The Third Man, relanzado

De vuelta en cines gracias al British Film Institute, y pulida para conmemorar el centenario del nacimiento de Orson Welles, la obra maestra de Carol Reed, escrita por Graham Greene, sigue siendo una de las grandes películas jamás filmadas. 
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La cítara de Anton Karas vuelve a sonar en las salas de cine al rededor del mundo. "El tema del tercer hombre" como lo conocemos en México, inundó la radio en 1949, año del lanzamiento original de The Third Man, película cumbre de su director Carol Reed, aunque mejor recordada como una de las más memorables apariciones en pantalla de Orson Welles.

Es precisamente el centenario de su nacimiento que encuadra el lanzamiento de esta restauración. Cada encuadre en The Third Man ha sido digitalizado y limpiado del ruido y el rasguño que el tiempo deja en el celuloide. Hoy, sin duda más nítida que cuando fue originalmente proyectada, se exhibe en cines digitales de Estados Unidos, el Reino Unido y Francia.

En la sede del British Film Institute en Londres se proyecta un par de veces por día en una gran pantalla enmarcada por pesadas cortinas de terciopelo rojo. El centenar de personas que asiste a cada función son en su mayoría de edad avanzada; en cualquier caso es seguro decir que todos hemos visto The Third Man antes, pero el aura de la experiencia original persiste y hoy estamos aquí, acomodándonos en nuestras butacas, esperando juntos la aparición de Harry Lime como si fuera la primera vez.

The Third Man, elegida por el BFI como "la mejor película británica jamás hecha", cuenta la muy poco británica historia de Holly Martins, escritor americano de novelas western que llega a Viena invitado a trabajar por su amigo, el también americano Harry Lime; A su llegada, Martins se encuentra con que Lime acaba de morir en un absurdo accidente. Martins comienza una campaña indiscreta y torpe para encontrar la verdad tras la supuesta muerte de Harry, quien, según descubre a lo largo de la trama, es un contrabandista sin escrúpulos cuyos robos de antibióticos se han cobrado la vida de incontables niños con meningitis.

No es casual que ambos personajes sean americanos. Por un lado Holly Martins sigue la verdad no con la agudeza de un investigador privado tan característico en la literatura y el cine de la época sino con la torpeza de un fanático trasnochado que encuentra en una gran conspiración algunas pinceladas de verdad. Graham Greene, autor del guión para el que en preparación escribió una novella con importantes diferencias, conocía muy bien la distinción. Para entonces, Greene había escrito varias destacadas novelas de crimen como This Gun for Hire (adaptada al cine en 1942) y Brighton Rock (adaptada al cine en 1947) y era mejor conocido como crítico de cine (ávido seguidor  de Carol Reed, de quien presagió que "cuando reciba el guión adecuado, resultará (un director) más que eficiente") que como gran literato.

Sus opiniones sobre lo que consideraba la "hipocresía moral americana" pueden leerse en el cambio más significativo entre la novella y el guión de The Third Man. Tanto Martins como Lime pasan de británicos a americanos. Por su parte, Harry Lime, aunque nunca logra ser despreciable tanto por la expectativa con que se construye su aparición como por el carisma que Welles le otorga al personaje, no deja de ser un traficante sin escrúpulos para el que una vida o el amor de su incondicional amante no se acerca en importancia al dinero.

Para David O. Selznick, productor de la cinta (también productor de Gone With The Wind) el 'antiamericanismo' de Greene era exasperante. Sus objeciones se centraban no solo en los personajes principales sino también en el retrato de Viena, entonces ocupada por los ejércitos de cuatro países incluida Rusia, país que según él, por razones 'patrióticas', debía ser retratado con mayor negatividad. Si bien no tuvo éxito en alterar la representación rusa en el corte final, Selznick pudo cambiar la nacionalidad del siniestro Popescu de americano a rumano y, para el lanzamiento americano de la cinta, la introducción completa. En la cinta británica es la voz de Carol Reed que como narrador desconocido de oscuro sentido del humor marca el tono general del filme. En la versión americana alterada por Selznick es el personaje de Holly Martins quien cuenta en retrospectiva su propia historia. Al respecto, Charles Drazin opinó que, "Ahora todo está establecido, todo el misterio eliminado, como si Holly Martins tomara el control de su propia historia. La voz mundana británica de pasado dudoso se convierte en la voz americana, conocida y con los pies sobre la tierra… Un comienzo sorprendente, poco convencional e irónico se convierte en una apertura más… sin sentido del humor de thriller de Hollywood." 

A pesar de los contrastes entre matices, la película fue un éxito tanto en América como en Europa. Orson Welles, ya desde entonces en decadencia y desesperado por capitalizar sus propios proyectos, no previó su potencial y aceptó por su participación un pago único de 100,000 dólares en vez de los 75,000 más regalías que le habrían dado una fortuna constante por el resto de su vida.

La colaboración entre Carol Reed, Graham Greene y en menor medida Orson Welles, hicieron de The Third Man el favorito de todos los tiempos que disfrutamos hoy en una tarde soleada en Londres. Mientras Reed producía su mejor película, el neorrealismo italiano, por ejemplo, producía por su lado algunas de sus obras más sublimes, pero al contrario de sus contemporáneos, Reed prefirió el cinismo a la brutal honestidad de sus contemporáneos, abordando la decadencia material de Europa con originalidad, fineza literaria y espectacular cinematografía, rescatando de entre las ruinas de la Viena ocupada a un villano carismático e inolvidable que nos hace volver al cine una y otra vez. 

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