En mรกs de una escena de la pelรญcula Unknown Pleasures (2002), dos adolescentes —un chico con el fleco en la cara y su novia vestida a la รบltima moda— caminan sin rumbo en las calles deterioradas de una ciudad industrial de la Repรบblica Popular China. No tienen ocupaciรณn y no muestran interรฉs en nada. Su problema —y asรญ lo explica el director Jia Zhang-ke, de 33 aรฑos, considerado por mucho el mejor director chino de su generaciรณn— es que carecen de aspiraciones y de confianza en el futuro a largo plazo. Saben, simplemente, que no tienen posibilidad de hacer dinero o de sobresalir. Nacidos en la dรฉcada de los ochenta, son los hijos de las reformas econรณmicas instauradas por Deng Xiaoping para sepultar los estragos de la Revoluciรณn Cultural. Segรบn el director Jia Zhang-ke, los sentimientos de soledad y alienaciรณn experimentados por la juventud de su paรญs son el cambio mรกs radical en la sociedad china reciente. En relaciรณn con el daรฑo causado al espรญritu de una sociedad y a su nivel de bienestar, Zhang-ke compara el fracaso de la modernizaciรณn econรณmica con el de la Revoluciรณn Cultural.
Esta pelรญcula, al igual que las anteriores del mismo director, no puede ser vista en China si no es en copias pirata adquiridas en el mercado negro. No han sido aprobadas por el Burรณ de Censura, como casi ninguna pelรญcula china de producciรณn independiente, la mayorรญa de ellas de directores jรณvenes pertenecientes a la llamada Sexta Generaciรณn.* Cuando en 2003 se exhibiรณ en Cannes la pelรญcula All Tomorrow's Parties del director Yu Lik Wai (amigo de Jia Zhang-ke y su fotรณgrafo habitual), el gobierno chino prohibiรณ al director hacer mรกs pelรญculas en su propio paรญs.
Tanto All Tomorrow's Parties (una fรกbula distรณpica sobre el futuro de China) como The World, la pelรญcula mรกs reciente de su colega Jia Zhang-ke (sobre un parque temรกtico con ciudades en escala en donde "se es capaz de ver el mundo sin necesidad de dejar Pekรญn"), asรญ como el documental Al este de las vรญas de Wang Bing (una crรณnica de nueve horas, desoladora pero no efectista, del desmantelamiento de una fรกbrica fundidora y sus consecuencias en la poblaciรณn trabajadora de la ciudad industrial), serรกn exhibidas en la ciudad de Mรฉxico en el marco del 20 Festival Internacional de Cine Contemporรกneo. Son ejemplos del cine chino reciente que convive con otras corrientes mรกs vistosas y masivas —los gรฉneros fantรกsticos y de artes marciales—, en los que se insertan la popular Crouching Tigger, Hidden Dragon (Ang Lee, 2000) y las hiperestilizadas Hero y House of Flying Daggers, ambas fuente de opiniones encontradas sobre la mercantilizaciรณn del cine oriental, el predominio total de la forma sobre el fondo y, en รบltima instancia, la evoluciรณn radical de su director, Zhang Yimou, a quien la Revoluciรณn Cultural obligรณ a interrumpir sus estudios a los diecisรฉis aรฑos para trabajar en el campo, y quien luego se erigirรญa en uno de los representantes mรกs combatientes de la de por sรญ combatiente Quinta Generaciรณn. Esto es, el grupo de directores chinos que a principios de los ochenta emergiรณ como primera generaciรณn egresada de la Escuela de Cine de Pekรญn (clausurada durante diez aรฑos y reabierta en 1978), y que se considera el parteaguas que inaugura la cinematografรญa china de reconocimiento internacional.
Respaldados por un productor y un estudio asignado para ellos, y amparados por el espรญritu de apertura y tolerancia posteriores al fin del rรฉgimen maoรญsta, los directores de la Quinta Generaciรณn —Zhang Yimou, Chen Kaige y Huan Jianxin, entre los mรกs destacados— filmaron pelรญculas que condenaban la Revoluciรณn Cultural y que, ademรกs de recolectar premios en festivales extranjeros, gozaban de aceptaciรณn local. Esto hasta 1989, el aรฑo de la matanza de Tiananmen, cuando cuatro directores de la Quinta Generaciรณn fueron arrestados y la cabeza del estudio que los congregaba condenรณ pรบblicamente la represiรณn del gobierno. Al aรฑo siguiente, el encargado del Burรณ de Cinematografรญa declarรณ que los cineastas eran culpables de "nihilismo nacional" y de "adorar ciegamente los gรฉneros artรญsticos y la teorรญa del cine occidentales". En adelante, las pelรญculas de Zhang Yimou (Raise the Red Lantern, 1991) y un caso mรกs sonado, el de Adiรณs a mi concubina (1993) de Chen Kaige, criticarรญan de nuevo los cimientos del sistema socialista, serรญan vetadas dentro de China y, previsiblemente, acogidas con entusiasmo en el extranjero.
Lo que pelรญculas como Unknown Pleasures y All Tomorrow's Parties puedan tener en comรบn con otras contemporรกneas como Hero (2002) o House of Flying Daggers (2004) —estas รบltimas ubicadas en el pasado remoto de China, en apariencia elusivas a cualquier postura o denuncia de la polรญtica actual— es mucho mรกs que lo que brotarรญa de una comparaciรณn de sus argumentos y estรก relacionado con un rasgo anulado en el cine chino anterior a la reapertura de la Escuela de Pekรญn: la exaltaciรณn del individuo y de sus mรณviles (o desencantos) personales.
Esto se extiende no sรณlo a los temas, sino a la renovaciรณn misma de una definiciรณn del cine como lenguaje y como campo de innovaciรณn. En tanto tecnologรญa de origen occidental, la introducciรณn de la cinematografรญa a China es parte de la historia de la modernizaciรณn de ese paรญs a lo largo del siglo XX. Sin embargo, con el desmantelamiento del maoรญsmo y el fracaso batiente de la Revoluciรณn Cultural, el cine resurgiรณ ya no sรณlo como un medio de propagaciรณn ideolรณgica, estancado en sus formas y posibilidades visuales, sino asumiendo el carรกcter autรณnomo que las sociedades capitalistas conceden, por lo menos a priori, a los lenguajes artรญsticos.
Atrapadas en el esfuerzo de renegociar la relaciรณn entre polรญtica y estรฉtica (esto es, en delimitar la diferencia entre cine de propaganda y uno que represente con justeza una realidad que se acota entre ciertas coordenadas), las nuevas cinematografรญas chinas son indisociables de una lectura histรณrica. Esto no significa que sus argumentos planteen siempre y de manera explรญcita los dilemas de las reformas econรณmicas de la Repรบblica Popular, el capitalismo de Taiwรกn o el colonialismo de Hong Kong (muy por el contrario: por ejemplo, el gรฉnero del melodrama, con sus representaciones didรกcticas de las posturas correctas e incorrectas, se considera hoy la forma clรกsica del cine maoรญsta), sino que las nuevas tรฉcnicas narrativas marcan un distanciamiento estรฉtico, y a la larga รฉtico, de los distintos sistemas impuestos en cada una de las tres regiones chinas. Algunas son expresiones de inconformidad, otras de nostalgia y unas mรกs de desencanto. Todas exigen distancia crรญtica. Y todas, mรกs aรบn las recientes, plantean mรกs preguntas de las que su realidad vertiginosa les permite responder.
A partir de 1950 y hasta 1979, el realismo socialista que dominรณ la narrativa cinematogrรกfica de la Repรบblica Popular anulรณ, desde sus encuadres, el punto de vista del individuo. Las escenas aparecรญan filmadas desde puntos que no habrรญan correspondido a una sensibilidad humana, y presentaban a los personajes como modelos ejemplares por imitar o repudiar. La recuperaciรณn de la subjetividad y el punto de vista en primera persona —la recuperaciรณn del yo— es la marca mรกs importante del cine chino moderno, y el centro del nuevo problema por representar en las pelรญculas de las dos รบltimas dรฉcadas. Es decir, el reto de dar voz a los dilemas de un individuo en particular —identidad surgida con las reformas y el boom econรณmicos—, pero inmerso en un sistema polรญtico que le niega libertades de acciรณn (el socialismo) y antecedido por una filosofรญa (el confucionismo) basada en la supresiรณn voluntaria de las necesidades individuales.
Estas tensiones y contradicciones —que en algunos casos encuentran su contraparte estilรญstica— dicen mรกs a los pรบblicos orientales y a las sociedades familiares con un Estado postsocialista, que a los pรบblicos occidentales que, paradรณjicamente, son sus consumidores naturales. Eso explica quizรกs, a la vez, la popularidad arrasadora en Occidente de las pelรญculas del director Wong Karwai (Happy Together, In the Mood for Love, 2046). No sรณlo se trata de un director cuya tradiciรณn cinematogrรกfica no se arraiga en las tensiones polรญticas de la Repรบblica Popular China —es originario de Hong Kong—, sino que los dilemas que plantea en sus pelรญculas (amores irresueltos, transposiciones temporales, la nostalgia como sentimiento que define al presente) son propios de una sociedad suficiente en bienes, pero cuyos conflictos de identidad y alrededor de las nociones de lealtad, tradiciรณn y pertenencia vuelven la fe en el presente una sensaciรณn elusiva. Aun cuando su primera pelรญcula, As Tears Go By (1988), se insertaba en el gรฉnero de gรกngsters, prototรญpico de la cinematografรญa de Hong Kong (y que a su manera ya plantea un conflicto de identidad: el remplazo de la hermandad sobre el sistema tradicional patriarcal), los mundos de Wong Karwai nacen siempre de la subjetividad.
No sรณlo la exaltaciรณn del yo es el rasgo en el que coinciden pelรญculas tan distintas provenientes de un paรญs que no sรณlo estรก dividido por sistemas y regรญmenes distintos, sino que muestra internamente quiebres en su identidad nacional. Es, tambiรฉn, la ambigรผedad e indefiniciรณn de sus nada occidentales escenas finales. Ya sean los rostros inexpresivos de los chicos perdidos de la generaciรณn del boom, el simbolismo abierto de las escenas protagonizadas por hรฉroes y heroรญnas tan voladores como inescrutables, o las puertas abiertas hacia el futuro o a la memoria de los amantes insatisfechos de una pelรญcula de Wong Karwai, una y otra vez los cuadros finales de una pelรญcula china contemporรกnea apuntan hacia un destino incierto, imposible, por el momento, de predecir o vislumbrar. Esto para bien y para mal. Y mejor, en todos los casos, que las fรกbulas moralizantes de un cine propagandรญstico y servil. Toda duda, despuรฉs de todo, apunta hacia una conciencia con facultad para diferenciar y elegir —bestia negra para los censores, y la reforma รบltima que los nuevos cineastas chinos querrรญan implantar en su paรญs. –
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