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La literatura no educa sino que conmueve. La disonancia cognitiva, tรฉrmino de Leon Festinger, la incongruencia entre el conocimiento y el comportamiento, no depende de la ficciรณn ni de la filosofรญa.
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1.

En How Fiction Works James Wood se pregunta cรณmo la literatura nos enseรฑa a ser mรกs observadores. Usa el tรฉrmino noticing. El ejemplo que da es “notar que mi madre se limpia los labios antes de darme un beso”. Leer ficciรณn le da al lector una mejor capacidad de observaciรณn de la realidad y, en consecuencia, el lector observa una mayor cantidad de detalles en su propia cotidianidad. El lector, de acuerdo a Wood, es cada vez mejor noticer de detalles dentro y fuera de la literatura.

Los detalles, la informaciรณn sobre los personajes y los acontecimientos, las perspectivas desde las que estรกn escritas, en cualquier estilo, componen una reflexiรณn. Cuando, por ejemplo, H.G. Wells describe en La puerta en el muro una puerta que aparece y desparece en un muro, que al cruzarla el protagonista se encuentra un espacio mรกs bien fantรกstico, con luces tenues, panteras amables, niรฑos que juegan, a su madre muerta, etcรฉtera., estรก construyendo en la mente del lector una experiencia que postula una idea de felicidad.

Lo que Wood llama thisness o lo concreto: cualquier detalle que dirija abstracciรณn a sรญ mismo y destruya la abstracciรณn con un aire de palpabilidad, es de lo que estรก hecha la literatura; es lo que Yuri Herrera defendiรณ en una entrevista en el periรณdico Frente:

Eso que piensan muchos crรญticos que es paja estรก en el nรบcleo de la literatura. El ritmo produce sentido. Los silencios. Las pausas. Todo esto produce sentido y no nada mรกs las argumentaciones mรกs o menos explรญcitas a partir de las cuales pueden extraerse ciertas ideas. No quisiera que mis libros fueran leรญdos como un conjunto de ideas cobijadas por anรฉcdotas. La anรฉcdota es central para mรญ.

2.

En su anรกlisis a Lolita, Michael Rodgers distingue tres tipos de lector: el inocente, que sรณlo lee una trama sobre la pedofilia; el sofisticado, que hace a un lado sus preocupaciones morales y disfruta de la belleza del texto; y el astuto, quien entiende cรณmo en el texto la moralidad y el arte se mezclan de una forma original y demandante. Lo que Rodgers llama close reading puede ser, argumenta, moralmente enriquecedor al permitirle al lector descubrir la complejidad moral y el material estรฉtico.

No es necesario hacer una lectura vigilante para la educaciรณn moral del lector. Incluso, los “lectores astutos” de ficciรณn podrรญan no reportar un buen comportamiento o buenos valores morales. Pero la diferencia entre leer para analizar lo moral se pierde del ejercicio del lector de experimentar, por ejemplo, el dilema entre la oportunidad de volver a abrir la puerta en el muro cuando esta aparece o de sacrificarla, y de enfrentarse a una idea especรญfica de felicidad.

La literatura no educa sino que conmueve. La disonancia cognitiva, tรฉrmino de Leon Festinger, la incongruencia entre el conocimiento y el comportamiento, no depende de la ficciรณn ni de la filosofรญa. Pero la ficciรณn, a diferencia de la filosofรญa, ejercita conceptos filosรณficos en lugar de exponerlos y explicarlos, es el reconocimiento sensible ante el intelectual. La importancia del detalle en la ficciรณn es que el escritor describe exigiendo al lector que imagine personajes y situaciones, entre lo enunciado y lo no enunciado. La literatura, nos dice Woods entonces, es una experiencia de co-creaciรณn.

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