Sobre “Catálogo de reseñas” de Fernando García Ramírez (abril de 2015)

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Querido Enrique:

En la reseña de Fernando García Ramírez de Octavio Paz en su siglo, aparecida en Letras Libres, hay un párrafo, debido sin duda a la naturaleza sintética del género, que se presta a un mal entendido que quisiera aclarar. Dice García Ramírez: “luego de haber atravesado las corrientes turbulentas de la izquierda mexicana, el crítico volvió a encontrarse con el poeta, en las oficinas de Vuelta, en 1988, año electoral. Y no cualquier año electoral, sino uno marcado especialmente por la sospecha del fraude. Ese año Domínguez Michael ingresó a Vuelta, y así como Paz decidió darle el beneficio de la duda a Salinas (‘moral de la responsabilidad’), Christopher mismo tuvo que sacrificar su convicción (‘moral de la convicción’) del triunfo cardenista en aras de integrarse a ese grupo intelectual (¿moral de la responsabilidad?)”.

No solo García Ramírez sino algún lector que no haya leído completo mi libro podría sospechar de un súbito oportunismo en ese “sacrificio de convicción”. Pero la propia lectura de Octavio Paz en su siglo ilustra los años que me tomé en variar mis ideas. En enero de 1991, siendo miembro de la mesa de redacción de Vuelta desde hacía dos años y a la vez funcionario del Fondo de Cultura Económica (fce), escribí en La Gaceta del fce, en un elogio a Paz por el Premio Nobel de Literatura, leído como conferencia en Santiago de Chile el anterior mes de octubre, lo siguiente: “En 1988, tras las controvertidas elecciones que el gobierno falló a favor de Carlos Salinas de Gortari, Paz avaló esa decisión. Yo personalmente, como muchos mexicanos de diversas corrientes políticas, dudo de la pertinencia legal de esas elecciones y difiero del poeta en relación al ritmo y los protagonistas de la transición democrática en México” (p. 460).

Como Miguel de la Madrid, el expresidente acusado de haber instrumentado ese fraude electoral, era nada menos que director no solo del fce sino de la mismísima gaceta de la institución donde se publicaba mi disenso, algunos de sus allegados me invitaron a presentar mi renuncia. Así lo hice y don Miguel la rechazó.

En las siguientes elecciones presidenciales, las de 1994, voté una vez más por Cuauhtémoc Cárdenas, tal cual se lo comenté a Paz en una charla, lo cual provocó en el director de Vuelta el siguiente comentario, entre resignado e irónico, según consigno en Octavio Paz en su siglo: “Si gana su candidato vuelo a España y pido la nacionalidad española, como Vargas Llosa. Ya seremos dos” (p. 513).

La manera en que yo mismo fui cambiando de ideas políticas ha sido asunto de algunos escritos míos publicados en Letras Libres que hoy no vienen al caso. Solo aclaro que en el interior de Vuelta, esas fricciones entre la moral de las convicciones y la moral de la responsabilidad, por así llamarlas, no se resolvían vertiginosamente sino que eran el resultado de una rica tensión intelectual. En algunos casos, como el mío, habrían de pasar años, muchos o pocos, para que mis antiguas convicciones, buenas o malas, mutasen. No hubo ese sacrificio súbito que algún lector podrá dar por hecho tras leer la generosa reseña de García Ramírez. ~

Un abrazo,

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es editor de Letras Libres. En 2020, El Colegio Nacional publicó sus Ensayos reunidos 1984-1998 y las Ediciones de la Universidad Diego Portales, Ateos, esnobs y otras ruinas, en Santiago de Chile


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