El mamotreto

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Retomamos el hilo y regresamos a los diarios. Es el fin de los años sesenta y principios de los setenta. El cuaderno del diario aumenta de páginas y se convierte, como lo llama el propio Salvador Elizondo, en el mamotreto: ya no hay cuadernos individuales, ahora uno solo para todo. Elizondo se vuelca en el cuaderno con más ahínco que nunca y escribe cerca de cuatro mil cuartillas entre 1967 y 1971. En ellas se mezclan sentimientos, ideas, opiniones, textos de ficción, poemas, crucigramas, invenciones de palabras, además de que comenta sus lecturas, pega las cartas que recibe y narra su vida cotidiana.

Hemos decidido seleccionar esta vez fragmentos en los que se filtran los ecos de la historia –a los que no escapa el escritor en estos años–, su relación con otros escritores, sus referencias literarias y algunos momentos de su vida diaria.

Es una síntesis que, como en un flash back y a manera de destellos instantáneos, dispara nuestra atención hacia ciertas páginas sólo para darnos una idea del sentido que cobra la noción del mamotreto en el caso de Elizondo.

– Paulina Lavista

 

 

 

1967

30-VIII-67. Por la tarde me siento a escribir. Pienso que este momento debe perdurar. Es perfecto. Miro la foto de Pound. Artífice. Esencialmente un artífice como Joyce. Pavese es un autor que siempre es tan aburrido como uno se imagina. ¡Qué espléndida la cabeza de Pound! Es quizá el rostro de poeta más bello que ha habido desde Rimbaud o Rossetti. Manifiestan la herencia de una gran tradición corporativa. Dante también. Por primera vez estoy enamorado de la vida. Aspiro a ese artesanato. Tocan el Cuarteto 1913 de Ives. Maravilloso. Tout à fait moderne.

Nueva Delhi, a 13 de diciembre de 1967.

 

Querido Salvador:

Me alegra que te haya gustado lo que digo sobre ti en la entrevista con Carlos Monsiváis. Por cierto, hay una errata: yo no dije memoria sino ceremonia. Sobre lo de la Guggenheim: Con gusto daré mi opinión (por supuesto totalmente favorable). Sin embargo, debo advertirte que, antes que tú, otro escritor mexicano, al que también estimo mucho, me había pedido lo mismo. Pero no te preocupes: la Guggenheim acepta que uno opine favorablemente sobre dos o tres escritores.

Marie-José y yo recordamos con nostalgia el encuentro con ustedes en casa de Leonora.

Un saludo afectuoso,

Octavio [Paz]

 

1968

Nueva Delhi, a 9 de abril de 1968.

 

Querido Salvador:

Me alegra que estés en Europa. Me deslumbra tu idea de aprender el alemán e internarte en los dédalos de la filosofía. Algo que yo quise hacer y que nunca realicé. No sé si en Alemania todavía existe lo que se llama filosofía, aunque sin duda es el país más rico en tradiciones filosóficas. En realidad, no sé si la filosofía tenga un sitio en el mundo moderno. Lo tienen la lógica, la ciencia y, así sea como actividad privada, la poesía. Me responderás, con razón, que el tema de la muerte de la filosofía es un tema filosófico…

Desde luego que escribiré el prólogo. Lo único que me inquieta es la fecha. Por el momento, no podría hacerlo. Debo terminar antes otras cosas urgentes y que me había comprometido a entregar hace más de dos meses. Pero creo que podría enviar mi texto a García Cantú a fines de junio. ¿Te conviene la fecha? Si es así, dile a García Cantú que me escriba.

Un abrazo,

Octavio [Paz]

 

P.D. Ya envié la carta a la Guggenheim… Tu juicio sobre Blanco me anima. ¿Qué escribes ahora?

 

 

rue Payenne 11, París (3º), 22 de abril de 1968.

 

Muchas gracias, querido Salvador Elizondo, por su carta desde Alemania. Leí El hipogeo secreto con una especie de fascinación del alma; lo leí sin añadir una palabra (¡lo que, en francés, me ocurre escasamente!), y no sin dificultad a veces, pero con una admiración constante por la organización y la filosofía del relato de usted, lo mismo que por su bello lenguaje, a un tiempo casi hermético y hondamente denso y sensual. Es un libro espléndido, sin duda alguna, como un relámpago que no se apaga y cuyo ardor perdura, mediante juegos de espejos que usted transforma al infinito sujetos a un orden inmutable. Bona lo está leyendo ahora, con mucha admiración también. Cuando termine, depositaré el manuscrito en las oficinas de Gallimard, en un paquete a nombre de Roger Caillois.

Necesito todavía decirle que desde hace mucho tiempo no me topaba con alguien tan interesante ni que me entusiasmara tanto como usted. Su obra es algo en lo que cifro una apasionada esperanza. Cuando volvamos a vernos, espero que hablemos mucho más y que nos conozcamos mejor. Mientras eso sucede, le envío mis muy amistosos recuerdos,

 

André Pieyre de Mandiargues

 

(Por supuesto que he dado sobre usted los mejores informes a la gente de la Fundación Guggenheim. Pensando en ellos, que no son sino máquinas a sueldo, ¡que viertan su oro y sus cheques bancarios a los pies de usted!)

[Traducción de Juan Puig]

 

Sábado 3 de agosto de 1968. Por fin instalado en mi departamento. Avenida México 87-7. Colonia Hipódromo. Vivo a unos pasos de María Luisa. Sólo tengo que cruzar el parque para llegar a donde ella vive. Me siento en manos de un destino que me halaga. Se va acrisolando esta emoción magnífica. La conciencia de la tarde todo lo subyuga. Pero es que esa emoción es la conciencia misma que la conoce por tal. Se despierta esa sed de contacto con la naturaleza. Indicio muy claro acerca del carácter perfectamente definido que tienen nuestras pasiones según sea la edad en que las sufrimos. Esa sed de conocimiento y de contacto con la naturaleza: indicio de madurez. Se perfila el carácter esencialmente sedentario del escritor, cuando menos necesariamente después de haber adquirido un conocimiento del mundo que concuerde exactamente con las palabras que poseemos para expresarlo.

 

Miércoles 28 de agosto de 1968. Un día muy extraño. Ayer fui a la manifestación de los estudiantes. Muy interesante. Pero más interesante es ver a los espectadores desde un punto de vista móvil. Todos tenían miradas graves; menos los comunistas. Casi todos estaban entre el público. Saludé a mucha gente conocida entre el público: a Archibaldo Burns, a la China Mendoza que me felicitó por desfilar (a gritos, por supuesto). Los litterati no estaban. Bernardo Giner de los Ríos interpeló en una esquina a las “muchedumbres” y Villoro iba del brazo de una muchacha sonriente y pseudo-optimista por supuesto. Si yo sustentara las mismas ideas que Villoro, nunca sonreiría, o si fuera sacerdote tampoco sonreiría. […]

 

Domingo 22 de septiembre de 1968. El movimiento estudiantil está cobrando momentum. Ambas partes están ya demasiado comprometidas como para echar marcha atrás. Yo creo que las Olimpiadas no se celebrarán y si se celebran será el gobierno el que salga perdiendo con ello. En este caso yo creo que el gobierno tiene la batalla perdida de cualquier manera. Anoche un militar mató a dos granaderos y yo creo que ya toda la clase media está de parte de los estudiantes. La clase media es la que hace las revoluciones siempre. Como en Rusia.

 

Lunes 23 de septiembre de 1968. Por la tarde, a una manifestación en San Ángel. Primer encuentro en mi vida con el fuego de las armas. Los pequeños líderes están desvirtuando la pureza del movimiento encauzándolo por direcciones de tipo de política interna. Si el movimiento se distrae con Barros Sierra habrá perdido toda su fuerza destructora. Si la manifestación de hoy en la tarde hubiera continuado por Insurgentes hacia el Zócalo en lugar de desviarse hacia la casa del rector, en el Zócalo hubiera habido una apoteosis si no es que una matanza terrible de estudiantes. En resumen, creo que el movimiento estudiantil original está perdiendo fuerza. […]

 

Martes 24 de septiembre de 1968. El Politécnico fue ocupado por el ejército esta madrugada después de una batalla que duró doce horas. Unos obreros trataron de tomar un ingenio azucarero y ese fue ocupado por el ejército. Hoy en la mañana vino a verme Montes de Oca para decirme que al encargado de la revista del Pen Club lo habían herido en la Universidad y que el ejército había confiscado sus papeles, entre los que estaba La puta de Nápoles.

Ese relato tiene una especie de maleficio. Luego viene Juan Guerrero a decirme que el lunes empieza la filmación de Narda o el verano en Acapulco, así es que estaré allá durante la filmación. Iré a ver a Sofía. Mientras tanto tengo que revisar todo el guión de aquí al sábado. Hay que corregir prácticamente todo.

 

31 de diciembre de 1968. Ya se acabó este año tan agitado y tan extraño. Estoy oyendo las sonatas de Brahms que me regaló María Luisa. Hoy pienso bastante en ella porque como que este año ha estado colmado de ella, que es una mujer tan maravillosa. Pero así como empieza el año empieza el nuevo amor que yo voy descubriendo en la presencia de Paulina. Los detalles de este amor constan en el cuaderno negro.

 

1969

1º de enero de 1969. Paso el día con Paulina. A partir de mañana me pondré a trabajar. Ahora estoy solo en mi casa. Solo con Bruno, mi perro. Estoy escuchando el cuarteto de Borodin y tomando coñac. Hoy vi en el último número de Diálogos una nota muy elogiosa para El hipogeo secreto, diciendo que es la novela más importante del año pasado. Yo no creo que sea la más importante sino la única. Ayer pasé el fin de año en casa de Raúl Lavista con Paulina. Por la tarde le mandé una nota a María Luisa deseándole feliz año nuevo.

 

12-ii-69. Ayer le enseñé a Paulina lo que es la sección áurea. Yo creo que es la primera vez en mi vida que le he enseñado algo a alguien. […]

Necesito concentrarme. Mis sentimientos me distraen demasiado. ¿Qué haría yo si en este momento oyera que una mujer daba gritos pidiendo auxilio en uno de los departamentos de junto? Esta es una época extraña de mi vida. No la entiendo bien. Creo que es una época muy creativa pero muy difícil en ese orden. Por la tarde, como es sábado, hemos ido de compras al centro Paulina y yo; toda mi vida había soñado con hacer eso, así, exactamente como lo hicimos esta tarde. Primero Paulina se compró una caja con los cuerpos sólidos. Más bonita que la mía. Ahora, desde ayer, le entusiasma la geometría. Luego fuimos a la calle Motolinía a una tienda de aparatos de medicina y de laboratorio y yo compré una retorta y unos frascos con tapón esmerilado y una campanilla de alcohol. Pienso hacer alguna destilación. Luego fuimos a comer a La Ópera. Paulina nunca había ido. Luego fuimos a la calle 16 de Septiembre y compramos muchas cosas en una papelería. Mañana iremos a La Lagunilla. Quiero comprar una prensa de tórculo de bolas y unos bisturís para hacer los collages que le prometí a Paulina. Esa disciplina siempre me ha permitido concentrarme en otro trabajo. Como cuando estaba escribiendo Farabeuf.

 

Jueves 13 de marzo de 1969. Casi todo el día dedicado a la compra de libros. Consigo algunas cosas magníficas. El tratado de cetrería de López de Ayala, obras de Duns Scoto, una edición bilingüe de la Vita nuova, traducida por Bonifaz Nuño, unas obras completas de Dante con la Commedia bilingüe y también unas obras completas de San Juan de la Cruz.

¿Por qué Dante no ha sido canonizado y San Juan de la Cruz sí? Estoy escribiendo una cosa que puede ser interesante. Es un cuento que pasa en la región del Bardo Thodol. Ahora estoy leyendo el libro de David-Néel. Terminé de leer Trayectoria de Goethe de Alfonso Reyes; un libro espléndido.

 

Sábado 12 de julio. Me trae Gironella por la noche el libro de ensayos de Sarduy donde hay un espléndido texto sobre el Farabeuf. Tengo que escribirle.

 

Lunes 21-vii-69. Ayer fue un día lleno de cosas. Por la mañana a la distribution de prix de Mariana. Sacó medalla de plata, pero se puso triste porque ella creía que era segundo lugar y en realidad fue 5º. Tuvo 2 premios y 5 accesit. Es una niña maravillosa, igual que Pía. Luego pasamos toda la tarde Paulina y yo viendo la tv para ver el alunizaje del que hicimos muchas fotografías pues voy a hacer un fotografopoema, es decir, un poema en que cada estrofa sea un pie de fotografía. Apagamos el sonido de la tele para no oír las explicaciones de los “licenciados” y entonces todo fue como una danza muy misteriosa –la danza de Apolo en honor de Selene. Ahora, después de esto no sé muy bien cómo voy a seguir escribiendo el ensayo para la exposición de Góngora. Hoy en la mañana vino a verme, mientras me estaba bañando, Esther Seligson. Pero no oí el timbre y sólo me dejó un recado debajo de la puerta. Me hubiera gustado verla. […]

Medito acerca de la llegada de los hombres a la luna. Crisis del idealismo. Fin del cristianismo. Retorno de los dioses griegos. Fin del comunismo. ¿Es esto la más grande proeza? Yo creo que hay que pensar mucho acerca de esto. Es tal vez el fin del artista. El dios de la libertad está en la mirada de Apolo.

 

Septiembre 1-IX-69. Hoy en la mañana regresamos de Guanajuato donde hemos pasado el fin de semana porque Paulina tenía que hacer unas fotos de los ensayos de La Celestina. Estoy deslumbrado por la belleza de esa ciudad. Mientras paseaba por esas calles tomando fotografías con Paulina he sentido deseos irrefrenables de volver a pintar y aunque cuando lo hacía toda mi inspiración se centraba en el dibujo, sólo ahora he sentido el impacto brutal del color. Creo que este fin de semana volveré para hacer unas acuarelas. El viaje de regreso en tren fue maravilloso.

 

3-IX-69. Hoy en la mañana mi clase en la universidad. Esta vez hablé de mi tío Enrique. Estuvo bastante bien, aunque los alumnos no son muy listos. Mañana (la próxima será sobre José Juan Tablada, un poeta que está cobrando eminencia gracias a que Paz lo sacó del olvido). Por la tarde al Centro de Escritores. Nada importante. Rulfo regresó del congreso de escritores en Chile. Puras estupideces todo lo que pasó allí. Ahora acaba de pasar mi programa sobre La cruzada de los niños. Salió bastante bien. […]

 

9-XI-69. I wonder who is dreaming me? A comer con Gironella. Está siendo devorado por una pasión demencial. Está destruyendo todo lo que toca. Por la tarde en casa de Paulina. Estoy enamorado de ella. Es maravilloso. Ella es la libertad. Hoy se lo dije. No estoy equivocado. Es la única mujer a la que he defendido a puñetazos. Ayer o antier, en Sanborns. Esto es fantástico. Nunca me lo hubiera esperado de mí. Nunca había sido feliz con una mujer. Solamente con Paulina. Tema para un ensayo: ¿por qué Alfonso Reyes no era cristiano? Cómo va creciendo su estatura en mi panorama de la literatura contemporánea. Sí, como González Martínez, muy definitivamente los más universales de nuestros autores. La poesía en castellano del siglo xx se ha hecho, con excepción de Juan Ramón (Cernuda, sí), en México. Es la primera vez, yo creo, que escribo esa palabra. ¿Quién hay –o qué hay, en dónde– de la dimensión de Muerte sin fin? Unamuno. Pero Unamuno es un poeta académico. Los sueños de Bernardo Ortiz de Montellano. La primera Elegía romana de egr. Algunos sonetos de Placencia y de Pagaza. Uno o dos hai kais místicos de Ponce. Estos últimos los leí en mi clase de poesía. Me entusiasmé mucho. ¿Por qué nuestros grandes poetas siempre han sido católicos fervientes? Hay una leyenda acerca de Ponce. Que era un whiskey priest como los de Graham Greene. Sería maravilloso que lo fuera. Me pregunto si la catolicidad es un requisito de acceso a la poesía. El bellísimo soneto de Placencia sobre la red del Cristo Pescador o del Pecador Pescador de Cristo. Concha Urquiza. Hoy ha sido un domingo feliz. El Canto a un dios mineral de Cuesta. Demasiada inteligencia. Rojos inusitados de sulfato de cobre. […]

 

3-I-69. Por la mañana. Veracruz. Hoy nos iremos a México después que compongan el automóvil que está mal de la batería. El Hotel Mocambo es bastante malo. Está totalmente abandonado. Habla balbuciente de los días de 1940. No está mal regresar a casa ya. Dentro de dos años habré cumplido cuarenta. No sé si deba casarme para entonces.

Las Meninas es el interior de una camera obscura. El péndulo de Foucault. Título para un ensayo sobre literatura. Acerca de la omnipresencia del elemento central. La gravedad literaria. […]

Más tarde. Estoy solo. Paulina ha ido al puerto a componer el coche. Acabo de regresar de la playa. Día nublado y con viento. Casi no había bañistas. Estuve paseando solo a la orilla del mar. La arena llevada por la ráfaga formaba diseños vertiginosos sobre la playa mojada. Estaba entrando un gran barco carguero en el puerto. Estuve pensando en la necesidad que existe de rechazar todo principio cristiano para poder ser feliz. Pero para eso es necesario analizar detenidamente cuál es el residuo ético que queda después de haber rechazado las nociones de bien y de mal sin haberlas sustituido por principios equivalentes. Me sentí por un momento como J. Alfred Prufrock paseando por la playa con sus pantalones de franela enrollados. De mí también pueden decir las mujeres que vienen y van por la habitación hablando de Miguel Ángel –“how his hair is growing thin…”. Ya es la 1:30 y Paulina no regresa. Me pregunto en qué medida estoy inventan-
do realmente un nuevo sistema. ¿Un nuevo sistema de qué? […]

 

1970

México, enero primero de 1970

 

Querido y admirado Salvador:

Como verás por mi renuncia oficial a la beca del CME, mañana me voy por tres meses a Vancouver pero no sin agradecerte todas tus atenciones y rogarte (a) que me despidas de mis compañeros, (b) que entregues por favor a J.A. Montiel su libro de cuentos, le digas que lo leí con mucho interés y espero a mi regreso leer otros textos suyos como “El alpinista” y “La palanca sorda”. Los demás me parece que revelan talento de escritor pero son meras transcripciones de la realidad, sin la menor elaboración artística. Montiel posee por naturaleza la capacidad de transformar la experiencia vivida en otra cosa pero –como todos– tendrá que escribir y leer mucho.

Muchas gracias y hasta pronto. Un abrazo de tu amigo y lector

José Emilio [Pacheco]

 

4 de enero de 1970. 2:30 a.m. Por fin en casa después de un viaje cansado desde Veracruz. Nos detuvimos en Jalapa. Lloviznaba como siempre. Dimos una vuelta por el jardín. En Puebla nos detuvimos a tomar un café. En casa todo en orden. Encuentro cartas de Hermann y Wilma, de mis hijas, de María Luisa. Un buen fin de viaje. Ahora a trabajar. Hay que terminar ese libro muy pronto. Ahora conviene trabajar lo más que se pueda. Mi juicio sobre este año que acaba de pasar. Creo que nunca había sido tan feliz tanto tiempo ininterrumpidamente. Creo que toda la felicidad que he tenido este año se la debo a ella. No me puedo quejar desde el punto de vista del trabajo. Aunque los planes que se hacen pocas veces se realizan, hay que tener en cuenta que ahora las cosas cuestan más trabajo. Este año ya he tenido enfermedades y sin embargo salieron dos libros míos aparte de otras muchas cosas que hice de ninguna de las cuales me arrepiento. Quisiera haber hecho más –sobre todo más las paces con la gente. Mi convicción es que inmediatamente después de la muerte la conciencia deviene espectatriz de un drama de anagnórisis pura; un drama de puro reconocimiento. I suffer very little. No hay que moverse. No hay que atraer la atención de los dioses. Aquí termina este cuaderno escrito con ahínco a lo largo del año de 1969. Acabo de regresar de un bello viaje en compañía de Paulina. Creo que finalmente con ella he descubierto el placer de viajar. Ahora tengo que descubrir el placer de trabajar. Mi vida tiene que ir siendo más perfecta cada vez. Tengo el proyecto de incorporar La República de Caoba como una idea dentro del Robinson. Que ese sea el gran proyecto fallido que la agonía del fin del mundo encubría. Robinson prepara su muerte como si esta fuera una ceremonia.

 

Lunes 26 de octubre de 1970. Yo creo que hoy es el día que más he trabajado en mi vida. Son las 11 de la noche y ya me metí en la cama. Ando trabajando desde las 9 de la mañana. Primero dos clases seguidas en la UNAM, luego entrevista con un periodista para Excelsior, luego sesión de fotos para la revista Dos, luego una comida populosa de las “gentes del medio artístico y cultural” de México en casa de Peláez en honor de Tamayo. Vi a muchas gentes que hacía mucho que no veía y a muchas que hacía muy poco que había visto. Luego al Centro de Escritores, luego al Taller de ensayo y finalmente aquí. Todavía tengo que estudiar mi clase de mañana y preparar la primera conferencia de mi curso que es mañana por la noche.

 

Viernes 20 de noviembre. Ya están aquí mis hijas. Esta noche viajo a Zacatecas, que no me hace mucha gracia. La cena de Antonio España estuvo deleitosa. Hubo champagne y todo eso. Éramos los únicos invitados. Todas esas cosas de la conferencia y la vida literaria me vuelven irritable y me sacan de quicio. Ya quisiera mandar todas esas cosas a la chingada.

Más tarde. En el tren rumbo a Zacatecas. Después de una aburridísima cena en la que Juan Rulfo habló sobre pueblos y gentes de México que nadie conoce. Luego a tomar copas. José Emilio acepta mi observación sobre San Jerónimo en el poema de Rafael López a Ruelas. Rosario está transformada. Creo que su separación le ha probado bien. Una mujer enigmática. Los trenes aquí son muy buenos. Me asombra la prodigiosa manipulación del concepto de economía en el diseño de estos carros del Pullman. Son prácticamente perfectos y yo viviría para siempre en un gabinete de ferrocarril. Juan Rulfo es sumamente aburrido a veces. Todas las demás gentes que vienen en este grupo son desconocidos. A ver qué tal resulta esto de Zacatecas. Es la primera vez que voy realmente al interior de mi patria.

Vamos pasando por unos oscuros pueblos mexicanos del centro. Como si en ellos se concentrara un máximo de sombras grises sobre las superficies cuadrangulares de los muros de adobe de los pueblos. Siento muy arraigada la vocación de escritor en esta circunstancia particular en la que estoy ahora, aquí en el tren, viendo a través de la ventanilla ese paisaje. Pero siento también la necesidad de estimularme. Una de las señoras que vienen con nosotros me confundió con Rulfo. José Emilio me aconsejó que le siguiera la broma, pero en eso llegó Rulfo.

 

Sábado 21 de noviembre (Zacatecas). Apenas acabamos de llegar al hotel desde donde se ve toda la ciudad que está como Guanajuato en una cañada pero más amplia dominada por el cerro de la Bufa, algo verdaderamente imponente con un observatorio estilo fin de siècle en la cima. La ciudad es de un color rosa grisáceo y lo más impresionante es el silencio que reina aquí. La limpidez de la atmósfera es algo fantástico. El paisaje en el camino, visto desde el amanecer por la ventanilla del tren, está compuesto de grandes planicies. Es la primera vez en mi vida que voy conociendo este que podría ser el paisaje esencial de México. Esta tarde iré a pasear solo por la ciudad. Allí viene Rulfo. Suena una campana a lo lejos. Hace dos años que no oigo campanas de iglesia. Recuerdo en Dulken el repiqueteo de las horas desde la torre de la iglesia que estaba frente a mi cuarto arriba del delicatessen. Debe haber buenos instrumentos de mecánica y minería en las tiendas de viejo de aquí. Se ama verdaderamente a alguien a quien no se le puede traicionar de ninguna manera. Creo por eso que en esa medida amo a Paulina. Cada vez me resisto más a creer que ella pudiera algún día tener una imagen innoble de mí.

Juzgaré la ciudad en función de la comprobación de un mito familiar “Zacatecas”. Hay una rama de la familia que proviene de aquí. Recuerdo que mi papá me ha contado que cuando era muy joven hizo un viaje a Zacatecas para visitar a alguien de la familia.

Más tarde. Por la tarde fui a dar un paseo a pie por esta bellísima y tristísima ciudad. Aquí toda la gente es blanca. Es una ciudad, como Guanajuato, eminentemente abocada a las efusiones arquitectónicas; paseo por las calles, veo todos los lugares aunque no sepa sus nombres. Es una de las ciudades que más me han gustado en la vida. Toda la gente aquí es “decente”. El color rosa de la cantera se vuelve como de sangre a veces. Las mujeres ven la sangre y la tocan mucho más frecuentemente que los hombres. Seis días de cada mes sangran. Más tarde vamos a la presentación de la universidad que resulta bastante bien pues los asistentes, especialmente los jóvenes, están despertando hacia la poesía.

Esta es la única ciudad donde hay jóvenes que todavía están por el ideal clásico. El licenciado Almanza que tiene verborrea hace una presentación “romántica” de nosotros. Las mujeres aquí todas tienen una cierta belleza inefable: no son gordas, ni chaparras, ni prietas. Se ve de inmediato que ahora este es un estado muy pobre y atrasado, pero que resurgirá. Esta es la única ciudad completamente europea que he encontrado en México.

 

Domingo 22 [de noviembre]. Al fin en la cama del Pullman rumbo a México. Son las 10.30 p.m. y lo único que siento definitivamente es que vamos en la dirección contraria en la que veníamos. Muy evidentemente percibido, como si uno tuviera una conciencia innata de los puntos cardinales. Rumbo a una conferencia, rumbo a una exposición que es de mi responsabilidad. Una escuela de diseño que se llamará el estilo Pullman. […] La noche muy oscura. No se ve el horizonte de montañas o de estepas.

El Rashomon de la experiencia. Satisfacción plena por este viaje tan rápido. Comprobación del enunciado lopezvelardiano. Una comarca eminentemente criolla. Raza blanca –la más dorada de las razas blancas. Nunca había sentido la influencia de España, en la medida en que la influencia de España pudo ser la influencia de Europa, tanto como en esta ciudad en la que creo que tengo antepasados.

El teatro de Zacatecas era obra de mi tío Julio, que lo había concebido en el más puro modelo clásico. Un rasgo que ahora admiro mucho de él y por el que durante mucho tiempo lo desprecié culturalmente. Había un fundamento de clasicismo en la familia Pani-Elizondo que provenía de este paisaje absolutamente perfecto.

Hoy en la mañana visitamos el convento de Sto. Domingo. Un patio prodigioso. Esta ciudad y tal vez toda esta nación encierra la clave de un misterio arquitectónico. La fachada de la catedral de aquí (Zacatecas) es no una cosa demencial, sino punto menos que eso (abolir el énfasis en el castellano escrito). Trazar una clara diferencia entre las tres lenguas que tenemos: la hablada, la escrita y la pensada. Siempre tenerlo presente. […]

 

1971

Sábado 5-vi-71. Hoy fuimos a comer a casa de Helen Escobedo con Octavio Paz y con Xirau. Los invitados tuvimos que cooperarnos para comprar la comida. Me encarga Xirau ahora un artículo sobre el pasado. Creo que haré una especie de Pao Cheng strikes again. También me dijo Octavio que lo de la revista ya está en marcha y que yo seré del comité de redacción. Le propuse que formáramos un pool de escritores para que nos paguen cien pesos por cuartilla.

Me basta con que sean ideas. No me importa si son originales.

 

Jueves 10 de junio. Hoy era la lectura de Octavio Paz en la Universidad. Fuimos pero no hubo lectura porque parece ser que hubo un choque entre la policía y los estudiantes. Se suspendió y nos fuimos todos a casa de Carlos Fuentes a tomar una copa.

 

Viernes 11. Hablo por teléfono con Montes de Oca. Leo el Excelsior. Parece que estuvo dura la cosa ayer. Sturmabteilungen [fuerzas de asalto]. La Universidad inactiva o cerrada; no sé. No me importa. Hoy en la noche viene a cenar Lucinda Urrusti. I am looking forward. Pero lo que me interesa ahora es poder obtener el poema del que nazcan poemas.

 

Querido Salvador:

Me alegra haber afirmado desde tu primer libro que eras un gran escritor porque lo has ido confirmando paso a paso. Muy hermosos los textos de la nueva Gaceta y cada vez más en su punto los artículos de Excelsior cuyos problemas de ajuste mental al “periodismo” te veo ir superando. Tú eres un buen escritor de cartas. Probémoslo (Emb. de México, 21 Vassilissis Sofias, Atenas 138, Grecia). Y un abrazo,de José Luis [Martínez]

 

Martes 9-xi-71. Por la noche, ya en la cama. […] Hoy fue mi primera clase sobre Valéry en el cursillo de la Facultad de Filosofía. A pesar de que me costó muchísimo trabajo, creo que salió bastante bien. El salón estaba absolutamente atestado. Había muchas mujeres. Una presencia significativa: la de Pepita Gomís –todo el tiempo me estuvo hablando con la mirada– me estuvo recordando que nos habíamos conocido en una conferencia mía –hace diez años. Ahora estoy a la expectativa de mañana que es lo de Gorostiza, a ver qué tal sale. No se puede saber nada de antemano. ¿Antemano es o sería lo mismo que a priori? Terminé muy cansado. Paulina me preparó un maravilloso baño y ahora a dormir.

 

Miércoles 10. No fui a dar mi clase porque con el baño que me di anoche me reanimé tanto, aparte de un bouvril que me dio Paulina, que no pude dormir en toda la noche y hoy no me pude levantar temprano. Salió un gran anuncio del homenaje a Gorostiza en el Excelsior, con nuestras fotos –de Gorostiza, de Pilar y mía–, pero con un encabezado estúpido. En fin. Fui a grabar lo que voy a decir hoy en la noche; pasará después que ya lo haya leído en el homenaje.

 

Jueves 11 de noviembre. Anoche fue el homenaje a Gorostiza en la librería del Fondo. Fue un tumulto. Las gentes no cupieron y estaban paradas hasta en la calle. Fueron absolutamente todas las mujeres que conozco. Todo salió bien. Fue todo un éxito. Me acaba de hablar Lucinda. Julio Alejandro me dijo después de la conferencia: “Gracias por haberle devuelto su inocencia…” Se refería a Muerte sin fin.

 

Domingo 14 de noviembre de 1971. […] Mañana sale “Mnemothreptos” en Plural. Creo que va a ser mi primer magno fracaso. Está bien. Ahora lo que necesito es fracasar en algo para dar un paso adelante en la escritura. Siempre acabo haciendo un retrato de Valéry –como hoy– en el cuaderno donde hago las notas para mi curso. Nunca he tenido tanta curiosidad por saber cómo reacciona la gente ante una obra literaria. Creo que voy en buena compañía en este número, con Ulalume y con Cuevas et al. En fin. A ver qué pasa. […]

Comemos hoy tunas xoconochtles con un chisguete de chipotle del Búfalo. ~

 

 

DICCIONARIO

Amariguanos. Se da este nombre a los habitantes de la isla de Amarigua.

Clepsidrante. Como lácrimamente pero con absoluta regularidad en un movimiento intermitente. Ej. El paso clepsidrante de los fusileros en trooping the colours.

Contrasgo. Especie de fantasma o anti-hombre.

Contrasigo. Contrario de consigo. ¿Sería tautológico o contradictorio decir: “Cometió selfamia contrasigo”?

Escriotástica. Ciencia todavía desconocida.

Escriotística. Técnica mágica de desciframiento de las huellas del escroto impresas en una tarjeta de visita.

Escrítica. Ciencia de la escritura.

Escrótica. Ciencia mántica de la observación del escroto humano. Se diferencia de la Tauroescrótica: ciencia ambigua.

Escrotística. Ciencia de saber si el escroto desecado en que guardo monedas de cobre de cinco centavos es el de un toro o de un buey.

Escrotocrítica. Ciencia de la apreciación de escrotos. O ciencia del análisis de las características individuales que las fisuras o arrugas del escroto humano revelan. El equivalente estrepiernal de la dactilografía.

Hipotecpan. Localidad de México.

Hipotrasgo. Contrasgo con forma de caballo o relacionado con el culto al caballo que en la isla de Phainos rendían los primigenios.

Lácrimamente. Con cierta intermitencia, no muy regular. Sin. Clepsidrálicamente o cuasiclepsídricamente. Lacrimantemente.

Lacrimentosa. Se dice de ciertas situaciones en la vida que inducen esta excrecencia.

Mangósterton. Personaje de una leyenda que todavía no se ha originado. Me gusta mucho este nombre para el Cuadratón Rojo.

Ooóntico. Relativo a la existencia in ovum o al ser ovular.

Plectrar. Pulsar la lira. Autoridad yo. Te plectro cuerdas graves grises larvas de las lígnidas liras del arco con que marco el surco de la grave cuerda de la viola con la voz de los grises y graves recuerdos del carajo del burro.

Selfamia. La infamia contra sí. El ejercicio de la infamia contrasigo.

Ultimadamadremente. ~

 

 

 

 

 

Recopilado de distintas entradas de los cuadernos de Salvador Elizondo.

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(ciudad de México, 1932-2006), ensayista, narrador, poeta y traductor, es un clásico de las letras mexicanas del siglo XX.


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