Jason deCaires Taylor: https://www.underwatersculpture.com/

Contrastes de la “crisis migratoria”

 ¿Cómo cambiar las percepciones negativas sobre “los otros”? ¿Cómo transformar la empatía que puede provocar en una foto (como en el caso de Aylan Kurdi) en una respuesta de largo plazo?
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Tres cuerpos yacían en las rocas de una playa turca a finales de enero. Dos de ellos eran niños. Vestían chamarras y gorros de invierno; uno de ellos llevaba un chaleco salvavidas naranja. Esta imagen desoladora iba acompañada de un encabezado en el New York Times que se ha vuelto demasiado común en los últimos meses: “Diez niños entre los muertos de un barco migrante volcado cerca de Turquía”. Unos días después, una fotografía en el resumen de las noticias del mismo periódico muestra a dos rescatistas parados en una roca junto al océano, colocando el cuerpo inerte de un niño en una bolsa para cadáveres. La nota decía que este era uno de los niños que murieron en el mismo barco del fin de semana, que varios países se comprometieron a donar miles de millones de dólares para apoyar a los sirios desplazados con el objetivo de “frenar su éxodo hacia Europa”, y a la vez, que miles de iraquíes que formaron parte de la “inundación migrante” del año pasado, están regresando a casa porque la vida en Europa no cumplió con sus expectativas.

En comparación con las reacciones a las fotos de Aylan Kurdi –el niño sirio de tres años que murió en otra playa turca cerca de Bodrum–, publicada en The Guardian en septiembre del año pasado, estas imágenes no generaron controversia alguna ni un llamado a la acción. Mientras que las fotos de Aylan “avergonzaron a Europa, obligándola a actuar" [1], al menos en la coyuntura inmediata, la mayoría de las imágenes que circulan en los medios de comunicación, por medio de ONGs y organismos internacionales –imágenes que nos recuerdan a las personas que pierden la vida a diario en sus intentos por llegar a un lugar seguro o buscar una mejor opción de vida—, ya no son extraordinarias y no fungen como un llamado a la movilización o una exigencia de responsabilidad, especialmente porque se exhiben en un contexto de “emergencia” y ”descontrol” de las fronteras.

Es cierto que el número de refugiados que ha llegado a Europa en los últimos dos años ha aumentado de manera considerable a raíz de la guerra en Siria, lo cual necesariamente crea una sensación de urgencia. Pero la crisis va más allá de los números. Como sostiene Didier Fassin, lo que expone esta situación es una crisis más profunda del régimen de derechos humanos que se hace evidente con el retiro progresivo de los países europeos (y yo agregaría de los países desarrollados en general) de sus compromisos adquiridos en la Convención de Ginebra de 1951 sobre los Refugiados.

En lugar de responder a esta crisis buscando nuevos consensos y dividiendo responsabilidades entre los países que tienen los recursos disponibles para ayudar a las personas desplazadas, el debate se ha ido orillando hacia el endurecimiento del control de las fronteras y otras restricciones para disuadir a los migrantes “indeseables”. A su vez, la retórica anti-inmigrante, dirigida específicamente en contra de los musulmanes se ha acrecentado. El argumento de Alex Betts en un artículo reciente en Foreign Affairs, es contundente: “El principal y más grande obstáculo para una política de migración y asilo en Europa, es la ansiedad pública sobre el Islam.”

Regresamos a la pregunta de siempre: ¿Cómo cambiar las percepciones negativas sobre “los otros”? ¿Cómo transformar la empatía que puede provocar una foto (como en el caso de Aylan Kurdi) en una respuesta de largo plazo; una respuesta que mire más allá de lo inmediato y prevea las muertes que seguirán si no hay cambios sustantivos? [2]  ¿Cómo ampliar las nociones de responsabilidad colectiva y transformar en la práctica, y en el discurso, las ideas sobre la pertenencia que subyacen este debate? ¿En qué momento las expresiones de solidaridad por medio de iniciativas ciudadanas (desde los jugadores de futbol que interrumpen su partido para conmemorar a los migrantes muertos, hasta las madres que se organizan para enviar cargadores de bebé a los migrantes que llevan niños) o manifestaciones artísticas como "La barca de Lampedusa", logran transformar el duelo y la empatía en un cambio de conciencia y de política? ¿Cómo pueden contribuir para mantener a flote el barco que está por hundirse?

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[1] Miriam Ticktin, “Thinking Beyond Humanitarian Borders”, por publicarse, Social Research (vol. 83, núm. 2, verano 2016), número especial “Borders and The Politics of Mourning”, editado por Alexandra Délano y Ben Nienass.

[2] Burkhard Liebsch, "Grief as a Source, Expression and Register of Political Sensitivity", por publicarse, Social Research (vol. 83, núm. 2, verano 2016)número especial “Borders and The Politics of Mourning”, editado por Alexandra Délano y Ben Nienass.

 
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es profesora de estudios globales en The New School en Nueva York. Su trabajo se enfoca en las políticas migratorias de México y Estados Unidos.


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