Ricardo Salinas Pliego ha cometido un error que debe enmendar. Declaró que uno de sus canales trasmitirá un partido de futbol a la hora del debate y anunció que publicará los ratings comparativos. Es una burla de la frágil democracia mexicana y un arrogante “¡Al pueblo: pan y circo!”, porque el circo es propiedad privada del señor Salinas. Debemos recordarle que no lo es: en México la televisión privada es una concesión pública, que por definición debe servir al interés público. Ese interés, en este caso, es evidente: en México pueden verse cientos de partidos de futbol (con sus respectivos debates) al año, pero para la elección presidencial 2012 tendremos solo dos debates. Y es del más alto interés público que lleguen al mayor número de ciudadanos.
Los debates -hemos sostenido siempre- son un vehículo fundamental para salir de la “Babel” de ruido, confusión, vaguedad, tontería y mala leche que envenena nuestra vida política. Los debates, en todos los ámbitos, pueden ser una escuela de formación cívica, de respeto y tolerancia. Y en el caso particular de los debates presidenciales, son el instrumento imprescindible –de hecho, el único- para que el ciudadano pondere no solo las ideas, la visión y el programa de los candidatos sino su temple, su carácter, su inteligencia, sus sentimientos y pasiones. En una palabra, su persona.
El tsunami de spots que ha inundado México no solo no ofrece el conocimiento inmediato de los contendientes sino que lo difumina y obstruye. Los debates que se han propuesto son insuficientes y rígidos. Como están las cosas, tendremos que esperar otros seis años para ver los debates necesarios. Debemos conformarnos con lo poco que hay.
Pero aún ese poco es mucho para el señor Salinas. Su prioridad manifiesta es otra: el triunfo del Morelia, los ratings del juego, el circo. Él no sirve a la democracia, y tampoco la democracia le sirve a él. Él sirve a la “Civilización del espectáculo”, esa vacuidad que critica Mario Vargas Llosa en su libro más reciente.
Hace poco el Grupo Salinas otorgó a Vargas Llosa el premio “Una vida por la libertad” por su defensa de la libertad. (De la libertad, no del espectáculo). Para ser congruente, además de leer el libro, debería recordar que no solo de pan -y menos del circo- vive el hombre, y ejercer su libertad para servir a un fin más alto.
Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clío.