Contra el diputado lánguido

El diputado Rubén Escamilla comete un delito, su partido dice que lo suspenderá, pero a pesar de lo oprobioso de la situación, no ha pasado nada. 
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A mediados de junio se conoció por la prensa y las redes sociales la retorcida historia de un político llamado Rubén Escamilla: figuraba en un video recibiendo muestras de cariño de una subordinada suya, en la comodidad de su oficina y en horas de ídem, cuando ejercía como delegado del gobierno del DF en Tláhuac.

La sinceridad de ese cariño quedó comprometida por el video. Se desprende de él que, a cambio de sus favores, la señorita recibiría un beneficio laboral que habría de ascenderla de ocupar un puesto de confianza a poseer una plaza con las prerrogativas de perpetuidad que presupone.

Vino el predecible toma y daca de acusaciones: que si la señorita era una cándida víctima; que si era un segundo frente institucional con quien el funcionario tramitaba asuntos urgentes desde tiempo atrás; que si –en un muy mexicano giro de los acontecimientos– en realidad la víctima era el funcionario, blanco él mismo de una extorsión urdida por su predecesor, quien habría enviado a su sobrina a filmar su sacrificio.

El hecho es que el video flota, incriminante y concupiscente, en las nubes de la Internet. El funcionario, arrullado por un decidido rocanrol, se despoja democráticamente de sus prendas y otorga la libertad incondicional al miembro más activo de su militancia para convertirlo en una si no amorosa, sí por lo menos laboriosa ventanilla única. El mirón atestigua la transmisión en vivo, a todo color y de costa a costa, de una transacción en la que el poder se democratiza en una oficina gobernada por el partido (el PRD) que más ha luchado por erradicar el abuso laboral y social de la condición de género. Por donde se la vea, la conducta del Sr. Escamilla coincide con las características de un abuso sexual quid pro quo ejercido por autoridad, que equivale al acoso sexual por chantaje tipificado por el Código Penal.

No pasaría de ser una deplorable historia pícara si no fuera porque, cuando el video salpicaba la prensa, el Sr. Escamilla se encontraba en campaña para alzarse con una diputación en la Asamblea de Representantes del DF. El recién electo jefe de gobierno C. Miguel Mancera declaró que el asunto sería analizado “con toda responsabilidad” por el PRD. El presidente de ese partido en el DF, C. Manuel Oropeza, pidió a la Comisión Política Nacional el retiro de la candidatura de Escamilla pues le significaba “una afectación ética” al partido. Hasta el presidente nacional, Jesús Zambrano, dijo que la candidatura era “insostenible” y aseguró que Escamilla declinaría el cargo.

Y no ha sido así. Ni el Sr. Escamilla renunció a su candidatura ni el PRD lo despojó de ella. Ganó la elección y acudió a recoger su “constancia de mayoría” rodeado de guardaespaldas y un gracioso cuerpo de bailarinas (entre las que había menores de edad). Pronto, el Sr. Escamilla culiatornillará en la Asamblea, vivirá tres años del erario, disfrutará (faltaba más) de ese mullido y anacrónico fuero que inmuniza a los legisladores de las mismas leyes que producen y –es conjeturable– tomará parte activa en la contratación de nuevas empleadas…

Ante la bochornosa evidencia, algunas señoras legisladoras del PRI han iniciado querella ante la Comisión de Derechos Humanos del DF por acoso sexual contra el Sr. Escamilla; acusan al PRD de encubrir a un delincuente, y apelan a una nueva ley que lucha contra la “trata de personas” que se persigue de oficio.

Tienen razón, por más que se halle afectada por el interés político. Incomoda que haya un legislador con estos hábitos, intocable, impune. Irrita que los impuestos se utilicen para pagar las dietas de un señor que, en los hechos, ha probado carecer de escrúpulos en un asunto crucial de nuestra temblorosa democracia cotidiana: el derecho de las mujeres a ser tratadas con igualdad y dignidad.

Por eso firmé la petición que circula en Internet dirigida a Marcelo Ebrard, Miguel Mancera, Manuel Oropeza y Jesús Zambrano, exigiéndoles que intervengan en el asunto, y que se ubica en esta dirección: http://www.gopetition.com/petitions/contra-el-diputado-electo-rubén-escamilla.html

Aún es tiempo. 

(Publicado previamente en El Universal)

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Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.


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