I
La restauración del conjunto escultórico de la ex Glorieta de Colón –hoy Glorieta de las Mujeres que Luchan– concluyó a finales de 2023. Los trabajos se realizaron en la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural, ubicada en el ex Convento de San Diego Churubusco. La responsable del proyecto fue Ana Bertha Miramontes, entonces directora de la Coordinación, y el restaurador Diego Jáuregui como el responsable técnico, junto con un equipo de seis restauradores y veinte personas más que participaron en la investigación y procesos alternos como registro y difusión. Por razones de salvaguarda, se mantuvo en secrecía el lugar donde se encontraban mientras se llevaban a cabo las tareas. Ya concluidas, el conjunto fue trasladado, con el apoyo del Ejército, en abril de este 2025, al Museo Nacional del Virreinato, donde se encuentra en la actualidad.
Dado que está embalado, no pudimos verificar su condición actual de manera presencial. No obstante, podemos constatarla a través del registro fotográfico de la Coordinación –la segunda etapa, correspondiente al proceso de intervención–, y de Julio Bronimann –la primera y la tercera etapa (el antes y después)– de los cuatro frailes (Bartolomé de las Casas, Pedro de Gante, Juan Pérez de Marchena y Diego de Deza) y de Cristóbal Colón. Falta que las autoridades tomen la decisión acerca de su futura ubicación: un lugar que garantice su seguridad y esté a la alta altura de su dignidad histórica, cultural y artística.
El conjunto escultórico de Colón y los frailes fue el primero en colocarse a finales del siglo XIX en Paseo de la Reforma –que posteriormente se convirtió en avenida. Porfirio Díaz deseaba que el paseo fuera la constancia escultórica de una parte relevante de la historia de México y así fue que se ubicaron después la de Cuauhtémoc, la de el Ángel y las de gobernadores y protagonistas del siglo XIX. Para el siglo XX se sumaría la Diana Cazadora, de sensualidad esplendorosa y talante imbatible. Durante casi un siglo los capitalinos y los turistas nacionales y extranjeros gozamos del paseo-avenida más bello del país. Entonces irrumpió la intolerancia cultural, el oscurantismo ideológico, las conveniencias políticas. Hasta que la obcecación de Claudia Sheinbaum, entonces jefa de gobierno de la Ciudad de México, orilló a su remoción. Hoy está a la espera de que se decida su destino.
II
Es Diego Jáuregui quien cuenta la historia de la restauración.
¿Dónde se llevó a cabo la restauración de las esculturas y cuánto tiempo tomó?
En la Coordinación Nacional. Para ello se habilitó un espacio especial y se fabricaron los soportes adecuados, dado los pesos de las esculturas. Inicialmente se tenía registrado que los frailes pesaban 850 kilos cada uno, mientras que Colón una tonelada 250 kilos, aproximadamente. Cuando se hizo el movimiento de las esculturas al Museo del Virreinato pudo precisarse, con base en las mediciones que nos permitió tomar la grúa que los trasladó, que cada uno de los frailes pesa 400 kilos, y Colón mil 400. La restauración se llevó a cabo entre octubre de 2020 y finales de 2023.
¿Cuáles fueron las etapas de la restauración?
Lo primero fue el diagnóstico de las cinco piezas. Esto incluyó pruebas de limpieza, análisis científicos para la identificación de materiales constitutivos de diversos tipos y de los depósitos en superficie. En esta etapa se hizo también un registro gráfico de los daños de las esculturas, escaneo con láser y fotogrametría, que es una técnica de registro tridimensional. Esto dio origen a la propuesta de intervención.
¿En qué consistió la primera fase operativa?
La parte operativa de la intervención inició con una limpieza mecánica para después ocuparnos de la eliminación de grafitis. Los grafitis estaban dispuestos en el 20% de la superficie de las esculturas. Incluso poco antes de su retiro, el conjunto fue vandalizado con grafitis color plateado en amplias zonas de las cinco piezas, aunque esos grafitis no estaban propiamente relacionados con protestas sociales sino más bien como una expresión propia de los grafiteros. La limpieza de los grafitis en su conjunto nos habrá tomado un promedio de dos meses.
Proceso de restauración de las esculturas. Fotos: Coordinación Nacional de Restauración del Patrimonio Cultural del INAH
¿Qué afectaciones por vandalismo sufrieron las esculturas?
Dado que las esculturas estaban a unos tres o cuatro metros de altura, pues se encontraban ubicadas sobre el pedestal, no tenían tantas afectaciones derivadas del vandalismo, como llega a suceder con otros bienes, aunque sí llegaron a tener daños antropogénicos. Fray Pedro de Gante había perdido un dedo, que fue repuesto como parte de los tratamientos. El pedestal, naturalmente, tenía más daños por factores antropogénicos, tanto por el robo de algunos de sus elementos como por las manifestaciones sociales. Debemos recordar que estos monumentos además fueron dispuestos cuando Paseo de la Reforma tenía un uso distinto. Era propiamente eso, un paseo. Luego esas áreas donde se habían ubicado las esculturas se convirtieron en islas de los arroyos vehiculares, volviéndose puntos de tránsito para personas que cruzan la avenida o refugio de personas en situación de calle.
¿Qué procedió después?
Luego de ocuparnos de los grafitis nos avocamos a la limpieza, por acción mecánica, del polvo y la suciedad, que realizamos con agua y detergentes especiales no iónicos en porcentajes muy bajos, aquellos que no favorecen la corrosión de los metales. Después hicimos un retiro de los recubrimientos que tenían las piezas y que habían sido aplicados durante intervenciones anteriores. Es habitual que las esculturas de bronce se recubran con algún tipo de material orgánico, específicamente ceras o incluso barnices, como parte de su protección. Al paso de los años ya estaban en muy malas condiciones. Esos recubrimientos constituían una capa gruesa en toda la superficie de las cinco esculturas de gran formato, cada una con formas complejas y numerosos pliegues y recovecos. Este fue el proceso más largo de toda la intervención. Si el total de la intervención tomó tres años, esa sola etapa requirió entre un año tres meses y un año y medio.
Posteriormente proseguimos con la limpieza de algunos productos de corrosión de hierro: aunque las esculturas son de bronce, algunos elementos que las sujetaban al pedestal habían dejado depósitos de ese material. También retiramos resanes previos que no eran del todo adecuados. Por ejemplo, había un balazo en la escultura de Fray Bartolomé de las Casas, por lo que quitamos ese resane y lo sustituimos por otro más apropiado. Este daño a la pieza probablemente esté asociado a las protestas sociales, pues desde la década de los 90 comienzan a intensificarse estas manifestaciones contra la llegada de Cristóbal Colón a América, y el monumento en Paseo de la Reforma es parte de este fenómeno, que no solo ocurría en México sino en todo el continente. De hecho, hay dos incidentes que podemos considerar los de mayor magnitud: los 12 de octubre de 1992 y de 1994. En la primera ocasión, amarran una de las esculturas a un camión e intentan derribarla; en la segunda los manifestantes llegan con pancartas, despliegan mantas, se suben a las esculturas, por lo que es posible que estos actos sean fuente de alguno de los daños que teníamos en las piezas. A la escultura de Fray Pedro de Gante no solo le faltaba un dedo, sino tenía también un golpe en la cabeza.
¿Cuál fue el criterio que se aplicó en relación con las pátinas?
Una vez que fueron liberadas de materiales ajenos, se respetó la pátina que tenían las piezas. Originalmente tenían un acabado color negro u oscuro. Eso puede apreciarse en las primeras imágenes de las piezas, cuando se exhibieron durante la Exposición Marítima en París de 1875. El proyecto, como se sabe, fue encargado en 1873 y financiado por el empresario Antonio Escandón, a cambio de la concesión de una línea ferroviaria, y quería ponerlo afuera de su estación de trenes, en Buenavista. Es obra de Charles Cordier y la fundición estuvo a cargo de Thiebaut & Fils en París. Respecto al pedestal, Cordier fue asistido en los perfiles arquitectónicos por el señor Rossigneux, mientras que el señor Violet ensambló y montó en seco las secciones de piedra roja de Jura. Después de la muerte de Escandón, deciden ubicar al conjunto escultórico en la primera glorieta de Paseo de la Reforma, el primero de esa serie de monumentos en el paseo.
Al paso del tiempo, las aleaciones de cobre habitualmente reaccionan a la intemperie. El bronce, en específico, paulatinamente comienza a tomar tonalidades verdosas. No es algo muy acentuado aunque sí una de las características de su antigüedad. Nosotros respetamos ese aspecto pero arriba colocamos una capa de protección, ya con la superficie perfectamente limpia, que es parte de los tratamientos que hacen los fundidores, porque ayuda a realzar la lectura de la imagen y a protegerla de la intemperie. Nosotros hicimos una aplicación de ceras especiales: cera microcristalina y un topo de parafina, que se colocó en la superficie general. También había zonas donde encontramos indicios de que en algún punto fue aplicado alguna clase de ácidos, quizá en algún intento de limpieza que disolvió parte de la pátina. Nosotros reintegramos las zonas con pérdida de pátina a través de tratamientos químicos.
La narración histórica que buscó el porfiriato a través de esculturas, desde la llegada de Colón hasta la Independencia y la Reforma, refuta la idea de aquellos que pedían el retiro del conjunto escultórico para “descolonizar” Paseo de la Reforma. La avenida no está “colonizada”: no están Fernando VII, Isabel la Católica…
Es inevitable que los monumentos tengan diferentes interpretaciones y que cambie su significado a través del tiempo. Más allá de eso, nosotros estamos encargados de su protección material y de su conservación porque así lo establece la ley, pues se trata de un monumento histórico. Es entonces que en esta situación hemos intervenido para que, una vez que las piezas fueron desmontadas, se les diera la debida atención. Las decisiones relacionadas con la dinámica social en torno a los monumentos no fueron objeto de los trabajos de restauración.
¿Cuál es el siguiente paso?
Desde que se concluyó la intervención, e incluso antes, se estuvieron haciendo gestiones por parte de diversas áreas del INAH para saber cuál iba a ser el próximo destino del monumento, sobre todo en búsqueda de su salvaguarda y protección material. Es en ese sentido que las autoridades acordaron el traslado temporal al Museo Nacional del Virreinato, en un área no abierta al público, que permite mantener las esculturas protegidas de la intemperie y dar un seguimiento a su estado de conservación. Con el apoyo de la Secretaría de la Defensa Nacional, se gestionó a través del Instituto de Antropología el traslado de las cinco piezas en abril de este 2025.
Al comienzo de la restauración se planteó a medios que los trabajos tendrían un costo de 3 millones de pesos. Más adelante, se estableció un costo de 3 millones y medio. ¿Cuál fue el costo final?
La restauración de las esculturas se hizo con gasto corriente del Instituto, con su personal y con su material. No hubo una erogación de ninguna instancia específicamente dirigida a la restauración de las esculturas. Las personas y especialistas que participamos en la investigación y restauración del conjunto éramos ya personal contratado por la institución, por lo que nos abocamos a atenderlas. Al respecto de los materiales, nos apoyamos en los recursos que tiene la Coordinación a través del sistema de proyectos, y del gasto regular del ejercicio anual.
¿No participó el gobierno de la Ciudad de México?
Me gustaría remarcar un antecedente. Antes del 12 de octubre de 2020, aparece una convocatoria en la plataforma change.org para derribar las piezas. Entonces la Ciudad de México solicita el apoyo del Instituto para la protección de los bienes y es así que se hace su traslado aquí a la Coordinación.
Hubo un manejo confuso entre los boletines de la Secretaría de Cultura federal y del INAH y las declaraciones de la entonces jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum. Y hubo también otro change.org que congregó a más abajo firmantes que apoyaban el regreso de Colón y los frailes a la glorieta, que las firmas en contra recolectadas por el Senado o que las abajo firmantes feministas que se oponían a que fuera el artista Pedro Reyes quien realizara una escultura indígena que reemplazara al conjunto escultórico.
Esa es la razón que nosotros conocemos. Tenemos imágenes de los carteles [que convocaban al derribo de las esculturas].
Lo que también despertó muchas suspicacias fue que, inmediatamente después del retiro del conjunto escultórico, el entonces secretario de gobierno de la Ciudad de México, Alfonso Suárez del Real, declaró que las esculturas podrían no regresar a su ubicación original y planteó que fueran enviadas a un inmueble de carácter histórico. El gobierno de la Ciudad de México generó confusión, mientras el INAH hablaba de restauración.
Y eso fue lo que ejecutamos.
Las esculturas antes y después de la restauración. En orden: Cristóbal Colón, Bartolomé de las Casas, Diego de Deza, Pedro de Gante y Juan Pérez de Marchena. Fotos: Julio Bronimann.
Ahora hay que esperar.
Lo que puedo comentarle es que estamos en coordinación con el Museo Nacional del Virreinato para llevar a cabo inspecciones y verificar que las piezas se encuentren en buenas condiciones.
III
El 5 de septiembre de este 2025, trabajadores del gobierno de la Ciudad de México removieron las vallas que circundan la Glorieta de las Mujeres que Luchan, donde están registrados los nombres de algunas de las muchas víctimas de feminicidios en México. La reacción en contra fue inmediata y reveló que la palabra que empeñan las autoridades de la capital es endeble. Las autoridades alegaron que la remoción de las vallas se debía a que realizaban trabajos de limpieza y, luego, que se equivocaron de lugar, pues lo que pretendían era limpiar los alrededores de la réplica de la escultura de Amajac, ubicada en las cercanías, dado que se acercaba el día de la mujer indígena. Entonces, para el 20 de septiembre, el colectivo de la Glorieta convocó a una faena de limpieza y reparación a través de la página de Facebook.
El Comité de Monumentos y Obras Artísticas en Espacios de la Ciudad de México, COMAEP, ¿hará valer ahora sí su voz? Lo integran seis funcionarios de la jefe de Gobierno Clara Brugada y cuatro representantes de la sociedad civil. Lo presidía Alejandro Encinas, recién nombrado representante de México ante la OEA. Los representantes de la sociedad civil son Ricardo Ortiz Armas, catedrático del IPN y de la UIA; Saúl Alcántara Onofre, catedrático de la UAM-Azcapotzalco; Glenda Hecksher Ramsden, vicepresidenta de la International Association of Women Museums, y Ángeles González Gamio, presidenta del Colegio de Cronistas de la Ciudad de México. No hay nadie del INAH, ni nadie del INBAL. Para los representantes de la sociedad civil, ¿el conjunto escultórico es una prioridad dentro de sus agendas de políticas públicas y por ende puede esperarse que apuesten por el rescate de su dignidad histórica, cultural y artística, aunque sean minoría? ¿O solo están ahí para avalar las decisiones de Clara Brugada y Claudia Sheinbaum? Habrá que esperar la respuesta.
Por lo pronto, sabemos al fin que ya fueron restauradas y que están bajo buen resguardo. ~













