("Alice", de Joan Mirรณ y Josep Llorรฉns Artigas)

Alice al cuadrado

Las relaciรณn entre los experimentos artรญsticos y el espรญritu de los descubrimientos cientรญficos del siglo XX revela coincidencias asombrosas
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En 1360 Nichole d´Oresme inventรณ la grรกfica con objeto de “congelar” las funciones cientรญficas, es decir, para esquematizarlas. La grรกfica, hoy en dรญa una herramienta esencial de la ciencia, fue desde entonces un medio inmejorable que los pensadores tenรญan para expresar visualmente, en un pedazo de papel, el movimiento de las cosas, asรญ como los valores que รฉstas adquieren con el paso del tiempo y la forma que adoptan en el espacio. La capacidad de visualizar conceptos abstractos era una condiciรณn ineludible, sin la cual no se hubiesen logrado los descubrimientos cientรญficos de los siguientes siglos. El principio geomรฉtrico que subyace en la perspectiva de los pintores y en las grรกficas de los cientรญficos es, pues, de naturaleza similar pero no idรฉntico.

Piero della Francesca encontrรณ en el siglo XV un procedimiento preciso para congelar las sombras, el cual no cambiarรญa hasta la dรฉcada de 1860. Antes se pintaba sin ellas, o se las incluรญa de una manera inconsistente y difusa, pues no se comprendรญa la naturaleza de la luz y, por tanto, no se hallaba la manera de reproducir el espacio en perspectiva. El chiaroscuro, descubierto gracias al pintor florentino, fue una brillante hazaรฑa intelectual de Eratรณstenes, quien en el siglo III a.n.e. relacionรณ las sombras con el paso del tiempo, lo cual le permitiรณ demostrar que la Tierra era mรกs bien redonda y, asรญ, calcular su circunferencia. Tal proeza fue comprendida, utilizada y refinada por los artistas del Renacimiento.

La pintura se desenvolviรณ en el entramado de la mecรกnica newtoniana hasta que, en 1831, Michael Faraday hizo una novedosa conexiรณn entre la electricidad y el magnetismo, llamada por รฉl principio de inducciรณn, esencial para poner en marcha las mรกquinas que suministran la mayor parte de la energรญa elรฉctrica en el mundo. Ese mismo aรฑo naciรณ James Clerck Maxwell, quien tres dรฉcadas mรกs tarde descubriรณ que la luz viaja en ondulaciones electromagnรฉticas.

En 1861, mientras que Maxwell inventaba la fotografรญa en color, los impresionistas, puntillistas y fauvistas jugaban con sus ideas acerca de esas engaรฑosas ondulaciones electromagnรฉticas, a veces con frenesรญ, a veces con mesura y bondad. Los llamados “artistas del momento transitorio” lograron que el pรบblico entendiera la naturaleza escondida y paradรณjica de la luz, antes incluso que la comunidad cientรญfica pudiera verbalizarla. Estaban ahรญ, sรญ, las ecuaciones de Maxwell, pero desde el punto de vista del pรบblico, ¿quรฉ demonios querรญan decir? Una sรญntesis paralela en la pintura y la comprensiรณn fรญsica de la luz, el tiempo y el espacio se dio, con relativa prontitud, en las primeras dรฉcadas del siglo XX.

Asรญ, por un lado las ideas atomistas, largamente escondidas desde la รฉpoca de los antiguos griegos Demรณcrito y Leucipo, revolucionaron nuestra manera de entender el mundo natural. Por otro, los pintores del surrealismo y sus versiones, llรกmense cubismo, automatismo, dadaรญsmo, neoexpresionismo figurativo y abstracto, se apropiaron del espรญritu de los fรญsicos de Copenhague alrededor de Niels Bohr (cuyo modelo atรณmico cumpliรณ cien aรฑos) y descubrieron su propio camino de deconstrucciรณn de la realidad circundante, salpicada de frivolidad, bombas y racismo.

En 2005 hubo una coincidencia entre dos sucesos gemelos, separados como ciertos nรบmeros primos por otros guarismos pares, aunque en el fondo vinculados mediante vasos comunicantes: el inicio de un experimento que de alguna manera es la culminaciรณn de la fรญsica atomista que fundamentaron Bohr, Rutherford, Dirac, Pauli, Einstein, Fermi, Steinberger y otros, llamado A Large Ion Collider Experiment (ALICE), y la exposiciรณn en el Museo Guggenheim de Nueva York “De Picasso a Pollock: Clรกsicos del arte moderno”, la cual incluรญa el mural de Joan Mirรณ y el ceramista Joseph Llorรฉns Artigas, Alice (1965-67).

Quise descubrir si el principio geomรฉtrico que subyace en la perspectiva de pintores como Mirรณ y en las grรกficas de los cientรญficos que laboran en ALICE es similar, asรญ que me parรฉ frente al mural. Despuรฉs de unos minutos, nada. Entonces una anรฉcdota me dio la respuesta. Habรญa sido encargado por Harry F. Guggenheim para honrar la memoria de su esposa, Alicia, quien muriรณ a la edad de 56 aรฑos, y lo hizo a travรฉs de Thomas M. Messer, a la sazรณn director del museo. En lugar del nombre original, Mirรณ puso “Alice” (aunque una mirada “ultrarelativista” de la obra no impide adivinar una “Alicia” detrรกs). Messer le pidiรณ cambiarlo pero aquรฉl se negรณ. Podrรญa parecer una actitud excesiva y extraรฑa en Mirรณ, si bien esto ya habรญa pasado antes, cuando Andrรฉ Breton vio en รฉl a un surrealista puro, a un medium del automatismo, mientras que, en realidad, se dirigรญa al sรบper realismo, anunciando con sorprendente claridad la tendencia y el estilo que adquirirรญa hasta nuestros dรญas la investigaciรณn cientรญfica al interior del รกtomo.

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escritor y divulgador cientรญfico. Su libro mรกs reciente es Nuevas ventanas al cosmos (loqueleo, 2020).


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