Cinco fallas en la comunicación del gobierno mexicano ante las protestas en Estados Unidos

El gobierno de Trump acusó a Claudia Sheinbaum de instigar con su retórica las protestas en Los Ángeles. La crisis que siguió debe dejar lecciones para la presidenta.
AÑADIR A FAVORITOS
Please login to bookmark Close

En días pasados, las calles de Los Ángeles, California se convirtieron en un campo de batalla ente manifestantes pro inmigración ondeando banderas mexicanas y la policía local, que llevaron a la intervención militar del gobierno federal estadounidense. En ese delicado contexto, se viralizó en redes sociales un discurso del 24 de mayo pasado, donde la presidenta Claudia Sheinbaum afirma: “de ser necesario nos vamos a movilizar, porque no queremos impuestos a las remesas”. Esto llevó al gobierno de Donald Trump a acusar directamente a la mandataria de instigar con su retórica las protestas, un señalamiento sin precedentes que abre importantes riesgos para México.

En este confuso y volátil entorno, es posible identificar cinco importantes fallas de la comunicación de crisis del gobierno mexicano.

1. Falló la prevención. Cualquier organización que enfrenta una situación de amenaza permanente –como la que vive el gobierno de México ante la administración Trump– debe tener preparada una estrategia sólida de comunicación con escenarios, acciones y mensajes unificados y claros. La presidenta de México, en cambio, manejaba un doble discurso: ideológico y desafiante ante las audiencias internas, y pragmático y amable para audiencias de Estados Unidos. Tarde o temprano ese doble discurso iba a generar un problema. Para prevenir y manejar crisis, hay que tener siempre un solo mensaje, coherente y disciplinado.

      2. Falló la capacidad para detectar a tiempo la crisis. Si un periodista crítico o un político opositor sube a redes un video con comentarios incómodos para el gobierno, su aparato de propaganda lo detecta de inmediato y se moviliza al ataque de manera coordinada y agresiva. Pero en esta crisis, nadie en el oficialismo detectó a tiempo que en las redes sociales afines al movimiento populista MAGA llevaba al menos dos días circulando el fragmento del discurso de la presidenta hablando de “movilización” de los migrantes y vinculando sus palabras con las protestas. El gobierno podría dedicar menos tiempo y recursos a vigilar cuentas de opositores mexicanos y más a tener canales de escucha digital para detectar a tiempo cambios en la conversación en las redes sociales en Estados Unidos.

        3. Falló la capacidad para generar una narrativa acorde a la naturaleza y alcance de la crisis. Primero, se optó por el silencio. Luego, ante la acusación directa del gobierno de Trump, la presidenta Sheinbaum salió a decir en redes que todo era un “malentendido”, que ella no dijo lo que dijo, y subió un video diferente al que generó el problema. Esto es el ya clásico manual de manejo de crisis de AMLO: negar la crisis, minimizarla, cuando ya no se puede negar y, si eso no funciona, eludir la responsabilidad. Este gaslighting le funciona muy bien al gobierno con sus crédulas audiencias internas, pero tratar de manipular así a Trump es querer venderle hamburguesas a McDonalds. Una comunicación profesional de crisis implica siempre asumir la responsabilidad, aclarar lo que se deba aclarar y retractarse cuando haya que hacerlo, todo con el fin de recuperar la credibilidad de tus públicos clave.

          4. Falló el principio primordial del control de daños. A las declaraciones de la presidenta, han seguido comentarios improvisados y poco reflexivos de actores del oficialismo. El más visible ha sido el presidente del Senado mexicano, quien se burló de la propuesta del senador estadounidense Eric Schmitt de aumentar el impuesto a las remesas. Este respondió con nuevas amenazas de aranceles y una propuesta de incremento adicional al impuesto en cuestión. Esto viola el primer mandamiento del control de daños: si te has caido en un hoyo, lo primero que debes hacer para salir es dejar de cavar. La falta de una respuesta ordenada ha permitido que la narrativa trumpista de la “invasión mexicana” se instale sin que voces que sí tendrían que tener mucha visibilidad, como la del canciller, reorienten el mensaje.

            5. Está fallando la capacidad de aprendizaje y adaptación para evitar crisis. México no solo tiene montones de experiencia lidiando con Trump desde 2016, pues ya han tratado con él tres de nuestros presidentes. El gobierno también debería tener todo un manual de cómo han lidiado con él líderes de otros países, para saber lo que deben y lo que no deben hacer. Si de alguien podrían aprender es del exprimer ministro de Canadá, Justin Trudeau, quien años atrás se ganó la enemistad personal de Trump precisamente por decirle una cosa a él en privado con impecables modales y luego salir a decir otra cosa a otros mandatarios y al público. El análisis de ese caso debería ser obligatorio para la presidenta con miras a su encuentro con Trump en la Cumbre del G-7 en días próximos.

              La crisis desatada por el discurso de la presidenta mexicana debería dejar lecciones a su gobierno. Desde 2018, tanto su antecesor como ella han sustituido la comunicación del Estado y el lenguaje de las instituciones con la propaganda y la retórica demagógica de su grupo político. Cuando enfrente se tiene a un interlocutor más poderoso, que también busca imponerse en clave de propaganda y demagogia, es suicida tratar de ganarle en ese terreno. Para salir de esta crisis con Trump, y prevenir otras en el futuro, el gobierno haría bien en fortalecer al aparato diplomático, anticipar escenarios y construir un mensaje institucional, unificado y coherente, que priorice el dialogo y la cooperación bilateral sin comprometer la soberanía. ~


                ×

                Selecciona el país o región donde quieres recibir tu revista: