De santos y drogas

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Señor director:
     Me parece que Enrique Serna, autor del artículo "Inducción a la santidad" (Letras Libres, 30), se equivoca al referirse al dolor autoinfligido como un camino a la santidad. Un hombre llega a ser santo cuando sus acciones en la caridad y el amor al prójimo lo hacen tal. La Iglesia Católica pudo, en el Medioevo, malinterpretar "el olvido de sí mismo". Esto no implicaba dormir de pie o procurarse heridas, sino estar dispuesto a dar todo de sí: esfuerzo, amor y por este amor hasta la vida misma. El masoquismo no conduce a la santidad; la santidad es una gracia divina inalcanzable por cualquier medio humano. Las drogas no acercan a Dios. La drogadicción no es una forma de sublevación, sino un esfuerzo desesperado por evadir la realidad que conduce a la autodestrucción. –

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