Los seguidores de Donald Trump suelen apreciar su aparente franqueza: he tells it as it is. Dice las cosas como son, verdades como puรฑos. Ese “como son” significa en realidad “mis prejuicios”, y la verdad es aquello que encaja en ellos. La verdad y el bien comรบn que defienden es en realidad un bien particular: lo que me funciona a mรญ tiene necesariamente que funcionar para los demรกs. Piensan que lo contrario es negar la realidad. Creen que muchos de sus crรญticos no son sinceros, y que realmente ocultan lo que creen tras sus complejos y su correcciรณn polรญtica. Si fueran valientes, dirรญan las cosas como realmente son. Es un mantra de la derecha que se autodenomina polรญticamente incorrecta.
Si hay dos sentidos comunes contradictorios, el sentido comรบn no existe. Hay sentidos comunes enfrentados. Es fรกcil estar del lado del sentido comรบn, tambiรฉn muy fรกcil que te coloquen en contra de รฉl. En su primera intervenciรณn en el debate de investidura, Pablo Iglesias proclamรณ que “decir la verdad, y tener principios, se ha convertido en algo extraรฑo. La polรญtica se ha convertido en el arte de la simulaciรณn, cuando no el arte de la mentira y el camuflaje”. Lo que siguiรณ fue una serie de juicios de valor. Recuerda a esa idea de que decir la verdad es un acto revolucionario. La idea ha tenido sentido en la historia, y lo sigue teniendo allรญ donde realmente decir la verdad es revolucionario. Pero tambiรฉn se suele usar como argumento sectario, o antiargumento vacรญo: si mi verdad te ofende, algo de razรณn tendrรก. Si lo que digo yo es de sentido comรบn, estar en contra es estar equivocado. Vale tanto para defender el nacionalismo como el antinacionalismo, el feminismo como el antifeminismo. Si las opiniones de uno son tonterรญas, siempre puede decir que son verdades revolucionarias, tan ciertas como duras y por eso difรญciles de asimilar.
En el parlamento, Iglesias dio un discurso clรกsico del socialismo del siglo XX: crรญtica a las oligarquรญas, los poderes fรกcticos y la globalizaciรณn. Algunas de sus frases parecรญan de otra รฉpoca: “La arquitectura de la globalizaciรณn humilla cada dรญa la soberanรญa popular y restringe el desarrollo de las bases ideolรณgicas de la modernidad”. Su tono era de confrontaciรณn, porque las respuestas desproporcionadas le benefician. Cuando acusรณ a Felipe Gonzรกlez de tener el pasado manchado en cal viva, en referencia al terrorismo de Estado de los GAL, lo hizo porque su discurso es mรกs efectivo rodeado de gritos y reproches de los diputados del PSOE.
Su tรกctica es ofender para luego hacerse el ofendido. Sus crรญticas a la arrogancia de los “hombres con traje” las hizo con arrogancia, su denuncia de la displicencia fue displicente. Para protegerse de estas contradicciones citรณ al primer Pablo iglesias, el fundador del PSOE: “Merecer el odio de los que envenenan al pueblo deberรก ser para nosotros una honra”. Con esto no solo explota esa actitud infantil de “si te molesta, es porque es verdad”, sino que reivindica un pasado en el que el PSOE era realmente socialista y obrero, y se dirige a los militantes mรกs izquierdistas del partido. Siempre se ha proclamado portavoz simbรณlico de los “verdaderos” votantes del PSOE. Detrรกs del establishment del PSOE, piensa y dice constantemente, estรก el verdadero socialismo, que se ha equivocado de partido. Pero si hay mรกs de un sentido comรบn, y mรกs de un socialismo, es porque no existe el sentido comรบn, y porque el socialismo hace dรฉcadas que dejรณ de ser exclusivamente lo que Iglesias sigue pensando que es.
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Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacciรณn de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemรกn' (Libros del Asteroide, 2023).