Salud a domicilio

Entre el abandono absoluto y los grandes centros médicos, hay que construir opciones intermedias de atención médica a costos solventables.
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La maldición política del Distrito Federal es que despierta ambiciones presidenciales. Esto favorece proyectos espectaculares, aunque terminen mal, como la Línea 12 del Metro.

El nuevo proyecto espectacular es el controvertido Corredor Chapultepec. El jefe del gobierno es doctor en derecho, estuvo en la Secretaría de Seguridad y fue Procurador de Justicia, pero no considera la seguridad como su gran proyecto. Ni el alumbrado público (que es importante para la seguridad) ni las placas y señales de orientación en las calles, los baches, las coladeras, las aceras, los pasos peatonales, los estacionamientos, los baños, la pintura, los elevadores, el ambulantaje, la atención en las ventanillas, los trámites, las colas y mil cosas más que pueden parecer pequeñeces, aunque no lo son. Menos aún los acuíferos, que disminuyen hacia la catástrofe, pero no se ven.

Hay iniciativas celebrables: el apoyo al minicultivo de hortalizas, la organización de paseos dominicales en bicicleta, el alquiler de bicicletas, la instalación de parquímetros. Y una buena jugada política: el programa Médico en tu Casa.

Una paradoja del progreso material es que encarece los servicios de atención personal. La mayor productividad agrícola e industrial ocupa menos personas mejor pagadas, y las que sobran pasan al sector de servicios, donde no es fácil aumentar la productividad, sobre todo en el caso de la atención personal; donde, para pagar bien, hay que aumentar los precios (a diferencia de las calculadoras de bolsillo y muchos otros productos industriales que ahora cuestan menos). Esto ha encarecido los servicios médicos, y llevó a que desaparecieran los médicos que visitaban a los pacientes en su casa. En una ciudad de 100,000 habitantes, podían visitar a un buen número al día, teniendo automóvil. Cuando las ciudades crecieron y media humanidad tuvo automóvil, dejó de ser posible.

Sabiendo la desfachatez con que todo el sistema de salud desperdicia el tiempo de los mexicanos, resulta difícil de creer un servicio público de visitas médicas a domicilio. La explicación está en los detalles. En realidad, Médico en tu Casa atiende a un pequeñísimo porcentaje de la población: los hogares donde hay personas que literalmente no pueden salir, por su edad o incapacidad física y económica. Resulta práctico en zonas de alta densidad habitacional.

Un paciente que va a consulta puede perder horas en desplazarse al consultorio, esperar, ser atendido y volver a su casa. Lo mismo vale para un médico que atendiera a domicilio, cuando lo llamen. En cambio, las visitas a pie, de puerta en puerta, cuando toque pasar por ahí, reducen el tiempo y costo en una zona como Iztapalapa. El mero hecho de sentirse atendidos mejora la salud.

Otra reducción del costo está en el nivel de servicio. No se puede llevar un quirófano a domicilio. Para muchas visitas, basta y sobra con una enfermera. O un estudiante de medicina que aproveche la oportunidad de servir y aprender. Pero ¿cuántas facultades de medicina hay en la Tarahumara? Resulta demagógico decir: "Vamos a todo el país, escúchenlo bien: a todo el país, con el Médico en tu Casa" (Reforma, 18 X 2015).

Una gran parte de la población más pobre vive dispersa en remotas rancherías, donde las visitas no son fáciles. Lo ideal es evitar el viaje: entrenar a una enfermera local con un celular que transmita las imágenes y reciba instrucciones de un médico a control remoto. Lo ideal es que hubiera un servicio nacional de consulta médica por teléfono del Seguro Popular.

En los Estados Unidos, muchas empresas que pagan seguros médicos privados para su personal pagan también un servicio de enfermeras profesionales que atienden por teléfono las 24 horas todo tipo de consultas: desde qué hacer en el acto, en caso de urgencia, hasta consejos sobre nutrición, remedios caseros o especialistas que deben consultarse para ciertos síntomas. En otros países, hay servicios públicos análogos.

No faltan los que aconsejan, diagnostican y hasta recetan, sin ser médicos: familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, boticarios, enfermeras, periodistas. Reforzar ese sistema espontáneo con la mejor información profesional disponible por teléfono tendría costos muy bajos y grandes beneficios.

Entre el abandono absoluto y los grandes centros médicos, hay que construir opciones intermedias a costos solventables. El Médico en tu Casa es una buena solución para un pequeño porcentaje de la población. Lo generalizable es la consulta gratuita por teléfono.

(Reforma, 29 de noviembre de 2015)

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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