadas de manera consanguínea, no son prótesis como se había pensado, y generaron un individuo tirano que domina el mundo a través de su teléfono inteligente. Este gesto continuo ha provocado un repliegue de los cuerpos hacia sí mismos y se corre el riesgo de ver todo de forma acrítica.

Debido a la creciente pixelización de las relaciones, asegura el galo, los cuerpos están destinados a una inmovilidad casi vegetal y son parecidos a programas por los que circula, ya no la vida, ahora la información. La pantalla total que anunciaba Baudrillard se apoderó de los cuerpos, y la humanidad, azuzada por los vientos del Valle del Silicio, abraza con furor el progreso y corre el riesgo de desaparecer en su propia imagen. El mundo no puede ser administrado como una base de datos, habrá que poner atención a este creciente mal de archivo. Tendremos que alejarnos de la red de comunicación para no perder nuestras habilidades más preciadas, pero ¿cómo hacerlo?

Para ello, dice Sadin, es central ocuparse del lenguaje humano que está determinado por el léxico, la gramática y el tiempo. El lenguaje del ChatGPT está muerto porque no se construye como el lenguaje humano. Por otro lado, cuestiona la generación de imágenes a partir del lenguaje, dado que se invierte la forma en que las creamos: mediante la imagen misma, los sueños y los pensamientos. El arte está ante una crisis sin precedente, dado que todas esas imágenes maquínicas serán además indistinguibles de las reales. Así nos encontramos ante lo indefinible, ante la desterritorialización constante de lo humano, en palabras de Deleuze y Guattari. Estamos sacando al lenguaje de lo que hasta ahora le era propio, y no sabemos qué puede pasar dado que ahora son los sistemas simbólicos los que se regeneran.

La concepción de Éric Sadin es atrayente y diagnostica el tiempo presente, pero su llamada a la acción en pequeños grupos de resistencia es inoperante dado que ya todo está puesto en marcha, ya está aquí la caja de Pandora y, a menos que haya un cataclismo, los seres humanos la abriremos. Hoy cada nación poderosa está contribuyendo a la creación o al fortalecimiento de la iag, ya sea por poder, ganancias, protección o por las tres cosas, en una especie de guerra fría informacional.

Como el mismo Sadin asegura, los periódicos de mayor circulación en el mundo anuncian la llegada inminente de esta nueva “herramienta” y dedican planas al análisis de las bondades, los sesgos y las formas de regularla. Su aparición es una consecuencia lógica del capitalismo, casi gritan. ChatGPT tiene millones de consultas psicológicas y las palabras que usa regularmente para sus respuestas ya forman parte del vocabulario académico. Las economías del mundo se mueven al ritmo de la inteligencia artificial, que hoy en día toma decisiones que los seres humanos simplemente no pueden.

Los algoritmos de las empresas tecnológicas fueron creados para optimizar ganancias, en ese sentido poco importa la vida o el planeta, mucho menos el lenguaje y cómo se irá modificando y en consecuencia la psique y las narrativas de la población. El sistema de recompensa que se ha establecido entre la red y los usuarios hace prácticamente imposible que se rompa el vínculo, porque de hecho, como también lo dice Sadin, la relación con los dispositivos conectados a la red no es de prótesis, sino consanguínea: somos ya uno e indivisible con ella.

Cómo separarse de las pantallas y los sistemas conectados a la iag en una sociedad cada vez más inclinada a mirarse los propios pies; en un creciente encarnizamiento de los populismos gubernamentales que impulsan el fanatismo de los ciudadanos, quienes incapaces de entender el devenir histórico optan por creer lo que algún mesías enuncie de manera sencilla. En este panorama es difícil mostrarse optimista, dado que todas las promesas de un mundo feliz globalizado, controlado por los sistemas que creamos, son una falacia.

La vida espectral de Éric Sadin cuestiona fuertemente nuestros deseos de superioridad y de dominio sobre lo existente y declara la imposibilidad de control de lo real. El libro carece del lenguaje que gusta a las multitudes y, por desgracia, pasará a la historia como un grito en mitad del desierto. Estamos en la era de la ciencia ficción, y parece que la iag viene a solucionar nuestros múltiples problemas, seremos superhéroes, estamos seguros de poder vencer a la muerte. Y aunque sabemos que eso es mentira seguiremos adelante aunque eso implique la extinción de todo lo sensible. ~


    ×

    Selecciona el país o región donde quieres recibir tu revista: