No totalmente anti-Frida

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Estaba el otro dรญa en el museo Thyssen-Bornemisza, en la exposiciรณn โ€œEl espejo y la mรกscaraโ€, dedicada al retrato, cuando vi una nutrida bola de gente alrededor de un cuadro. A la Gioconda no la saca del Louvre ni Sarkozy, asรญ que me intrigรณ quรฉ pintura podรญa acaparar las pupilas de tanta gente. Era un autorretrato, en formato pequeรฑito, de Frida Kahlo. Mi primera reacciรณn fue dar un paso hacia atrรกs (otra vez Frida), pero resultรณ que el autorretrato era una obrita maestra. Me sorprendรญ a mรญ mismo disfrutรกndolo, pues hasta entonces me consideraba, sin demasiado examen, โ€œanti-Fridaโ€. Y lo sigo siendo en muchos sentidos, sobre todo en ese instinto que me lleva a recelar de la identidad a ultranza. Nadie es tehuano a huevo, pues. Amartya Sen lo ha dicho muchas veces y muy bien. La locura del mercado me importa menos. En los รบltimos dรญas, Jesรบs Silva-Herzog Mรกrquez ha documentado bien el antifridismo. No estoy plenamente de acuerdo con esa corriente, aunque con esta declaraciรณn tal vez algunos amigos me dejen de invitar a su casa a beber Knockando. ยฟPintora menor? Ay, no me atrevo a meter la mano al fuego, pero sรญ lo harรญa por ese autorretrato del Thyssen, y sin duda por un par de cuadros mรกs de esa mujer-icono que tanto desespera a mis amigotes y muchas veces a mรญ mismo. En una palabra: no me imagino bebiendo mezcales con ella y Diego, en plan casual. Todo eran los bigotes y la pose y los pinches choloescuincles. Pero hay cuadros, de verdad hay cuadros, fรญjense bien.

– Julio Trujillo

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